Viciosidades

¿Por qué no te puedes sacar esa canción de la cabeza?

No te deja en paz. Vas al baño y te persigue, comes y la escuchas, cierras los ojos y te la imaginas. Es que la tienes pegada... échale la culpa al earworm

Composición gráfica: Yiseld Yemiñany
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Hay algunas canciones que se instalan en tu cerebro. “Que pequeño el mundo es”, “YMCA” o “Cuando calienta el sol”.

Este efecto se conoce como “earworm” (o gusano de oído) y es muy difícil de eliminar. Pero, ¿qué canciones son propensas a quedarse “pegadas” en nuestra cabeza?

Algunos estudios ofrecen respuestas. Primero que todo, los “earworms” comunes parecen compartir algunas características. Son canciones que has escuchado mucho, tal vez tienen acordes o notas muy repetitivas y/o intervalos inesperados en el tempo. También ritmos distintivos o patrones de pitch*

“La conclusión es que la canción debe ser simple, bastante simple para ser recordada espontáneamente, pero también tener un distintivo único que haga que el cerebro quiera ‘ensayarla’ una y otra vez” estableció Kelly Jabukowski, una investigadora del departamento de música en la Universidad de Durham (Reino Unido).

¿Cuántas personas pudieron predecir que “Barbie Girl”, “Macarena”, “Wannabe”, “Smells like teen spirit” o “Tusa” serían tan populares?

Es casi imposible predecir la popularidad en el futuro. Incluso los expertos tienen dificultades prediciendo que canciones se volverán “hits”. Recientemente, un nuevo single de Justin Bieber que pudiera haber sido tomado como su gran regreso se quedó estancado, aunque al parecer cumple con toda la fórmula.

Hay estrategias de mercadeo, videos musicales poderosos, etcétera. La clave es apuntar a la estimulación que busca el ser humano naturalmente, que está constantemente refrescándose e impactándose. Cosas nuevas y diferentes te hacen sentir esa emoción, por lo que dos autores de un estudio particular se plantearon una pregunta: ¿hasta qué punto las letras de una canción popular son diferentes a las otras de su género?

Usando los rankings de descarga digital de Billboard, samplearon la data desde el 2014 al 2016 para siete géneros de música: pop, rock, country, hip-hop, dance, rhythm and blues y música cristiana. Los datos resultantes incluyeron 4.200 rankings de canciones (con 1.879 canciones únicas).

Berger y Packard, expertos en música y marketing digital y autores de este estudio, después midieron la concurrencia de las palabras en las letras de las canciones y con esta información determinaron temas en particular. Emergieron diez: “ira y violencia”, “movimientos del cuerpo”, “movimientos de baile”, “familia”, “mujeres y carros”, “amor incierto”, “amor apasionado”, “optimismo”, “espiritual” y “crédito de calle (street cred)”, que equivale a «tener calle», «ser hampa».

Los autores determinaron la composición lírica por tópicos. Por ejemplo, en la música country hay más letras acerca de “mujeres y carros”, seguidas de “amor incierto” y “familia”; mientras que el hip-hop incluye más los temas del “crédito de calle”, seguidos de “ira y violencia”.

Comparando las letras por tópico de cada canción con la composición promedio de cada género, determinaron las canciones más atípicas.

Los resultados indicaron que, en general, las canciones más atípicas (aquellas que tienen menos contenido en común con el promedio de su género) están rankeadas en lo más alto.

Esto explica en parte por qué las canciones son exitosas, pero volviendo al tema de los “earworms” o “imágenes musicales involuntarias” (involuntary musical imagery o INMI), un estudio del 2012 publicado en el diario Psychology of Music encontró que 90% de los usuarios de internet finlandeses reportaron tener una canción “pegada” al menos una vez a la semana.

Mientras más música consuma la persona, más vulnerable es a este efecto. Incluso se detalló el caso de un pianista y compositor que tiene constantes INMIs (siempre tiene earworms).

“No encuentro nada agradable en escuchar una canción en mi cabeza todo el día” declaró el músico: “Todo lo contrario, es una distracción, el tipo de cosas que quisiera apagar”.

Las personas tienden a creer que son las canciones atormentantes las que pueden quedarse en las cabezas de la gente, pero también se descubrió que sólo 1/3 de los “earworms” son desagradables.

Te guste o no, el cerebro está estructurado para recordar canciones frecuentemente escuchadas y en un mundo donde a veces no controlamos lo que escuchamos, estamos indefensos.

¿Por qué pasa?

No está totalmente claro. Lo más cerca que han estado de descubrirlo ha sido descrito en un ensayo publicado en la revista Nature en 2005, que sostiene que la corteza auditiva del cerebro (parte del lóbulo temporal que procesa los sonidos), se activa involuntariamente cuando los participantes escuchan canciones familiares.

En otras palabras, el cerebro “rellena un espacio” que está silenciado, al que le falta sonido, por así decirlo. Incluso, se puede observar la diferencia entre los momentos en los que la corteza auditiva está “imaginando” letras, activando zonas específicas de asociación auditiva o reproduciendo instrumentos, que en ese caso se activan zonas más básicas y primarias.

¿Cómo me saco las canciones de la cabeza?

Aunque no hay una estrategia certera, muchos han compartido sus técnicas, entre ellas:

-Escuchar la canción que tienes “pegada”, completa. De principio a fin.

-Encontrar una canción “que te cure”: algunos suprimen el “earworm” escuchando otras canciones que no se convierten en “earworms” en sí. Como “Cumpleaños feliz”, etcétera. Es decir, canciones básicas.

-Distracción voluntaria: simplemente concentrarte en una actividad complicada.

-Mascar chicle.

-Dejarlo ser: aunque moleste, un “earworm” no es lo peor del mundo y eventualmente desaparecerá.

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