Días oscuros
El mensaje de Tamoa Calzadilla en el Whatsapp me perturba y me calma de inmediato. Es la cara de Alonso, uno de mis (nuestros) amigos más cercanos e históricos, de esa gente que habla con tu mamá sin que tú te enteres, o su hermano te escribe para saludarte sin mediar con nadie. “Ya hablé con él, está bien”, agrega rápido Tamoa para no escandalizarme. “Malditos”, le respondo.