Venezuela

¿Nos estamos africanizando?

Ver a Venezuela en las mediciones internacionales en diversos aspectos, en las últimas posiciones refuerza tristemente el título de este artículo. 

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Fotografía: Andrea Hernández

Reconozco que el término es peyorativo, sobre todo porque hace referencia en términos negativos a un continente en donde conviven muchísimas culturas ricas en incontables tradiciones. África no solo es el continente, hasta que surja evidencia en contrario, donde los monos se hicieron bípedos (homo habilis) hace aproximadamente 2,5 millones de años, en el territorio de la actual Tanzania, dando lugar posteriormente al homo sapiens, sino que desde allí en sucesivas olas migratorias estos homos llegaría a la región conocida como los “flancos montañosos” un arco de tierra que esta alrededor los ríos Tigris y Éufrates y los valles de Jordania, en el suroeste de Asia, contribuyendo al origen e impulso de la civilización occidental.

Una franja importante de la región central del continente africano, que casi alcanza sus dos extremos contiene a países que están sometidos o condenados por el subdesarrollo, o para usar un término más amigable y políticamente correcto en los tiempos actuales, países que están en vías de desarrollo, en los que en muchos casos ni se vislumbra la vía, ni mucho menos el objetivo final de desarrollo.

Algunos de los elementos característicos de estos países son una economía basada principalmente en el sector primario o en la preminencia en la producción de una materia particular. La economía presenta tasas de crecimiento negativo, altas tasas de inflación y escasez, y la población tiene un poder adquisitivo muy bajo que la lleva a consumir menos alimentos y entrar en cuadros de desnutrición. Las sucesivas crisis de salud y hambruna causan estragos en sus poblaciones.

Su comercio exterior presenta una balanza comercial desfavorable, con un predominio en las exportaciones de un único producto y en donde se importan casi todos los productos, especialmente los manufacturados. También, los niveles de inversiones nacionales y extranjeras son bajos, el clima de negocios adverso y la generación de tecnología es inexistente.

En estos países las tasas de mortalidad infantil son altas, las de muertes violentas también. La desocupación y subocupación son masivas, en algunos casos hay sobrepoblación relativa de algunos núcleos con la respectiva inexistencia o colapso de los servicios públicos. Las tasas de deserción educativa son altas y la calidad del sistema educativo es baja. Llegado un momento estos países comienzan a exportar tantos migrantes como productos tropicales.

La corrupción es campante, las instituciones son débiles, el nivel de cumplimiento de las leyes muy bajo. Las libertades están limitadas al igual que el respeto a la disidencia y la convivencia pacífica con ella. Los ingresos son mal distribuidos e irracionalmente utilizados. Todo este “cocktail” va acompañado de una realidad y de una sensación de realidad en la que el progreso y la modernidad parecen haberse detenido para dar lugar al atraso, a la desesperanza a la falta de futuro. Estos países se encuentran atrapados en una suerte  de “Bucle en el Tiempo” que inicia y culmina en un espiral descendente de baja gobernabilidad y gobernanza.

Ver a Venezuela en las mediciones internacionales en diversos aspectos, en las últimas posiciones refuerza tristemente el título de este artículo. Encuentro muchos lugares comunes en la Venezuela actual con la descripción contenida en los párrafos precedentes.  Por ejemplo, esta semana salieron los resultados de la última edición (2017) del estudio del Banco Mundial “Haciendo Negocios” y quedamos de nuevo en las últimas posiciones, 187 de 190 países, entre Somalia, Eritrea y Libia por un lado y por el otro, la República Democrática del Congo, República Centroafricana y Sudan del Sur, por el otro. En otros estudios, por solo tomar algunos ejemplos, como el del Indice Mundial de Competitividad en la posición 130 de 138 países, o en la posición 113 de 113 países en el Indice de Cumplimiento de la Ley. Ver estos resultados me produce escalofríos, especialmente en Halloween.

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