Venezuela

Rubén Limardo y el discreto récord político de los deportistas

Solo del esgrimista dependerá si el láser de su espada se convierte a partir de ahora en uno rojo como el de un Sith del lado oscuro de la fuerza o en el azul de un Jedi portador de tolerancia, reconciliación y sobre todo mucha rectificación.

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Luego de una de las decisiones más importantes de su vida, tanto como la de ir a buscar con su punzón el corazón del noruego Bartosz Piasecki el 1º de agosto de 2012, Rubén Limardo opta por el silencio. El campeón olímpico de Londres y principal esperanza de medalla venezolana en Río 2016 (actualmente ocupa el puesto 6 del escalafón mundial de espada) desactivó su celular Movilnet después de que, el pasado lunes, el presidente Nicolás Maduro reveló que irá como segundo en la lista por el estado Bolívar detrás del ex ministro del Deporte, Héctor Rodríguez, en las elecciones legislativas del 6 de diciembre.

Francisco Limardo, su padre, excusa al doble medallista de oro en los Juegos Panamericanos Toronto 2015 y ahora posible diputado suplente: “Hasta para mí es difícil conseguirlo en este momento. Decidió desconectarse y por ahora no está dando entrevistas a los medios de comunicación porque quiere dedicarse a su hija recién nacida (Gaby Isabella, que vino al mundo el 6 de julio, cuando el esgrimista estaba concentrado en Canadá) y se recupera de una lesión en la rodilla”.

Su simbólica arma afilada, quizás una de las reencarnaciones de la espada de Bolívar en el imaginario revolucionario, apunta ahora hacia la Asamblea Nacional. Por un lado, sorpresivo: hasta ahora, Limardo no se ha expresado en público precisamente como un fanático ideológico, ni como alguien que ha querido que sus medallas se asocien a un mensaje proselitista. Por el otro, predecible: casi todos los representantes de la generación más brillante de la esgrima venezolana han tenido aspiraciones a la política o al menos la dirigencia deportiva. Silvio Fernández, sin ir más lejos, puso recientemente su materia gris al servicio de una “constituyente del deporte” (¿otra más?) luego del relativo fracaso en Toronto.

¿Qué metas se propone alcanzar Limardo en la política? ¿Cómo interferirán los recién adquiridos compromisos en la campaña del PSUV con la preparación a Río de Janeiro 2016 de quien tiene las credenciales para hacerse llamar la mejor espada del mundo? Por ahora, solo queda esperar que hable en público. Quizás su hipotético rol en la Asamblea Nacional, si es que acaso gana el chavismo en un estado en el que recientemente se han producido saqueos por la escasez de alimentos, será solo eso, simbólico, como el de otra esgrimista, Alejandra Benítez, fugaz diputada suplente y ministra.

No es una regla científica, ni mucho menos, pero sí un patrón predominante: a las figuras carismáticas provenientes del deporte, héroes populares y presuntos ungidos de la transparencia noble de la actividad atlética, no les suele ir bien en la política. Generalmente, terminan relegados como jarrones decorativos ante los zorros viejos que saben cómo se bate el bronce (perdón, el cobre) en canchas, pedanas y cuadriláteros mucho más turbios y guabinosos: los pasillos de asambleas, congresos y palacios. Un nocaut, un jonrón o un punto de esgrima marcado con tecnología electrónica jamás dejan dudas. La aprobación de un crédito adicional, sí.

“Formarse para ser un esgrimista de oro no fue algo repentino ni sencillo. Tomó tiempo, hizo necesario que Rubén Limardo se entregara a esa causa. Un diputado requiere dedicación exclusiva. En caso de ganar: ¿Cómo se van a compatibilizar dos ejercicios que requieren total entrega? ¿El salto a la política implicará una renuncia al deporte como razón de vida?”, se pregunta la politóloga Carolina Abrusci, que agrega: “Esos son dilemas que deben estar pasando por su cabeza, sumados a la evaluación que debe estar haciendo de casos similares como el de su colega esgrimista, Alejandra Benítez, talento deportivo y ex Ministra. No fue exitoso su camino en la política y su desempeño dejó mucho que desear, a pesar de sus brillantes participaciones deportivas”.

