Opinión

"The Flash", tropezando a toda velocidad

A veces la nostalgia no es suficiente. “The Flash” es una combinación de entretenimiento puro, el anuncio de algo mayor y un juego de referencias multiversales que podrían haber conmovido en cualquier otro momento del auge del género de superhéroes. Pero hoy resulta insuficiente y hasta un poco paródico 

The Flash
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Y no, “The Flash” de Andrés Muschiett no es la mejor película de superhéroes de la historia. No importa que Tom Cruise y Stephen King hayan insistido en el tema. Mucho menos que Warner haya sacudido su caja de licencias intelectuales multiusos para llevar a la pantalla un festival de cameos que en primer momento impactan, y luego irritan un poco. La cinta, que tuvo un largo y problemático recorrido  — incluyendo el comportamiento errático y demencial de Ezra Miller — es muchas cosas a la vez. Algunas buenas, otras no tanto. Pero lo cierto es que la combinación no es del todo acertada y la mayoría de las veces se queda corta para todo lo que propone.

En especial, cuando esa premisa es cambiar de raíz una franquicia errática, caótica y sin sentido. “The Flash” compromete su idea central — el recorrido por el multiverso — en favor de dejar claro que nada de lo que hasta entonces mostró DC es definitivo. Que incluso los más pequeños detalles están sometidos al albedrío temible de los cambios radicales de las posibilidades del futuro. Por supuesto, en el apartado animado del estudio, la idea funciona y se conecta en un mundo mayor de narraciones sólidas. Pero en el cine, la cuestión tiene algo de incompleto, mal construido y sostenido con dificultad.

Lo más lamentable es que, en cualquier otro momento, este acercamiento al vasto multiverso de la editorial DC habría sido bienvenido. Incluso un hito en un género rico y con abiertas posibilidades para la experimentación. Después de todo, tiene de sobra para ser asombroso. Un protagonista capaz de viajar en el tiempo — y que lo hace, más de una vez —, hasta cuatro versiones de un héroe icónico como Batman, dos de Superman, un broche de oro con cameo sorpresa y una escena poscréditos que anuncia más. Pero nada de eso parece suficiente cuando la historia avanza con torpeza a través de un intento de justificarse a sí misma. Mucho peor, de demostrar que el tiempo en espera para su llegada a la pantalla grande valió la pena.

Un veloz rompecabezas

“The Flash” se enfrenta al hecho de ser fragmentos de ideas sueltas. Por un lado tenemos que la película comenzó a filmarse en medio de las ruinas del llamado Snyderverse de Zack Snyder, lo cual es notorio en sus primeros minutos. Al otro, que incluso el anuncio de las realidades alternativas — comodín bajo la manga de la reestructuración de James Gunn — es insuficiente para justificar la mera existencia de la cinta.

Lo peor es que el director a cargo lo sabe, por lo que se esfuerza que el largometraje no de un momento de respiro al personaje o a los fanáticos. No bien Barry está recibiendo una llamada de Alfred (Jeremy Irons), como recibiendo sermones de Bruce Wayne (Ben Affleck), cuando ya está cambiando el pasado por completo, llegando a una línea alternativa nueva y conociendo a una versión suya más joven e inexperta. Todo en una apresurada narración, salpicada de todo tipo de referencias a la cultura pop y después, en una carrera contra el tiempo (no es ironía), que sale mal.

Porque claro está, “The Flash” tiene moraleja y esa es que el pasado es una estructura cerrada y peligrosa. Al contrario de cómo la plantea la editorial DC, que insiste en que se trata de una fuente de sabiduría plena y de creación asombrosa que avanza en todas direcciones en beneficio de la narración. En el guion de Christina Hodson no ocurre eso, sino que la trama se esfuerza en dejar claro que el mal es usar el poder en beneficio propio.

¿Así de simple? Hay mucho más en “The Flash” que esa certeza, pero ese núcleo de moralina con resabio a “todo gran poder implica una gran responsabilidad” es indudable. Algo que quedará claro para el segundo tramo de la película. En ella se descubre la segunda gran sorpresa de muchas: en este presente en que la madre de Barry Allen vive y una versión suya universitaria hace chistes malos, Bruce Wayne tiene otro rostro. Michael Keaton bien podría ser el punto más alto de la historia. Más cerca de “The Birdman” que de “Batman Returns”, este cruzado de la capa, retirado, maltrecho y de mal humor, no quiere saber nada sobre heroísmos. Mucho menos de rescatar al mundo.

Batalla por el mundo delmañana

En ninguna cinta de superhéroes que se precie falta una amenaza, global, gigantesca y definitiva. Y esta es, de nuevo Zod (Michael Shannon), que vuelve con su misión de “El hombre de acero” de Zack Snyder y no encuentra oposición alguna. Para colmo de males, Barry terminó en una línea de tiempo en la que Superman no existe, sino su prima Kara (Sasha Calle), que es una prisionera recién liberada que no tiene ningún rasgo altruista… Hasta que lo siente de golpe y decide que ayudará. 

The Flash

Es entonces cuando “The Flash” se muerde la cola para dar lecciones de espiritualidad. Hay héroes que mueren, por lo que la versión más joven de Barry tiene una inesperada idea: viajar en el tiempo todas las veces que sea necesario para revertir las dolorosas pérdidas de personajes que acaba de conocer hace menos de una semana. Y su gran corazón le empuja a inmolarse en favor de salvarlos a todos. Un concepto tan notoriamente artificial que termina por derrumbar la poca solidez de la película.

Todas las piezas se unirán en un mapa sideral de estrellas. Desde cameos venidos de ultra tumba hasta un Nicolas Cage en otro de sus papeles inclasificables, a mayor gloria de su rareza. Cada cosa en un recorrido multiversal casi tan incompleto y falto de interés como el de “Doctor Strange en el Multiverso de la Locura” de Sam Raimi. Solo que, esta vez, será el poder del autosacrificio el que salve el día, el futuro, el pasado y todo lo que se pueda salvar.

La conclusión del Snyderverse

Finalmente, Barry regresa a su línea temporal. Su padre ha quedado exculpado de toda responsabilidad legal, la chica de sus sueños le invita a salir y su buen amigo, Bruce Wayne, llama para saludar, al mismo tiempo que llega en su coche de lujo.

Pero… Un momento ¿Quién es este tipo que se baja y camina por la calle? “The Flash” guarda su última sorpresa para su escena final, que deja claro lo que machacó en interminables dos horas. Nada quedó en pie y ninguna acción — buena o mala — quedará impune. Aunque eso signifique traer a un actor que no tiene el menor interés en continuar en la saga, pero aporta una graciosa conclusión a una cinta que, quizás, nunca se debió filmar. En el multiverso todo es posible, incluso las películas intrascendentes. ¿No es así?

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