Venezuela

¿Está el gobierno de Maduro preparándose para unas elecciones?

(Dedicado a Fernando Mires y Thaelman Urgelles).- En los últimos días, la oposición parece haber confluido en la opción del referéndum revocatorio como la vía políticamente óptima para demostrar la voluntad mayoritaria de una transición política. Como es de esperarse, este será un proceso difícil, en el cual abundarán los obstáculos, amenazas y demostraciones de poder por parte del gobierno.

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Por Pavel Gómez (Economista) pavelgomez.com @pavelgomezcom

En este contexto, me parece necesario traer a colación una hipótesis, con el objetivo de que los comprensibles niveles de angustia y desesperación de la mayoría opositora abran paso al análisis sereno de la coyuntura. Digo esto con toda la humildad de quien está fuera de la geografía (no de la angustia) y con el debido respeto hacia quienes están quemándose la piel en las trincheras de la lucha política y de calle, de trompicones y duras negociaciones políticas.

La idea de estas líneas es proponer un ejercicio de análisis político, que pudiéramos llamar “fuera de la caja”, usando la trillada metáfora de tomar distancia de los problemas y observar posibilidades más allá de las típicas variables del análisis cotidiano.

El punto de partida es la separación de la vocinglería política de algunos actores, de las amenazas y la boconería del poder, y analizar tanto las presiones que enfrenta el oficialismo para que se abra el camino de una medición electoral, así como algunas señales débiles que quizá han pasado desapercibidas o son demasiado recientes.

En cuanto a las presiones, podemos suponer que son de al menos dos tipos: internas y externas. En la esfera interna, el oficialismo no es un bloque tan homogéneo como le gusta y le conviene mostrarse. La acumulación de problemas sociales hace mella, no solo en la población opositora, sino también en la base oficialista. Esto se traduce en un creciente malestar contra Maduro y la conducción política que él representa. Hay diversas señales en esta dirección: las críticas de varios exministros, dirigentes medios e intelectuales influyentes en la base chavista. Basta leer Aporrea para medir las dimensiones de este malestar.

Pero también ha cambiado el escenario externo, que de alguna manera le resta legitimidad al gobierno. Las negociaciones entre Obama y los cubanos, los cambios políticos en Argentina y Brasil, la situación de Rafael Correa en Ecuador y de Evo Morales en Bolivia, y la intervención del Papa, son algunos de los elementos que manifiestan presiones internacionales frente a las cuales el gobierno no está totalmente blindado. Entre otras cosas, por el hecho de que lo que ocurra en Venezuela afecta no solo al chavismo, sino también a la legitimidad política de una izquierda del subcontinente, que desea mantener sus opciones de poder en el futuro (pese a los cambios del presente).

La hipótesis

Dicho esto, es entonces el momento de conectar algunas “señales débiles” de los últimos días, las cuales me permiten sustentar la hipótesis de que el gobierno se está preparando para una medición electoral, pero que, como es de esperarse, está utilizando todo su poder para colocar esa medición en unos términos que le sean lo más favorables posibles, dentro de la coyuntura crítica que vive el país.

Primer movimiento:

El gobierno busca desmoralizar a la base opositora y enviar una señal de fuerza a su propia base. A esto apunta la vocinglería malandrosa de Jorge Rodríguez y de Diosdado Cabello, cuando repiten que no habrá referéndum, que hay fraude en las firmas, que ellos “aprobarán” o certificarán la legalidad de las firmas, etc., etc., como ustedes han visto hasta el hartazgo.

Esta estrategia persigue tres objetivos simultáneamente: a) desmoralizar al enemigo (incluyendo darle armas a los “comandantes guerrilleros de Twitter” de la oposición, que día tras día le disparan a los esfuerzos a favor de una salida electoral y basada en los mecanismos que están presentes hoy día en la constitución); b) dar una señal de fortaleza y de alta autoestima a su propia base; y c) retrasar lo más posible el referéndum, para ubicarlo en un tiempo más favorable electoralmente para el oficialismo (recuérdese lo ocurrido con el referéndum de 2004).

