Venezuela

Una buena noticia

Venezuela es una nación atribulada. Nuestro pueblo sufre varias crisis que siente que lo arrinconan y empobrecen.

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Texto: Ramón Guillermo Aveledo (@aveledounidad)

En un país ayuno de novedades auspiciosas, que Monseñor Baltazar Porras sea nuevo Cardenal es una alegría y un aliento para quienes trabajamos por una sociedad fundada en valores de  libertad y solidaridad.

Venezuela es una nación atribulada. Nuestro pueblo sufre varias crisis que siente que lo arrinconan y empobrecen. La económica, que vive en las colas que se multiplican y en los ingresos que no se dan abasto para los gastos esenciales, porque nunca alcanzan la inflación disparada. La social, porque la anterior tiene consecuencias en la vida de cada uno y en la convivencia de todos. La política, porque en lugar de producir soluciones, aparece como generadora de problemas nuevos o agravadora de los existentes.

Cierto que nada de eso cambia porque el Arzobispo de Mérida haya sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco. Pero con esta nueva muestra de su afecto y preocupación por la suerte de nuestro pueblo, el Pontífice nos anima a no perder la esperanza y a seguir luchando porque nuestra Patria  sea un hogar hospitalario para todos los venezolanos. Y eso, es una buena noticia, cuando abundan las malas, y las buenas nos hacen tanta falta.

En abril de 2013, a poco de asumir el pontificado, Francisco dijo que nos acompañaba “con la esperanza de que se encuentren caminos justos y pacíficos para superar el momento de grave dificultad que el país está atravesando”. Desde febrero de 2014 pidió “un diálogo sincero” para una “justicia que afronte temas concretos para el bien común”, y nunca ha dejado de mostrar su disponibilidad para ayudar en un proceso cuyo responsabilidad toca a los venezolanos. Por eso, y porque está bien informado de lo que ocurre aquí, es que la designación que ha hecho tiene tanto significado.   

A Monseñor Baltazar Porras lo conozco desde 1979. Lo aprecio como persona y como pastor. Sé de sus valores, que son los de la Doctrina Cristiana, de su valía y de su valentía. En 1999 o 2000, cuando presidía la Conferencia Episcopal, así lo destaqué entonces en esta columna por su trascendencia, Porras dijo en Guanare que los ejemplos a seguir por los obispos venezolanos en este tiempo, eran los de los Monseñores Salvador Montes de Oca y Rafael Arias Blanco. Aquel, expulsado en 1934 por presión de una dictadura y luego mártir de los nazis en Italia, y éste, autor de la Pastoral del 1 de Mayo de 1957 que levantó el reclamo de justicia en otra tiranía. Cualquier otra palabra sería sobrante.

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