Bajo un sol de 40° C, Roberto Ramírez Machado, de 95 años, tenía un letrero en el que se leían los datos de una hija que está residenciada en el mismo bloque. A su lado dejaron una bolsa negra con ropa, papeles de identificación y una lata para que orinara, según explica el texto de Panorama.
Los residentes del edificio notificaron a la hija de Ramírez la situación; sin embargo, esta aseguró no poder hacerse cargo de él porque se iba de viaje.
“Vi a mi hija, le dije adiós con la mano y le eché la bendición”, afirmó Ramírez.
Desde entonces los vecinos se han encargado de él. Durante el día se le ve acostado en una colchoneta que sacan al área común del edificio y por la noche, una vecina lo lleva hasta su apartamento para que duerma en la sala.
Roberto afirma que tiene seis hijos. “El mayor murió y tengo un ingeniero, una abogada, una médica y una bioanalista”, aseveró.
“Esto es duro… he intentado suicidarme varias veces”.