Venezuela

Escenas en un mall a media luz

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En el Centro Comercial El Recreo, entre 1:00 y 3:00 pm, las tiendas grandes y locales de comida siguen trabajando, pero dejan de funcionar el aire acondicionado, iluminación de áreas comunes, baños, ascensores, escaleras mecánicas, estacionamiento y las franquicias pequeñas de los pasillos.

Hay una película en cartelera que se llama Horas contadas, y efectivamente, las horas son contadas: solo una función a las 4:00 pm. Cerca de las máquinas expendedoras de boletos, los empleados de Cinex, que no tienen nada que hacer, se relajan. El chalequeo que tienen montado es fácilmente audible por los también muy contados usuarios que hacen reservaciones. Llaman a alguna de las chicas del grupo y le dicen: “¿Sabes que por mi casa hay una señora que hace 38 arepas con una Harina PAN?”. La idea es que respondan: “Serán así de este tamañito” y que caigan en un gesto distraídamente obsceno con los dedos en círculo.

Más destacado que los pósteres de las películas, en el Cinex el gran protagonista es Rafa: un muñequito de oso frontino que ha colocado el MPPEE en el lobby de las salas de cine para que sirva de “guardián eléctrico”.  

Un mall a media luz es todavía más extravagante que uno en el que la electricidad ha sido totalmente cortada. Así funciona el Centro Comercial El Recreo, a una cuadra del Metro de Sabana Grande, por lo menos este viernes 12 de febrero entre 1:00 y 3:00 pm. ¿Quién les manda a tener una Estatua de la Libertad en el piso de la feria?

Uno cree que a las 12:50 comenzarán a pedir por unos altavoces que desalojen el centro comercial y que la comida rápida tendrá que ser todavía más rápida, pero no. Con puntualidad inglesa, se suspende el servicio en lo que podríamos denominar áreas comunes: deja de haber aire acondicionado, baños, escaleras mecánicas, ascensores o iluminación en la feria o los corredores. La gente se queda si quiere.

También dejan de trabajar los estacionamientos y las pequeñas franquicias ubicadas en los pasillos: Parada Inteligente, Tree Globitos, Recárgate, Perfumes Factory (oferta del día de los enamorados: llévate 100 mililitros por solo 4.178 bolos), Totto, Como una Princesa, Boticario, Magiamanía, Balú, Polka Dots, Oblemanía, 900 Golfeados, Visage, Ohlalá o Tu Coquetterie, entre otras. Si abren, solo lo hacen para informar precios: no sirven los puntos de venta o las cajas registradoras.

Los empleados de las minitiendas, como los de Cinex, son bastante impúdicos en su relax: comen sentados en el suelo o se echan los chismes en voz alta. Si no sacaste tu carro a la 1:00, tendrás que esperar a las 3:00. Uno que no estaba enterado se queja con el vigilante, aunque de manera bastante civilizada y resignada.

La mayoría de las tiendas más grandes y locales de comida, entre tanto, siguen atendiendo con normalidad a una clientela bastante mermada con respecto a lo que se observa habitualmente un viernes a mediodía. El gimnasio está abierto.

En el restaurante Presto’s, el ambiente del almuerzo es “romántico”: luces de emergencia y televisores sin señal de Directv. La franquicia Doña Jojoto no está vendiendo cachapas (una con medio queso, a 500 bolos), ni siquiera pagando con efectivo. De El Emir Express tampoco salen shawarmas.

La agencia del Banco de Venezuela sí presta servicio (de 11:00 am a 6:00 pm, se indica en un papel bond pegado afuera) y hay la cola de costumbre para el cajero automático. En Tecniciencia, la gran novedad es el libro de formato gigante Rafael Caldera: con orgullo de ser venezolano (12.400 bolívares), entre los bestsellers de autoayuda y gastronomía. En medio de la tensa calma del mall a media máquina, se puede encontrar alguna que otra relativa oferta: zapatos deportivos Saucony a 39.000 bolívares en Everlast. Los globitos de la feria de diversiones Magia Jumps siguen dando vueltas enloquecidas. La gente se queja del calor (más opresivo en algunos puntos que en otros) y se abanica en la feria semidesierta y oscura, que a diferencia de los pisos inferiores, carece de flujo de aire natural.

Los empleados de seguridad también tienen que distraerse con algo. Están activados en algún tipo de plan de contingencia: recorren el centro comercial con linterna y walkie talkies, reportando la absoluta normalidad. Se sienten en su hora estelar. Uno de ellos, con una braga similar a la de un bombero, me llama la atención por estar tomando notas con lápiz y papel: realmente es bastante sospechoso que alguien todavía escriba a mano. A las 2:30 pm, otro me vuelve a cortar el paso: “Lo hemos estado siguiendo por las cámaras. Usted ha estado recorriendo todos los pisos del centro comercial”. Le respondo que no sabía que eso estaba prohibido en un mall bajo decreto de emergencia. En ausencia de películas en El Recreo, uno podría hacerse una fantasía de cine de intriga al estilo: “Despiste al vigilante”. Batalla perdida.

Para que los de seguridad se tranquilicen, dejo de ejercitar los cuádriceps en las escaleras y vuelvo al cine en el que no hay cola. Solo hay una película con dos funciones que caben entre 3:00 y 7:00: Guerra de papás. Si al final el Episodio VII de Star Wars (solo 3:30 pm) queda una ñinguitica por detrás de Avatar o Titanic en la lista de las películas más taquilleras de la historia en todo el planeta, teóricamente en Disney podrán echarle la culpa a Rafa, el oso frontino.

Alexis Correia

Alexis Correia

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