Segundo movimiento:

La eliminación de algunos íconos de la delincuencia. El Picure es el más mediático, pero el martes 10 de mayo se anunció la baja de El Coqui, otro de la lista de “los más buscados”. Podemos esperar que esta lista crezca en los próximos días.
Como parte de esta estrategia de ataque a la delincuencia, el gobierno anunció con alto ruido mediático el despliegue de las llamadas Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP) en la Cota 905, El Valle, Coche y el Cementerio. Podemos también esperar la implementación de estos despliegues mediático-policiales en zonas clave de las ciudades del interior.

Tercer movimiento:

El martes 10 de mayo, el vicepresidente para el Área Económica, Miguel Pérez Abad, anunció el arribo de 40 toneladas de productos farmacéuticos al país (más de dos millones de insumos), a través del convenio Irán-Venezuela.

El mismo día se anunció que el vicepresidente de la República, Aristóbulo Istúriz, sostuvo una reunión con dos grandes productoras sudafricanas de medicamentos (Zydus y Aspen Pharma) “para garantizar suministro de medicamentos en el corto plazo”.

Aspen Pharma contaría con más de 20 plantas en el mundo y, supuestamente, produce una amplia variedad de medicamentos de marca y genéricos, fármacos sin prescripción, productos de consumo y de nutrición infantil, y medicinas para una diversa gama de usos y tratamientos.

Zydus, por su parte, tendría presencia en cuatro continentes y contaría con más de 15 mil trabajadores produciendo su propia materia prima, y tendría una planta en Brasil, que le permitiría suplir a Venezuela a bajos costos de tiempo y transporte.

Estos tres movimientos, vistos en perspectiva, podría ser leídos como señales débiles de que el gobierno se prepara para competir electoralmente, utilizando una mezcla de tácticas que persiguen mejorar su posicionamiento electoral.

Aunque la no realización del referéndum y la culminación del mandato del Presidente Maduro puedan tener ventajas políticas para el gobierno, no es descabellado pensar que una medición electoral, en la cual el gobierno le apueste a salir exitoso, sería la llave para su permanencia en el poder durante un largo período.

Es importante tener claro que, pese a la situación, el gobierno cuenta con una base electoral importante. Esto quedó demostrado en las elecciones parlamentarias de diciembre del 2015, en las cuales el gobierno logró acumular 5,6 millones de votos, equivalentes al 40,9% de los votos totales. Este es un tema que no deja de llamar la atención: ¿Cómo es posible que en medio de la situación económica y social de diciembre de 2015, el gobierno lograra mantener ese volumen de apoyo electoral?

Una estrategia política para la confrontación electoral

Si efectivamente el gobierno está preparándose para una contienda electoral, entonces la oposición debe mantenerse nucleada alrededor de una estrategia política, que incluya la denuncia social, la identificación de la incapacidad política del gobierno para lograr una mejoría sostenida en el largo plazo, pero sobre todo, la articulación de una narrativa o un relato que conecte con los símbolos que han estado en juego en estos últimos 17 años:

• La preferencia por las salidas democráticas y constitucionales, como una señal de que se cree firmemente que el destino político del país debe estar en las manos de los venezolanos, y en particular de los ciudadanos (eso que se llama el pueblo) y no de una cúpula de sabios o de una élite endogámica;

• La proximidad cultural de los íconos opositores con la identidad del grueso de la población electoral venezolana, lo que implica que el pueblo pueda ver a los dirigentes opositores como semejantes desde el punto de vista cultural, social, por su manera de hablar y comunicarse, y por los referentes culturales usados en la comunicación; y

• Señales creíbles de que el proyecto político, económico y social del futuro estará orientado hacia una democratización de las instituciones políticas y económicas que genere confianza, inclusión, disposición a invertir, movilidad social e igualdad de oportunidades.

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