Venezuela

De lo inevitable

Ahora somos una mayoría irrefutable, pero no pudimos evitarlo: el comunismo bananero que se fraguó entre militares, cubanos y marxistas anquilosados, arrasó con el país, lo arruinó, lo borró, lo quemó.

Publicidad
chavismo
Foto: Harold Escalona

Han pasado 18 años desde que el chavismo llegó al poder. Para cuando era solo una amenaza, casi la mitad de los venezolanos pensábamos que se trataba del camino del desastre. Luego perdimos la calle, las instituciones, los partidos, la soberanía, una y otra elección.

Ahora somos una mayoría irrefutable, pero no pudimos evitarlo: el comunismo bananero que se fraguó entre militares, cubanos y marxistas anquilosados, arrasó con el país, lo arruinó, lo borró, lo quemó. Fernando Rodríguez se lo pregunta esta semana en su artículo de El Nacional: ¿Cuánto nos va a pesar, mañana o pasado mañana, la memoria de tanta inmundicia que nos ha rodeado tanto tiempo, que unos produjeron y otros hemos sido incapaces de impedir?

——-

¿Por qué se murió Alejandro Rebolledo? No me interesa el resultado de la autopsia. Porque el resultado de la autopsia no contesta la pregunta. ¿Por qué un tipo tan genial, controversial y auténtico muere un día, en la mitad de su vida? Alejandro no tenía tiempo. Fue repelente y protegido, de verbo impulsivo, de una audacia inigualable en nuestra generación. Amante de la música, inventor de teorías al minuto.

Un tipo distinto. Apartado. Que al mismo tiempo que buscaba foco, le rehuía. Un tipo que sufría mucho, de seguro. Pero que no hacía pornografía de sus dolores. Su muerte nos dejó perplejos a cientos. Por inesperada. Y porque no habíamos caído en cuenta de todo lo que él significaba. Hasta su desaparición. Qué clásico.

Sus amigos de siempre le vieron su lado íntimo y tierno. Los de generación, unos, conocieron su piel más divertida y expresiva. Otros jamás se llevaron con sus criterios desconsiderados. Pero nunca nadie tuvo un peo grave con Alejandro. Fue un carajo desinteresado en hacer daño y que dejó mucho construido, una novela icónica, un poemario urbano y genial regalado en la web, una colección de crónicas urbanas incomparables. Por qué se fue de pronto?

——-

Es el primer día de escuela y mi hijo mayor cambia de plantel porque empieza la educación media, y entonces me doy cuenta de que los padres no somos bienvenidos en su nuevo hábitat. El primer día es una excepción. Los pasillos de la escuela son ríos de púberes dispuestos a empezar a conocer cómo es la vida, aunque sea en ese territorio, completamente a su mando.

Es inevitable que crezcan, me digo, mientras trato de disimular, incluso frente a mi, que algo se me sale del corazón. No lo controlo, a mi cabeza viene Serrat: “Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós”.

Publicidad
Publicidad