Venezuela

Albergues infantiles mitigan la crisis para vivir en la esperanza

Casas hogares, albergues e instituciones de protección a la infancia tampoco se salvan de las dificultades que hay en el país. Mantener el lugar, conseguir las medicinas y rubros esenciales consume las angustias y esfuerzos. Sin embargo, algunas de estas entidades luchan para la garantía de una alimentación a diario, así como también darles a los niños, niñas y adolescente un ambiente de bienestar, permitiéndoles una calidad de vida y desarrollo para un futuro en la sociedad

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Texto: Pierina Sora @pierast | Fotos: Andrea Hernández @andrernandez

Una vez se abre la puerta, el bullicio de los niños te lleva a otro mundo. Varios corren por el parque, otros están en el piso pintando alguna de sus ingenuas creaciones, mientras que los más pequeños son vigilados por las madres cuidadoras que viven en el recinto.

Hogar Bambi es una asociación civil que cuenta con tres casas: Bambi I, II y III. Sus sedes están ubicadas en San Bernardino. Allí, albergan niños, niñas y adolescentes que no poseen familia adoptiva o sustituta.

Así como Bambi, existen varias instituciones en Caracas que brindan protección física y mental a los niños y jóvenes hasta que cumplan la mayoría de edad. Les proporcionan casa, alimentación, vestido y una serie de programas enfocados a su salud, bienestar y recreación, siempre coordinados por personal calificado.

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Según un estudio publicado el pasado mes de marzo del presente año por la institución Proadopción, en alianza con el Centro de Investigación Social (Cisor), un promedio de 800 menores están recibiendo crianza alternativa en entidades de atención, llamadas así en el artículo 181 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopnna).

Debido a la situación en Venezuela, cuidar y mantener a un niño conlleva varios gastos. Sin embargo, las casas hogares tienen –sobre todo en estos tiempos– una gran responsabilidad de cumplir con sus funciones. Pero, dichas funciones se han puesto cuesta arriba por la crisis económica que atraviesa el país. Un ejemplo de esto es la difícil tarea de dar las tres comidas diarias.

“Acá nos traen la comida ya medida para que nos rinda al mes. Por lo menos nos traen dos harinas semanales, dos pastas, dos de arroz y cuatro litros de aceite. Yo tengo solo cinco meses aquí, pero lo que han dicho los chicos es que anteriormente comían súper y no usaban tanto la verdura. Aquí ahora comemos hasta brócoli”, comenta una de las madres cuidadoras de Bambi que optó por el anonimato.

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La crisis les pega a todos: ciudadanos, niños, jóvenes, empresarios, productores, entre otros. Según voces dentro de la casa hogar, los alimentos de los cuales –la gran mayoría– son donativos por instituciones y empresas privadas han bajado el número de merced por los aprietos y escasez. “Ya las organizaciones que nos donaban anteriormente en abundancia ya no lo hacen. En la parte de la higiene ya no nos traen la pasta dental y el jabón de baño en barra tampoco”, explica una de las madres que cuida a seis adolescentes varones en el lugar.

La escasez de harina pan ha hecho que los venezolanos se las ingenien para no tener que prescindir de la arepa, sin embargo aquellos que son bienafortunados en encontrar el producto prefieren rendirla con otros complementos y hacer de esto algo más duradero. “El menú de aquí se ha convertido en rendir las comidas. La harina la rendimos con remolacha, auyama, batata, zanahoria y afrecho”, prosigue la mujer.

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Al entrar a la cocina de Mi Casita, el guiso de la señora Petra cautiva a los visitantes. La cocinera prepara el desayuno y el almuerzo. Deja listos los ingredientes para que las mamás de los niños resuelvan la cena: «Ellas cocinan en la noche. Son muy unidas»

“El mejor diagnóstico es la esperanza”

Otra casa de abrigo –pero que trata con niños que padecen de alguna enfermedad– es la Fundación Amigos del Niño con Cáncer, ubicada en San Bernardino. Hace 34 años, dicha institución nace con la necesidad de ayudar a los padres que tengan a sus hijos con alguno de estos padecimientos y puedan costear las quimioterapias, además la fundación se encarga de hacer todo lo posible para que el niño se cure de este mal.

Al ingresar a sus instalaciones lo primero que se ve es un cuadro con un mensaje claro: “el mejor diagnóstico es la esperanza”. A su lado, está el albergue “Mi Casita”, lugar donde viven los niños y adolescentes –junto con su representante– diagnosticados mientras se encuentran en el proceso de quimioterapia. La mayoría de estas familias provienen del interior del país y no cuentan con los recursos necesarios para mantenerse en Caracas, lugar donde generalmente realizan sus tratamientos.

