Con motivo del Día del Padre y en medio de la mayor diáspora criolla, el politólogo Luis Salamanca escribió un poema para aquellos hombres que han visto a sus hijos cruzar el piso de Carlos Cruz Diez, ese que se ha convertido en el icono del adiós venezolano.
«A mi hijo el emigrante» va dedicado a todos aquellos que se han ido «buscando por el mundo lo que sueñan encontrar y la patria les niega sin piedad».
i
Los hijos crecen
y se van
buscando por el mundo
lo que sueñan encontrar.
ii
Antes crecían
de ciudad en ciudad,
ahora se marchan
de la patria mamá;
de donde nadie marchaba
y más bien venían
logrando hospitalidad.
iii
Los hijos crecen
y se van,
buscando por el mundo
lo que sueñan encontrar
y la patria les niega
sin piedad.
iv
La vida se sospecha
allende el gran mar;
más allá de la montaña,
gigantesco perro echado
protector de su ciudad.
v
La guitarra a la espalda,
la esperanza en el morral,
amigos y casa atrás
lejos del despotizado lar,
buscando por el mundo
lo que sueñan encontrar
y antes conquistaban en
su propio hogar.
vi
Atrás quedan mamá, papá,
hermanos y abuela,
con una lágrima en el ojo
y una sonrisa en el alma,
tristes por la partida
alegres por la libertad.
vii
También quedan atrás
la casa paterna, las calles panas,
los amores adolescentes,
las jodas de todas las horas,
las fiestas y diatribas políticas
propias de la edad.
viii
Nadie viene ahora,
todos se van,
buscando un nuevo cielo
bajo el cual soñar.
Padre ¿dónde está la patria?
Hijo, la patria no está.
Y hay que luchar para
volverla a encontrar,
para que vuelva a ser
la tierra de esperanza
donde poder amar.
No esta memoria de la soledad,
donde resuena el silencio
de los que no están.
“Venimos de la noche”
dijo el poeta,
y queremos ir hacia el día
de una patria de verdad.
x
Los hijos crecen
y se van
con su esperanza
a otro lugar;
bajo otro cielo
donde soñar,
una vida digna
que les niega
la patria del no hay.
xi
De otras tierras vinieron
los que hoy se marcharán,
en esta tierra nacieron
los que partieron ya,
todos son venezolanos
los que se despedirán
de la patria maltratada
por la arbitrariedad.
xii
Los que aquí quedan
no les dicen adiós,
y les piden que mantengan
la patria en el corazón;
pues la patria es mamá
que siempre los querrá,
y los espera de vuelta
más pronto que jamás;
y lucha por tenérselas
bonita y en libertad.
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