Venezuela

Salir del extraño mundo de Subuso

En 2009, Alfredo Mantilla, editor de El Colombiano, escribió un genial artículo sobre “El extraño mundo de Subuso”, una historieta con cierto tinte surrealista, sobre una absurda región imaginaria, que se publicó por allá a mediados del siglo pasado y en la que el protagonista, Subuso, era un personajillo miope —con una gorra y unos inmensos y especiales lentes— que solo veía lo que quería ver.

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Y, como es apenas lógico, lo que él quería ver era siempre hermoso y grato. Nada era malo. En Colombia decían que parecía como si en algún momento hubieran repartido millones de esos lentes y de golpe y porrazo buena parte de la población hubiera entrado en ese mundo imaginario. Ni qué añadir que es la misma historia de Venezuela.

“Irreal. Un país —un mundo— en el que cualquier vaina, por muy mala que sea, es asumida, aceptada e interpretada con la mayor naturalidad, especialmente si eso malo y distorsionado tiene que ver con el gobierno. Con los hombres que gobiernan. Con los políticos. Con los ‘prohombres’. Con los que están supuestos a dar el ejemplo. Nada parece malo en ese particularmente extraño y corrupto mundo del hombrecito de los lentes”.

Lo curioso es que para aquellos que desde cualquier trinchera levantamos la voz poniéndole asterisco a los desafueros, a las componendas, al desgobierno, a las trampas, a las triquiñuelas, a las ollas podridas que se cocinan día tras día en nuestro país, está reservada una descalificativa etiqueta de “traidores a la patria”.

Yo no quiero adoptar posturas que no me corresponden, ni ponerme en el plan de moralista que no me sienta, pero a usted que lee este punto de encuentro le pido que haga memoria para ver si recuerda un gobierno de la historia reciente de Colombia (o de Venezuela) en el que hayan quedado en evidencia tantas movidas sucias del estamento político vinculado o cercano al gobierno, como las que se suceden diariamente en nuestro particular país”.

Pero mientras salimos de esto -que según entiendo Zimbabue es el único país cuyo régimen ha sobrevivido a una situación como la venezolana- ¿qué hacer?…

Una vez escuché narrar a Alberto Quirós una historia fascinante, sobre un hombre que aseguraba poseer el secreto de viajar en el tiempo. En uno de sus viajes, visitó el futuro de su país, y cuando regresó, contó las maravillas que había visto: paz y progreso, felicidad y abundancia. Las personas se entusiasmaron, porque muchas dudaban de sus capacidades para lograr todo aquello.

Al cabo de pocos años, la situación era otra. El país pobre se convirtió en país rico. Los sueños se convirtieron en realidades. La tristeza dio paso a la alegría. Lo que había visto el viajero del tiempo, había sucedido con creces.

Cuando el hombre estaba agonizando, llamó a uno de sus ayudantes: «Tengo una confesión que hacerte», le dijo «yo jamás he viajado en el tiempo».

El ayudante, confundido, le preguntó:

“¿Y cómo entonces anticipó todo lo que nos ha sucedido, y con tanta exactitud?”

El viajero que no viajó nunca, le respondió:

«Si yo hubiera dicho que veía un futuro lleno de problemas y calamidades, hubiera contribuido a que ese fuera nuestro destino. En realidad, no tengo mérito alguno: ni he viajado en el tiempo, ni puedo ver el futuro. De lo que sí tengo certeza es que el futuro es lo que nosotros queramos que sea. Allí tienes la prueba».

Para que nuestro futuro sea lo que queramos que sea, tenemos que empezar por nosotros mismos. Trabajar por lo que queremos ser y hacer, sin descanso, sin tregua, sin desmayar. Yo quiero aprovechar la Navidad para llenarme de optimismo acerca del futuro, porque en Navidad los sentimientos están a flor de piel. Deseo que Venezuela sueñe y logre un país como el que podemos ser si lo construimos entre todos. Me despido de ustedes, pacientes lectores, hasta enero. Feliz Navidad para todos y que el 2017 se termine de llevar lo que Subuso no quiere ver…

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