Venezuela

Pero este cuento se acaba, acaba, acaba

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FOTOGRAFÍA: AFP / FEDERICO PARRA

Booooooommmmba, sensual, un movimiento sensual, sensual

un movimiento muy sexy, sexy, un movimiento muy sexy, sexy

y aquí se viene el africano con este baile que es una bomba

para bailar esto que es una bomba, para gozar esto es una bomba, para menear esto es una bomba y las mujeres lo bailan así, así, así, así.

No sé si estaba bailando la “bomba”, pero fuera lo que fuera lo que estuviera bailando, no puedo expresar la rabia que sentí cuando vi la foto de Nicolás Maduro haciendo trencito con el ministro de Trinidad y Tobago y las bailarinas que éste último trajo en su visita a Miraflores. Creo que quien está a la izquierda de la foto es la cancillera Delcy Rodríguez, pero no puedo asegurarlo porque está mirando hacia abajo. Como dice el sabio proverbio, “la mujer del César no sólo tiene que ser honesta sino parecerlo” y este dicho se aplica tanto a mujeres como a hombres en eso de serlo y parecerlo. El Presidente, aunque le importe un pito que millones de venezolanos estén pasando penurias, debería al menos aparentar solidaridad con sus conciudadanos.

Todo el mundo, una mano en la cabeza, una mano en la cabeza

un movimiento sexy, un movimiento sexy

una mano en la cintura, una mano en la cintura

un movimiento sexy, un movimiento sexy ahora empiezo a menear…

La verdad es que con esa actitud, Maduro lo pone a uno a pensar seriamente en su sanidad mental. Ahora le ha dado por la salsa. El país se está cayendo a pedazos, literalmente, pero Maduro baila salsa cada vez que puede. Me sorprendió cuando los vi –a él y a su mujer- bailando como si nada al día siguiente de la sentencia de los narcosobrinos.

Vuelvo al tema de serlo y parecerlo: tal vez querían aparentar que no pasaba nada, pero sí pasaba, y algo muy grave: eran dos sobrinos condenados por unanimidad en un país donde la justicia no tiene precio y por un delito tan grave como es el narcotráfico. Eso puede representarles como mínimo diez años de cárcel. ¡Son sus sobrinos, caramba! A menos que los chicos se sientan abandonados y negocien reducir la pena por sapear a los cómplices, en cuyo caso deberían estar temblando, no bailando.

Para bailar esto es una bomba, para gozar esto es una bomba

todas las mujeres lo bailan, bomba, todas los hombres lo bailan, bomba

todas las radios lo ponen, bomba, las discotecas lo ponen, bomba

toda la gente lo baila, bomba, y las mujeres lo bailan así, así, así, así…

¿Y Maduro no dizque estaba consternado por la muerte de Fidel? ¡Huy!… los cubanos deben estar atónitos ante semejante demostración de “duelo”. Un hombre que apenas tres días antes casi sollozaba ante las cámaras, sale a menear su esqueletote con una alegría desbordante. El mismo hombre que ordenó cancelar el festival de “Suena Caracas” -obligando a todos a un luto que la mayoría no sentía- es quien rompe el duelo nacional con un baile transmitido por la TV del Estado. Serlo y parecerlo, Maduro. Serlo y parecerlo.

Suavecito para abajo, para abajo, para abajo

suavecito para arriba, para arriba, para arriba

suavecito para abajo, para abajo, para abajo

suavecito para arriba, para arriba, para arriba…

No puedo imaginarme, si yo me sentí tan incómoda cuando lo vi bailando, cómo se sintió alguien que busca medicamentos que no consigue. O alguien a quien le mataron un familiar. O quien pasa hambre haciendo “la dieta de Maduro”, que por cierto, está más gordo cada día. La cabeza de la “revolución humanista”, de la revolución de los pobres, es un pobre ser que no da pie con bola, excepto cuando baila. Chávez jamás hubiera hecho eso.

Y Chávez tal vez tampoco sentía lo que decía sentir, pero aparentaba sentirlo. Por eso tanta gente lo quería. Tal vez no lo era, pero parecía. Y eso lo engrandecía a los ojos de sus seguidores. ¿Alguien se imagina a Chávez bailando en un trencito a una semana de la muerte de Fidel?…

Si yo fuera chavista, estaría preocupadísima por la salud mental de Nicolás Maduro. Más que cualquier opositor, porque en su locura arrasará con todo, hasta con la posibilidad de que ellos sobrevivan como fuerza política a la catástrofe que se nos viene encima.

Pero este cuento se acaba, acaba, acaba

acaba, acaba, acábalo

y acaba, acaba, acaba, acaba, acábalo

y acaba, acaba, acaba, acaba, acábalo

y acaba, acaba, acaba, acaba, acábalo…

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