Veamos una muestra aleatoria y representativa de deportistas de Venezuela y el resto del mundo que se han lanzado a la política:
• Yván Olivares (baloncesto, integrante de la generación de los Héroes de Portland): como representante de Primero Justicia, perdió con Aristóbulo Istúriz (28,73% contra 20,58%) en el circuito 1 del Distrito Capital en las elecciones legislativas de 2010. Se retiró de PJ en 2013, cuando intentó, sin éxito, convertirse en alternativa a Ismael García como candidato opositor a alcalde del Municipio Libertador.
• Antonio Esparragoza (boxeo, defendió siete veces la corona mundial del peso pluma): ha intentado hacer carrera con el PSUV en su estado natal, Sucre, sin mayor éxito. Salió elegido como diputado suplente del consejo legislativo regional en 2008.
• Alejandra Benítez (esgrima, tres veces atleta olímpica): diputada suplente de Tania Díaz en la Asamblea Nacional en 2012, luego ministra del Deporte durante siete meses. Salió por la puerta de atrás.
• Antonio “Potro” Álvarez (beisbol, jardinero grandeliga entre 2002 y 2004): perdió con Carlos Ocariz (52,79% contra 44,51%) en las elecciones de la alcaldía de Sucre en 2013. Luego, ministro del Deporte para el olvido. Competirá en el circuito 4 del estado Miranda (Guarenas-Guatire) por el PSUV en las próximas legislativas.
• George Weah (fútbol, mejor jugador FIFA en 1995): perdió en la segunda vuelta contra la actual presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf (59,4% contra 40,6%), en las elecciones de 2005. En 2014 conquistó, finalmente, una curul como senador.
• Manny Pacquiao (boxeo, diez veces campeón mundial en ocho divisiones diferentes): en su caso, hay que hacer la salvedad de que, más que un ídolo deportivo, es quizás el filipino más famoso de la historia. Ha ganado en dos de tres elecciones legislativas (resultados de 35,51%, 66,35% y 100%, en este último caso sin oposición, obvio) en 2007, 2010 y 2013. La presidencia de Filipinas parece un paso lógico.
• Alexis Argüello (boxeo, tres veces campeón mundial): elegido alcalde de Managua por el partido sandinista en 2008. Falleció en oscuras circunstancias (posiblemente suicidio) en 2009, al parecer desencantado de la política.
• Cuauhtémoc Blanco (fútbol, 120 veces internacional con México): hace un par de meses se convirtió en presidente municipal (equivalente a alcalde) de Cuernavaca por el Partido Socialdemócrata, con 28,46% de los votos. “Me los chingué”, declaró acerca de su victoria sobre el PRI.
• Romario (fútbol, campeón del Mundial en 1994): a pesar de su fama de parrandero incorregible durante su época de deportista activo, sorpresivamente es una de las excepciones de la regla, porque hasta ahora le ha ido relativamente bien. Primero diputado y ahora senador del Congreso Nacional por el Partido Socialista de Brasil. Ningún candidato de Río de Janeiro recibió más votos en 2014 y encabeza investigaciones contra la corrupción en la FIFA. ¿Presidenciable?

“Creo que este tipo de candidaturas ponen de manifiesto una clara estrategia del Gobierno para intentar sobrellevar los dramáticos números que tienen en las encuestas. Hay cantantes, deportistas, ministros, alcaldes que son candidatos a la Asamblea. El descontento generalizado es muy grande y las probabilidades de que esa factura se cobre el 6 de diciembre por la vía del voto es bastante alta. No me atrevo a ‘pronosticar’ sobre el futuro particular de Limardo en la política porque no ha sido político hasta ahora. Si creo que es un momento histórico en el que se convierte en necesario reivindicar la Asamblea Nacional y lo ideal para hacerlo es apostar a parlamentarios de altura que combinen la formación con la trayectoria y la experiencia. Esto no es un tema de edad, es un tema de trabajo político, de liderazgo efectivo, de trabajo reconocido, de formación necesaria, de compromiso absoluto”, desliza Carolina Abrusci.

“Más que un exponente de la antipolítica, lo correcto en el caso de Rubén Limardo es hablar de un outsider”, aclara el politólogo John Magdaleno. “Con figuras como Limardo, el PSUV persigue esencialmente dos objetivos: aumentar su potencial electoral y refrescarse con caras nuevas que tienen una buena imagen. No es el primer caso de deportista o artista en una campaña electoral del chavismo. Estoy de acuerdo en, a largo plazo, el profesional cuenta con una ventaja sobre el outsider. La política es una escuela de actividad compleja, pero no podemos prejuzgar a Limardo, que como venezolano tiene todo el derecho del mundo a involucrarse en la actividad pública. A él y en general a todos los jóvenes les diría que aprovechen esa oportunidad para acercarse a las audiencias beneficiadas o afectadas por sus políticas, que mantengan un contacto directo con ellas. Que inviertan mucho tiempo en su formación sobre lo público, en conocer cómo es la Venezuela de hoy en lo social y lo económico, cómo es el aparato del Estado y cómo puede mejorarse”.
Abrusci también se atreve a darle un consejo a Limardo y a todo deportista, artista o talento en otras áreas que se aventure en el camino de la política de manera repentina: “Que recuerde que él se ha convertido en imagen para muchos. Todos los venezolanos nos alegramos por sus logros porque se convirtieron en el logro de todos nosotros, el logro de Venezuela, de nuestro tricolor. Lloré el día que ganó en Londres, sentía que se me salía el corazón del pecho. Fue muy emotivo. Estar postulado por un partido implica que está de acuerdo con un determinado proyecto e ideología política, y eso es válido, pero le recomendaría especialmente que a pesar de su militancia no pierda ese poder que tuvo como deportista de unir a todos los venezolanos. Que se aleje de la tramposa y penosa polarización que hoy nos divide. Que se preocupe por formarse en el ejercicio legislativo para que lo haga impecablemente como lo hizo en el deporte. Que sea voz de la juventud y del deporte. El artículo 201 de la Constitución establece que los diputados no se deben a mandatos ni a instrucciones sino sólo a su conciencia. Ojalá Limardo lo tenga muy presente en caso de resultar electo”.
Solo del esgrimista dependerá si el láser de su espada se convierte a partir de ahora en uno rojo como el de un Sith del lado oscuro de la fuerza o en el azul de un Jedi portador de tolerancia, reconciliación y sobre todo mucha rectificación.

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