Venezuela

Carmen Espinoza marchó por una Venezuela fértil

Madre, abuela y agricultora. Carmen Espinoza no tiene miedo de salir a la calle a exigir un cambio de gobierno. Hoy marchó para olvidarse de los trueques de alimentos, porque sus tierras vuelvan a ser fértiles, porque sus nietos puedan tener una Venezuela como la que ella vivió décadas atrás

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Fotografía: Andrea Tosta

Desde tempranas horas de la mañana, la avenida O’Higgins de El Paraíso fue uno de los focos de historias de superación, desespero y hastío ante la situación del país. La toma de Caracas, convocada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), movilizó a personas dentro y fuera de la capital, con motivaciones diversas, pero todas centradas en un cambio de gobierno vía referéndum revocatorio.

Carmen Espinoza fue una de ellas. Despierta desde las 4 de la mañana, salió de Carayaca, estado Vargas, para tomar un autobús que la llevara a la capital. Admite haberse parado con ánimo y fe. Mientras varios habitantes de las demás zonas de cultivo donde habita decidieron quedarse en sus casas, Carmen no dejó que el miedo pudiese más que su voluntad. “Nos habían asustado, diciendo que no nos iban a dejar pasar en la alcabala que había subiendo por los túneles, pero los guardias nos dejaron pasar. Estamos tranquilos, estamos con Dios”, dijo.

Su profesión se puede confundir con el afiche de cartón que sostiene, con el que la fotografían, el que alza siempre que tocan corneta en apoyo a la concentración. Con letras tricolores, la identifica como educadora del estado Bolívar. “Yo solo lo sostengo –ríe-. Es de un señor que está pintando caras por allí”.

Las apariencias engañan: Carmen es productora agrícola y hoy marchó por la carestía de productos y el alza de precios. “Es difícil trabajar en el campo en estos tiempos. Un litro de herbicida común te puede salir en 10 mil bolívares, y aumenta cada semana. Yo trabajo todos, todos los días y en mi casa hay muchísima escasez. Nunca hay nada. Nosotros sobrevivimos prácticamente con lo que sembramos”.

Carmen ha visto cómo su sembradío ubicado en el pueblo varguense El Paurino que cultiva con su familia va en picada, al unísono con sus finanzas y su estabilidad emocional. Antes de la expropiación de Agroisleña en 2010, podía cultivar las guayabas por las que era reconocida en la zona y comprar los insecticidas para su mantenimiento.

Ahora, cultiva lo necesario para subsistir en solo dos de las seis hectáreas por falta de herbicidas. “Tenemos algunas matas de aguacates y de cambur. También sembramos caraota y maíz y a veces lo cambiamos por productos regulados. Cuando tenemos caraotas, las cambiamos por crema dental o champú. Así estamos todos los agricultores de ahí”.

Sus tierras dejaron de gestar la fruta desde hace años. Los campos vecinos de Carayaca que en un principio eran cultivos de guayaba “ahora se ven secos o con puro monte. Es difícil”. Sin ningún otro sostén económico más que sus sembradíos, se rebusca con trueques y cultiva a diario su pan de cada día.

Las lágrimas corren por su mejilla, pero las seca rápido. Carmen se conmociona fácilmente cuando recuerda la situación de escasez a la que están sometidos sus tres nietos, sin merecerlo ni buscarlo. Los más pequeños –de siete meses y un año- crecen en un país sin oportunidades, como en el que ella vivió cinco décadas atrás. “Es triste mirar a tus nietos, sobre todo los chiquitos, y ver cómo pasan trabajo sin necesidad. Ver cómo mi nuera vende constantemente cosas suyas para tener con qué comprarle los pañales al niño. Y el otro que se enferma y no tiene las medicinas porque no hay en ninguna parte”.

Carmen asistió a la Toma de Caracas en representación de su descendencia, aunque asegura que la próxima vez sí vendrán al menos sus tres hijos. “Yo misma les dije que mejor que no vinieran porque podían pasar cosas feas. Prefiero que se queden en la casa”. Sin embargo, ni el miedo latente, ni las amenazas que presenció por televisión le impidieron marchar este jueves.

“Ellos siempre buscan violencia contra uno, porque nosotros no somos violentos, no queremos violencia. Solo queremos dar un mensaje al CNE de que debe ser justo, que son solo unas elecciones para que el pueblo se exprese. Ellos son los que siempre nos buscan problemas. La idea de nosotros no es caer en provocaciones”. Carmen se quedaría protestando el tiempo que fuese necesario, “porque, chica, esta broma no puede seguir así. Si dicen que hay que amanecer, amanecemos”, remató.

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