Venezuela

Cambian las cosas en Brasil (respecto a Venezuela)

El caso de Brasil, la nación más poderosa de la región, tradicional aliado del chavismo, es particularmente protuberante. En este país, Tintori y Capriles fueron atendidas y escuchadas con mucho interés por medios de comunicación, sectores sociales, y, de manera muy especial, por el Parlamento.

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Foto: EFE

Lilian Tintori y Mitzi Capriles regresan de una gira internacional en la cual establecieron una interesante serie de contactos con el objeto de dar a conocer, en blanco sobre negro, los pormenores de la terrible realidad institucional, social y económica que vive Venezuela.

Luego de los sucesos de 2014, en la comunidad internacional, especialmente en el radio latinoamericano, persiste una genuina preocupación sobre el actual estado de cosas en Venezuela.  Valga decir que de una forma claramente superior a como se manifestaba, por ejemplo, tres o cuatro años atrás.   Esta inquietud, creciente en virtud de la ceguera de quienes ocupan el poder en nuestro país, parece irse desplazando del tejido de la sociedad civil de estas naciones hermanas, hacia sus espacios de poder.

El caso de Brasil, la nación más poderosa de la región, tradicional aliado del chavismo, es particularmente protuberante. En este país, Tintori y Capriles fueron atendidas y escuchadas con mucho interés por medios de comunicación, sectores sociales, y, de manera muy especial, por el Parlamento, en cuyo seno, de acuerdo a lo que informa la propia Tintori, fue analizada descarnadamente la realidad venezolana que el gobierno de Maduro esconde y disimula hablando de guerra económica.

En el viaje de Tintori y Capriles de esta ocasión,  se obtuvo un logro añadido muy especial, que no deja de tener rasgos insólitos, si comparamos la actual conducta del gobierno de Brasil con la que había tenido en el pasado: el propio ejecutivo de Dilma Rousseff, a través de su Cancillería, concedió una audiencia a estas dos activistas de derechos humanos, esposas de líderes políticos venezolanos que hoy están en prisión.  Es la primera vez en diez años que el gobierno de Brasil se sienta a intercambiar reflexiones cara a cara con actores de la Oposición democrática venezolana.

No mucho después del encuentro, el canciller brasilero, que también ha conversado en el tiempo reciente, por ejemplo, con Henrique Capriles Radonski, se manifestó públicamente en torno a la necesidad de colocarle fecha a los comicios parlamentarios venezolanos. Fue este un exhorto en calidad de “mensaje a García” a la directiva de nuestro inefable Consejo Nacional Electoral.

El gobierno de Rousseff, así como los de Colombia, Ecuador y Uruguay, o la directiva de Unasur, tienen colocada una enorme expectativa en que la celebración de una consulta justa puede constituirse en el punto de fuga natural de las tensiones políticas que la sociedad venezolana soporta, y que la falange de fanáticos del diosdado-madurismo se empeña en disimular y se niega a reconocer.

El proceder irresponsable y escaso en transparencia del gobierno de Nicolás Maduro, y sus nefastas consecuencias sobre la vida venezolana, están quedando a la vista de casi todos los actores internacionales.

Aliados tradicionales del chavismo que se han ido desencantando de la triangulación de responsabilidades, del festín de la corrupción, de la violencia sin freno, del perturbador proceso hiperinflacionario que está en marcha en nuestra patria. De un gobierno con espíritu adolescente que jamás asume la responsabilidad de sus actos, y que siempre culpa de sus errores al resto de la humanidad.

La comunidad internacional, especialmente Brasil, está abriendo los ojos respecto a Venezuela, gracias, en muy buena medida, al tesonero trabajo que han llevado adelante Lilian Tintori y Mitzi Capriles.

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