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Según palabras de Kira Machado, vicepresidenta de la Fundación Amigos con Cáncer, la alimentación es especialmente importante cuando un niño padece de cáncer, pues tanto en la enfermedad como el tratamiento pueden afectar su apetito, la tolerancia a los alimentos y la capacidad de su organismo para asimilar los nutrientes. Es por ello que la fundación hace su mejor esfuerzo. Durante la estadía, los pacientes y los padres reciben las tres comidas al día, además cuentan con espacios de recreación y un guía para el manejo de computadoras. También, poseen servicios médicos y psicológicos semanalmente de forma gratuita. Adentrándonos en el albergue, a lo largo del lugar se encuentran 18 habitaciones en las que cada una de ellas tiene dos camas y una cuna. Todo en perfecto estado y pulcro. Las madres se turnan para limpiar el espacio: «Es como nuestra casa», asegura Ana, la mamá de Jaime García de 14 años.

Muchas veces les ha tocado comprar los alimentos a precios de bachaquero y se han visto en la necesidad de bajar el número de comidas. Así lo explica la representante de la organización. “Hace poco tuvimos que acortar el número de comidas. Los fines de semana ya no la damos, solo de lunes a viernes. Esperemos que sean solamente esos los únicos días que no podamos suministrarla, mientras podamos, vamos a estar aquí trabajando hasta el final”. La mamá de Héctor, Joana Loaiza, asegura que el alimento no es lo único que falta. Lo que más le quita el sueño es la ausencia de medicamentos e insumos.

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Asegura que la situación es compleja, pues en los últimos meses, la fundación se ha visto en la necesidad de cerrar varios de los programas que ofrecen. Ejemplo de ello es el Catéter. Con esto, la fundación donaba el dispositivo el cual permite la inyección de fármacos mediante un tejido o vena durante el tratamiento de quimioterapia. Pero, la adquisición del mismo se detuvo debido a que es importado y solo se puede adquirir con divisas. Ante los altos costos que representan cubrir una urna, otro de los servicios que mermó fue el funerario. “Tenemos un porcentaje de pacientes que fallecen y nosotros costeábamos el traslado del cadáver desde el hospital hasta el lugar de sepultura, pero hoy en día eso representa alrededor de medio millón de bolívares”, informa la directiva.

«Uno siempre saca de su cabeza el hecho de que su hijo muera, pero cuando sucede aquí, uno se recuerda de que nos puede tocar. Y sin anestesia», comenta Loaiza.

Padres solicitan ayuda por la falta de comida

La Fundación Amigos del Niño que Amerita Protección (Fundana), ubicada en la avenida Río de Janeiro de Caracas, tiene 25 años trabajando en pro de los niños y jóvenes que necesitan un hogar. En casos de abandonos, maltratos físicos o sexuales reciben a los niños y niñas. Estos llegan luego de que los Consejos de Protección del Niño, Niña y el Adolescente emitan una medida para que pasen a vivir en la casa abrigo. Sin embargo, la directiva comenta que las causas de ingresos han variado y que hubo un aumento de número de niños dejados por voluntad de sus padres porque no tienen como alimentarlos ni como mantenerlos.

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“Hay muchas familias que han solicitado apoyo para que sus niños pasen a vivir acá, pero no necesariamente los padres están recurriendo al abandono, siguen estando allí presentes. Lamentablemente no tienen cómo cubrir sus responsabilidades como padres. En estos tres meses entre un 30 y 40% ha habido un aumento. El deterioro y la situación del país ha hecho que esto sea una nueva causa de ingreso a la casa abrigo”, informa Nathalie Abuchaibe, directora de Fundana.

A juicio de Abuchaibe, el venezolano, a pesar de las circunstancias del país, sigue siendo muy solidario con ellos y les brindan una mano ayuda. “Buscamos que nos sigan ayudando en el día a día. Tratamos de que se sumen esfuerzos para nosotros no tener que hacerlo solos”.

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En estos tiempos donde la escasez y la crisis económica atacan constantemente a los ciudadanos, parece ser que hay que activar la solidaridad. La solidaridad con los demás seres humanos que permite actuar desinteresadamente y de manera compasiva. Aunque la crisis, como a todos los ciudadanos, les ha afectado en cierta forma las tres casas hogares hacen un llamado, sin distinción de bando político o clases, para que los donativos sigan sumándose y puedan seguir manteniendo a estos niños que serán el futuro de un país.

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Ana viene con Jaime desde El Tigre cada 21 días, cuando le toca la quimioterapia: «Estamos muy agradecidos con la fundación porque nos ayudan con lo que pueden»

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*Los nombres de los niños fueron cambiados por protección.

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