En el oeste todavía confían en el revocatorio para 2016

La marcha que salió de la avenida O’Higgins, en El Paraíso, caminó con paso acelerado: atravesaron la avenida Páez, pasaron por la plaza Madariaga y tomaron la autopista Francisco Fajardo, a la altura de Quinta Crespo. Avanzaron rápido y sin hacer mucho ruido. Una vecina de Vista Alegre llevaba escrito en una pancarta todo lo que tenía para decir: “Basta de burlarse de los venezolanos. Respeto y revocatorio ya”.

Dice que la consulta debe ser este año y debe ser “porque sí”. Por eso salió a manifestar: “Si toda Venezuela presiona lo podemos lograr. Está bueno ya de burlas. No me importa que haya diálogo. Pueden hablar todo lo que quieran, pero hay que sacar a este gobierno que se reconoce como una dictadura, cuando el mismo Maduro dice que no van a hacer elecciones porque saben que van a perder”.

En el recorrido, que formaba parte de la Toma de Venezuela, no hubo música, tampoco muchas consignas. Los ciudadanos tenían el objetivo de hacer presión y dejarse ver en las calles. Coincidieron en que hay que seguir protestando y hacerse sentir. Tomaron como ejemplo el caso Colombiano para insistir en que el revocatorio puede realizarse en 2016, pese a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) suspendió hasta nuevo aviso el proceso de recolección de firmas necesario para activar el proceso. “Si en Colombia montaron un plebiscito en tres semanas por qué nosotros no podemos hacerlo. Tenemos que estar en la calle para cambiar la conciencia de las rectoras del CNE y de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. El revocatorio es un derecho y los derechos son irrenunciables”, opinó el abogado Rafael Urdaneta, quien asistió a la marcha acompañado de su hija adolescente. Urdaneta contó que al salir de la plaza O’Higgins un grupo de mujeres vestidas de rojo intentó intimidarlos gritando consignas a favor del Gobierno. Sin embargo, afirma que fueron pocas y con eso reafirma la tesis de que Venezuela vive ahora abiertamente en una dictadura: “Este gobierno debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad, por haber separado a tantas familias. Perdieron pueblo. Ya no son mayoría”.

Las mismas razones

La escasez de medicinas y las dificultades para adquirir productos de primera necesidad se cuentan entre las razones para protestar. Ocho monjas de la congregación Hermanitas de los Pobres de Maiquetía dejaron el hábito y marcharon porque tienen 14 ancianatos a su cargo y muy poco que darle de comer a los viejitos bajo su cuidado, así como presencia en cuatro hospitales, todos con muy pocos insumos. “La gente se está muriendo de hambre. Las mujeres que van a parir se mueren en los hospitales. Este es un país rico, destruido por la corrupción. Venezuela debe volver a ser libre”, aseveró la hermana Teresa Fajardo, quien agregó que el Estado les retiró la ayuda que recibían del Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), y aunque el Vaticano intervino en el proceso de diálogo que estaría por comenzar, la monja muestra desconfianza: “El Gobierno habla en favor del diálogo y hacen lo que quieren. Una marcha no saca a un gobierno, pero demostramos que estamos dispuestos a luchar”.

Los manifestantes insistían en que lo que se vive en Venezuela es una dictadura. Una de las pocas consignas que gritaron fue: “Pueblo, Madura. Esto es dictadura”. A diferencia de otras manifestaciones, el recorrido tampoco estuvo cercado por militares. Al llegar a la autopista Francisco Fajardo fueron los propios manifestantes los que detuvieron el tráfico para poder marchar a través de la vía rápida y solo se toparon con efectivos de la Policía Nacional Bolivariana a la altura de Plaza Venezuela, pero los funcionarios no se interpusieron en el recorrido.

Acceso cerrado

La circulación por la autopista Caracas-La Guaira estuvo restringida en la mañana. Sin motivo aparente funcionarios de la Guardia Nacional fijaron un piquete en el Boquerón II, en sentido a Caracas e impedían el paso de vehículos. Lo mismo ocurrió bajando a La Guaira, pero a la altura del Boquerón I. Los ciudadanos optaron por bajarse de sus carros y esperar sentados en la calzada a que la guardia restituyera el paso.