Venezuela

La opacidad del negocio eléctrico pone a Venezuela al borde del apagón

 Venezuela está en cuenta regresiva hacia las tinieblas. Junto a las estadísticas sobre la inflación, la escasez y el dólar paralelo, un nuevo dato altera los nervios de los venezolanos. Se trata de la cota del embalse de Guri –en el estado Bolívar, al sur del país- el complejo hidroeléctrico que ilumina a la República Bolivariana. 

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El ministro de Energía Eléctrica y presidente de la la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), general Luis Motta Domínguez, informó el lunes 25 de abril que el embalse alcanzaba los 241,60 metros sobre el nivel del mar (msnm). La cota de “emergencia extrema” se ubica en 240 msnm, límite que obligaría a imponer mayores restricciones a un servicio que ya sufre distintas alteraciones y fallas.
Motta Domínguez pronosticó en febrero que si no se tomaban acciones urgentes, a mediados de abril podría haber “un colapso eléctrico”. En su condición de máximo responsable del área, Motta Domínguez señaló que estaba dispuesto a “morir en el intento” de evitar un gran apagón nacional.
Mientras el Gobierno habla de impulsar la productividad y llama a encender los “motores” de la economía para superar la crisis, en la práctica impone recortes eléctricos que afectan desde los centros comerciales hasta las empresas básicas del Estado. Con la finalidad de ahorrar energía, el Ejecutivo nacional anunció este 14 de abril que a partir del primero de mayo modificará el huso horario, al tiempo que ha reducido la jornada laboral de la Administración Pública y acaba de comenzar a aplicar un plan de racionamiento en casi todo el país que se extenderá por, al menos, 40 días.
Junto a las amenazas habituales –el imperio yanqui, la ultraderecha mundial y la oligarquía criolla-, el presidente Nicolás Maduro ha incorporado en su discurso a un nuevo enemigo: “El Niño”. El fenómeno climático ha prolongado la sequía y los expertos advierten que las lluvias se tardarán en llegar hasta julio.
“Al haber déficit de precipitaciones, los caudales seguirán por debajo del promedio; habrá déficit del caudal en la Cuenca del Caroní, que compone junto con las cuencas andinas el más importante sistema hidroeléctrico y proporciona 60% de energía a todo el territorio nacional. Los embalses como el de Guri no van a llenarse”, declaró al diario El Nacional el ingeniero Valdemar Andrade, de la Estación del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Los últimos acontecimientos marcan el agravamiento de una crisis que se viene experimentando, al menos, desde 2009. En el interior de la República, la gente no habla de apagones sino de “alumbrones”, manera jocosa de decir que lo normal es que el servicio falle, no que funcione. En Twitter, la popular etiqueta #SinLuz registra permanentemente las interrupciones del sistema a escala nacional y ya hasta Caracas, que se jactaba de estar “blindada” ante cualquier anomalía, padece los rigores del bajón eléctrico.

El factor humano

El Gobierno de Maduro culpa a “El Niño” por los problemas de energía; pero para  los analistas estos males también son atribuibles a los hombres. Más específicamente, a aquellos que han manejado otra invención humana llamada revolución chavista.
El Ministerio de Energía Eléctrica destaca en su informe de gestión de 2015 que invirtió más de 2.130 millones de dólares en el mejoramiento del sistema eléctrico nacional. “En realidad, los resultados no se corresponden con las inversiones”, observa Miguel Lara, ex gerente de Corpoelec.
Lara señala que las fallas en el mantenimiento han disminuido la capacidad de generación térmica. “Las unidades térmicas más grandes están funcionando a 15% de su capacidad, lo que ha aumentado la dependencia del país con respecto a la hidroeléctrica”, apunta el antiguo director del  Sistema Interconectado Nacional.
En una carta enviada a la Asamblea Nacional el 19 de febrero, el Grupo Ricardo Zuloaga, constituido por expertos del sector eléctrico, advierte que “las acciones que desencadenaron la crisis eléctrica son inherentes a la ideología política que ejerce funciones de gobierno y que se caracteriza por: Estatismo, centralismo, partidización de instituciones y empresas, privilegio a la lealtad política sobre el conocimiento, rechazo a la meritocracia, burocratismo, autoritarismo, opacidad e impunidad”. 
Esos factores no solo habrían afectado la eficiencia del sistema eléctrico nacional, sino que han provocado escándalos de corrupción de proyección mundial.
“El tema del Banco de Andorra y Madrid no se trata solo de 4.200 millones de dólares, se trata de un evento donde funcionarios del gobierno actual y del expresidente (Hugo) Chávez utilizaron sus posiciones en el Gobierno para hacer negocios que generaron comisiones en el sector eléctrico, que posteriormente generaron este drama eléctrico que vive Venezuela”, aseveró el diputado Julio Montoya (PJ-Apure).
Montoya se refiere a Nervis Villalobos y Javier Alvarado Ochoa, antiguos viceministro de Energía y viceministro de Desarrollo Eléctrico, respectivamente, ambos investigados por la red de blanqueo de capitales a través del Banco de Andorra.
Informes de prensa apuntan que Villalobos habría cobrado 83 millones de euros en comisiones por la asignación de un contrato a la empresa española Duro Felguera, para el desarrollo de una central termoeléctrica.
La última bomba cayó el 24 de marzo, cuando la agencia Bloomberg publicó que el fiscal de Nueva York, Preet Bahara, investiga a Derwick, empresa contratista del sector eléctrico, en el marco de una averiguación sobre presuntos hechos de corrupción donde estaría implicada Petróleos de Venezuela (Pdvsa). De acuerdo con esta información, 18 entidades bancarias de Suiza entregarán a Bahara registros de transacciones financieras que involucran a Pdvsa.
Reportajes periodísticos detallan que la venezolana Derwick y la norteamericana ProEnergy Services manejaron información privilegiada para hacerse con grandes contratos durante la pasada emergencia eléctrica, decretada por el difunto presidente Hugo Chávez en febrero de 2010. Según estos reportes, las compañías facturaron con sobreprecio y, además, vendieron como nuevos equipos que ya estaban usados.
El ingeniero Víctor Poleo, viceministro de Energía en los albores del proceso chavista, reconoce que “esta crisis no tiene precedentes en 120 años de industria eléctrica en Venezuela”. En un informe elaborado para la ONG Cedice-Libertad, el profesor de la UCV resalta las supuestas irregularidades en convenios internacionales suscritos por Caracas.
En particular, menciona pactos firmados con empresas de Argentina, Brasil y Cuba, cuyos gobiernos respaldaban el avance de la revolución bolivariana. “La estafa a la Nación subyace en entregar a los ‘gobiernos amigos’ y/o a sus empresas ‘amigas’, en su mayoría no calificadas, unos 60 proyectos portadores de sobre-costos en el orden de los 17 mil millones de dólares”, sentencia Poleo.
Aunque el Gobierno solo se preocupa por la sequía, los expertos recuerdan que el problema se gestó en medio de una lluvia de millones de dólares. La opacidad en la administración de los fondos públicos, coloca a Venezuela al borde de la oscuridad.]]>

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