Venezuela

El espíritu robinsoniano, pero el de Hood

En días recientes tuvo lugar una operación de la SUNDEE contra la distribuidora de juguetes Kreisel, que por la época, la “escenografía”, las maneras de los personajes y el argumento parecía sacada de una versión tropical y navideña del cuento de Robin Hood

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FOTOGRAFÍA: GREGORIO TERÁN | AVN

I. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la realidad o ficción de Robin Hood. La primera mención de esté personaje que robaba a los ladrones y ricos, para que los pobres de Nottingham pudieran vivir y que se dice vivió en los bosques de Sherwood en el siglo XIII, se hizo en el siglo XV. Numerosas reseñas históricas, novelas de grandes de las letras inglesas como Walter Scott y Alejandro Dumas, cuentos infantiles y más de cuarenta películas. Su hito de inmortalización fue la película de Disney de 1973,” …Robín Hood era la única esperanza de la gente, robaba a los ricos para alimentar a los pobres…”

Niños de todas las edades crecieron viendo la película e incorporando en sus corazones ese sentimiento ingenuo de creer que las desigualdades se pueden suprimir a la fuerza, sin generar más desgracias y desatar una locura en la cual los incentivos para el respeto se suprimen. Hoy el juguete, mañana el carro, pasado mañana la casa, después la mujer, los hijos, etc.  La vida te enseña posteriormente que el mundo no es tan sencillo. Que ese “We are the world, we are the children” a la fuerza, genera mas tragedias, que alegrías.

II. Con independencia de si el personaje histórico existió o no, hay una suerte de versión criolla, no solo arquetipal, sino real. Lo arquetipal tiene que ver con el héroe mítico que fue transmitido de generación en generación y que devino en un arquetipo especifico, en términos de Jung, en el sentido de una imagen constitutiva del inconsciente colectivo, común a la humanidad, y encubierta en leyendas, cultos y mitos culturales.

En nuestro caso esa imagen tiene que ver con la creencia profunda en estos últimos años, que todo el que tiene recursos es porque es un ladrón o todo el que trata de producir es un vampiro, y todo el que carece de algo, es porque otro se lo quitó. Por su puesto, que, si agregamos los elementos políticos – ideológicos, por un lado, y la corrupción por el otro, los cimientos de cualquier análisis se vienen al suelo, por la diversidad de aristas que hay que agregar.

III.  Aterrizando mas este asunto a la realidad, todo tiene que ver con la visión que tienen los distintos integrantes de la sociedad con respecto al concepto de propiedad. Este ha evolucionado históricamente con agregados económicos, políticos, jurídicos, filosóficos y hasta religiosos. Pero es en la edad moderna en donde mas autores han hecho sus aportes.

La visión del ya fallecido economista y sociólogo estadounidense, Mancur Olson es, que con independencia que nuestro relacionamiento con la concepción del derecho de propiedad se realice bajo la perspectiva que este es un derecho natural (por ejemplo: tierna infancia en la cual, sin ninguna conducta aprendida, y con pocos meses de nacido el pequeño dominado por patrones casi genéticos, se altera cuando le quitan su juguete o cuando comienza a hablar dice: “este juguete Kreisel es mío”), la realidad es que éstos (derechos de propiedad) resultan de la iniciativa social, y en especial de la gubernamental. Es decir, que no hay propiedad privada sin gobierno y sin una estructura estadal sobre la cual ésta funcione y el Estado la haga respetar.

Es por esa razón que encontramos que los estados más prósperos del mundo son aquellos donde los derechos de propiedad son plenamente respetados. De acuerdo a la edición 2016 del Índice de Propiedad Internacional, dirigido por la Alianza por los derechos de propiedad y presentado en Venezuela por CEDICE, los 10 primeros lugares lo ocupan los países más desarrollados y viables del mundo, y las últimas posiciones, los menos. Tristemente hay que decir, que de 128 países que entran en la medición ocupamos la posición 128.

IV. La esencia de este asunto se centra en la discusión que se genera de confrontar el respeto pleno de los derechos de propiedad, con sus respectivas limitaciones, frente a la inequidad que se genera en un grupo social cuando algunos no tienen ni lo mínimo para sobrevivir (extrema necesidad). Por su puesto, que parte del atributo de ser verdaderamente humano es sensibilizarse ante el que nada tiene, y brindarle ayuda, pero el problema aquí, y específicamente en Venezuela, no es ese, no es de forma, sino de fondo.

No se trata de aquella historia jocosa que he escuchado en la cual la victima de adulterio, para no sufrirlo mas, no arregla el asunto con su pareja, sino que culpabiliza el lecho donde ocurrieron los hechos y decide cambiarlo.  Igualmente, no se trata de si los niños menos favorecidos no van a recibir juguetes porque Santa le tiene rabia al país, o algún empresario es el grinch. De lo que se trata es de que hay todo un entorno que dificulta o mejor dicho imposibilita el desarrollo de negocios en una forma no bizarra. Dificulta y también imposibilita en varios casos la iniciativa, la creación de empleos bien remunerados, el respeto a la propiedad y porque no, la igualdad, pero hacia arriba, con altos estándares, como la que existe en los países nórdicos, o en Canadá, o en Australia, o en Nueva Zelandia, o en todos aquellos países que ocupan las primeras posiciones en el estudio comentado.

V. Al final, cuando el Estado deviene en uno depredador, toda la base institucional del país se quiebra afectando la iniciativa, los incentivos, la eficiencia, el crecimiento y la prosperidad. Años después, no habrá, ni Santa, ni Grinch, ni navidad, ni niños, ni juguetes, ni nada, solo una sensación de estar lleno de vacuidad.

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