Venezuela

¿Por qué somos como somos en el medio de toda esta incertidumbre?

El profesor de historia de la Universidad de Jerusalén, Yuval Noah Harari publicó en los últimos tres años, dos libros que estimulan una reflexión profunda sobre la evolución del ser humano hasta el presente, bajo los títulos de: “Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad” (2014).

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FOTOGRAFÍA: Francois Mori | AP

Y otro sobre el futuro del ser humano y de la humanidad como un todo; “Homo Deus” (2016). De más está decir, que no se consiguen en el país, en donde los libros son un lujo, a veces, peligroso.

En Sapiens, Harari, narra la evolución de los seres humanos desde su fase animal (algunos todavía permanecen en ella), hasta convertirse en lo que son hoy, y el peso que han tenido en esa evolución, tres verdaderas revoluciones: la cognitiva, la agrícola y la científica.

Aun al día de hoy, permanece como un completo misterio las condiciones, no solo externas, sino del propio funcionamiento del cerebro que hicieron que los seres humanos tomaran conciencia de sí mismos y de sus congéneres. ¿Fueron mutaciones genéticas accidentales que cambiaron la estructura interna del cerebro o fue más bien un proceso conducido? ¿Conducido por quién?

Un elemento como es el fuego vendría a darle a los sapiens un poder superior sobre otras especies. Con el tiempo desaparecerían los neandertales, denisovanos y otras especies humanas, porque no fuimos la única, pero el Homo Sapiens, que seguramente las impulsó hacia su extinción, haciendo uso de su gran arma, la que Hariri describe como el “lenguaje único”, no dejaría nunca, inclusive, de atentar contra ella misma. (Guerras, genocidios, hambrunas, etc)

Hariri enfatiza que ese “lenguaje único” que permitió la evolución de los sapiens, se diferenció del de otros animales, en el sentido que le permitiría compartir información sobre el mundo con sus congéneres, pero sobre todo compartir información de cosas que no existen o solo moran en nuestra imaginación.

En ese momento, nacerían los dioses, mitos, leyendas y las formas de estructurar la cooperación social, para de unos pocos, incluir a muchos en estructuras sociales elaboradas. “No hay naciones, no hay dinero, ni derechos
humanos, ni leyes, ni justicia fuera de la imaginación común de los seres humanos.”

Para Hariri es importante diferenciar la mentira de la realidad imaginada. La primera es falsa, la segunda es creíble y es el motor de la humanidad. La realidad imaginada abarca inclusive la realidad objetiva. Un río es una realidad objetiva. La protección de un rio (es una realidad imaginada).

En cuanto a la revolución agrícola, a pesar que la vida de los cazadores – recolectores parecía ser más interesante, el desarrollo de la agricultura permitió a los seres humanos almacenar alimentos, y dedicar más tiempo para desarrollar otras actividades, no solo manuales, sino intelectuales. Para Hariri fue uno de los momentos más polémicos de la historia humana.

Quizás fue un instante de progreso o tal vez de perdición. Perdición porque impulsó el orden imaginado que rige el mundo de hoy y que no está exento de disparidades, manipulaciones ideológicas, aberraciones, injusticias, etc. Aun cuando reconoce que: “Los órdenes imaginados no son conspiraciones malvadas o espejismos inútiles. Más bien, son la única manera en que un gran número de humanos pueden cooperar de forma efectiva.”

Sin embargo, el principal problema que confronta la humanidad de cara al futuro, es que se enseñan, y se venden los elementos del orden imaginado, no como tales, sino como si fueran reales (realidad objetiva). Según Hariri la gente no se da cuenta de ello porque el orden imaginado está incrustado en el mundo material, modela nuestros deseos y es intersubjetivo (conecta la consciencia subjetiva de muchos individuos).

Algunos de los órdenes imaginados ponen a dios o dioses como los gobernantes del mundo, otros ordenes colocan a los hombres, o algunas de sus ideas. (humanismo social, liberal o evolutivo).

La tercera revolución que refiere Hariri en su libro es la científica. Cuando descubrimos que éramos unos ignorantes y que todo lo que descubríamos y sabíamos podía ser cristalizado en alguna forma de poder y progreso. Hariri señala que uno de los principales problemas de la ciencia es “que es incapaz de establecer sus propias prioridades, así como de determinar qué hacer con sus descubrimientos.” “moviéndonos nerviosamente en el umbral del cielo y el infierno entre el portal de uno y la antesala del otro.”

Hariri ante todo este panorama reflexiona sobre la felicidad de los seres humanos. ¿Qué nos hace felices? ¿somos felices? ¿podemos llegar a ser felices, en el medio de toda esta incertidumbre? ¿la felicidad es una condición biológica, mental, espiritual? En mi opinión, ello pasa por comprender, por tener luces sobre lo que implica el significado de la vida. ¿A que venimos a este valle de lágrimas o a este “mar de la felicidad”, como la visualizan algunos?

Allí acuden de nuevo las creencias religiosas o las ideológicas a tratar de dar un sentido, pero al mismo tiempo a sujetar de nuevo la mente a un orden imaginado. La libertad en su sentido más profundo no sería otra cosa que ser consciente que ningún orden imaginado es una realidad objetiva y que, por tanto, podemos y debemos escaparnos de ellos cuando sentimos que nos están esclavizando sin sentido.

Hariri termina su libro con una interrogante impactante. Si de animales hemos devenido en una suerte de dioses.

¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?

En una próxima entrega comentaré su otro libro. Homo Deus

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