Venezuela

Acuerdo a favor del diálogo y la paz debe aterrizar en un Gobierno de Unidad Nacional

Los diputados de la MUD y el GPP aprobaron por unanimidad un acuerdo a la luz del exhorto del Papa Francisco a favor del diálogo y la paz en Venezuela. En el acuerdo no se pide la mediación de ninguna autoridad sino que llama al encuentro y diálogo político. Se reconoce la importancia de la colaboración y el trabajo mancomunado para resolver los problemas del país y se renueva el compromiso de las partes para dirimir las diferencias con base en la Constitución. En el acuerdo se plantea trabajar de buena fe y por el bien común, para impulsar la cultura del encuentro que propicie las condiciones para un diálogo fecundo que evite nuevos conflictos entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

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FOTO: FABIOLA FERRERO

Venezuela está cansada de una diatriba política y una crisis económica que la ha puesto al borde de una crisis de gobernabilidad. El venezolano de a pie clama por un gran acuerdo nacional que permita superar los graves problemas de  escasez, acaparamiento y especulación que lo azotan desde hace tres años.
Conseguir las cosas más elementales de la vida cotidiana se ha convertido en una proeza de supervivencia, en una hazaña cotidiana  y la gente no quiere resignarse a semejante calamidad. Ninguna persona es realmente libre si no tiene la existencia material garantizada. La pobreza está asociada a la imposibilidad de tener acceso a los bienes básicos y esenciales para la sobrevivencia humana.
Los trabajadores que tienen una familia que mantener y todos los días necesitan llevar comida a la mesa de su casa, preferirán ser asalariados en una empresa capitalista que hambrientos desempleados anotados en una lista de espera en los portones de las empresas socialistas. Y en las elecciones parlamentarias fue muy cara la factura que el gobierno tuvo que pagar por este malestar. Por eso votó como votó y castigó al Gobierno al darle una abrumadora mayoría a la oposición en la AN. El pueblo habló duro en las parlamentarias del 6-D y se pronunció por el diálogo y la paz.
Por eso, la Oposición tiene que evitar que su euforia triunfalista la haga perder lucidez y con sus gritos de guerra embarque al país en el desgaste de un referendo revocatorio que daría al traste con la urgencia de reactivar la economía. Esto agravaría la inercia gubernamental, toda vez que el oficialismo, en su afán de mantenerse en el poder, pospondría una vez más la adopción de las urgentes medidas económicas que se requieren. Y aun cuando la inacción del Gobierno facilite el triunfo de la Oposición, ésta recibiría un país sumido en una grave crisis de gobernabilidad. Por lo tanto, la Oposición tampoco podría gobernar en un clima de paz social. Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para acordar un Gobierno de Unidad Nacional, con un programa básico que detenga el deterioro.
Por su parte, el gobierno tiene que evitar el desgaste que significaría enfrentar un referendo revocatorio y retomar el diálogo fecundo para construir con la Oposición unos acuerdos básicos de interés nacional que permitan reactivar la economía, conjurar la crisis eléctrica y enfrentar con éxito la criminalidad. Una agenda de interés nacional conviene al Gobierno, pero también a la Oposición, si quiere alentar sus esperanzas de gobernar con una economía sana y en un clima de paz social. De allí la conveniencia para ambos de crear los consensos necesarios para impulsar un Programa Básico de Estabilidad Económica y una Agenda Legislativa Mínima para reactivar la producción y erradicar la escasez.
Si el Gobierno quiere resultados diferentes tiene que comenzar por instrumentar políticas y estrategias diferentes. A raíz de la debacle electoral del 6-D, el oficialismo pudo desactivar la actual amenaza del revocatorio presidencial si hubiese enviado una rápida señal de diálogo y rectificación. Pero prefirió mantener la inercia que hoy agrava la crisis económica. En lugar de reconocer el peso que tuvieron las desviaciones y errores de su política, se empeña en atribuir el resultado adverso a una guerra económica que el mismo propició y pudo haber ganado si hubiese aplicado a tiempo los correctivos necesarios.
La narrativa de la guerra económica luce cada vez más agotada. Pero el Gobierno no termina de entender que es su política basada en rígidos controles e ineficientes subsidios los que estimulan la especulación y el contrabando. Al ahorcar a la empresa pública y privada, desestimula la producción y provoca escasez, contrabando y especulación, incluso por parte de las redes de buhoneros que no son enemigos políticos del gobierno, pero ven en las distorsiones de la política económica la oportunidad de lucrase.
Un Gobierno de Unidad Nacional permitirá la complementación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo para adoptar sin más retrasos las urgentes medidas que se requieren para corregir los desequilibrios macroeconómicos y reactivar el aparato productivo. La aplicación inmediata de estas medidas y la aprobación de las leyes necesarias contribuirá a reactivar la agricultura e industria.
No se trata de aplicar un programa de shock con un fuerte impacto antipopular, sino de interactuar y cooperar para cerrar el déficit fiscal y evitar su financiamiento con emisiones de dinero, aliviando así las presiones inflacionarias que devoran la capacidad adquisitiva de los salarios. La complementación entre el Gobierno y la AN tendrá un impacto positivo sobre la mayoría de la población permitirá recuperar su bienestar, conjurando así el estallido de una crisis de gobernabilidad.
Para que no se quede en un alarde de retórica parlamentaria, en un simple saludo a la bandera, el acuerdo a favor del diálogo y la paz que fue aprobado por unanimidad por los parlamentarios de la AN, debe cristalizar en un Gobierno de Unidad Nacional ayudará a gobernar y legislar en un clima de paz social para crear un nuevo marco legal e institucional mucho más propicio a la inversión  productiva, generar empleo estable y bien remunerado, recuperar la calidad de vida y bienestar social, y poner freno a la fuga de capitales y cerebros que descalabró la actividad productiva y generó los graves problemas de escasez que han puesto al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo al borde de una crisis humanitaria y de gobernabilidad.]]>

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