Venezuela

Estos son los caminos para la negociación política en Venezuela

Antes o después, las partes tendrán que sentarse a conversar. Dependiendo del momento y de la posición que asuman los actores, el diálogo marcará el destino del país.

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Foto: Crsitian Hernández | El ESTÍMULO

A más conflicto, más necesidad de dialogar. Desde sus posiciones irreconciliables y cada uno a su manera, Gobierno y oposición asoman tímidamente la necesidad de instalar un proceso de negociación para superar la crisis que azota a Venezuela.

La canciller Delcy Rodríguez declaró el 27 de abril que el próximo martes en San Salvador, en el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), “informará de un grupo de países que se incorporarán al diálogo en Venezuela”.

Ese mismo día, la Asamblea Nacional (AN) aprobó un manifiesto donde ratificó que el proceso de diálogo que se inició en 2016 con la facilitación del Vaticano y los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá), “está clausurado y fracasó por el incumplimiento del Gobierno”.

Sin embargo, el Parlamento deja sentado en ese documento que solicita “a los gobiernos de la región y a los organismos internacionales como la OEA, ONU, Unasur y Mercosur sus buenos oficios para que juntos podamos construir las garantías para el restablecimiento de la democracia en Venezuela”.

Los objetivos son distintos. El régimen chavista busca un diálogo que le permita mantenerse en el poder. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) pretende, en cambio, allanar el camino para una transición pacífica.

“Siempre hay que sentarse a negociar con el adversario y lo positivo es hacerlo antes de que corra la sangre por las calles. Pero sentarse a negociar implica entender que tienes algo que ceder y también algo que ganar”, señala la directora de DataStrategia, Carmen Beatriz Fernández.

Fernández admite que el “esfuerzo fallido” de 2016 “hace que cualquier diálogo o negociación se vea ahora con mayor recelo”, pues la credibilidad de la delegación de Maduro y de los propios facilitadores quedó en entredicho. No obstante, cree que un nuevo intento podría correr con mayor suerte. ¿Por qué? “Porque el Gobierno tiene mucha más presión interna y externa”, responde.

Para favorecer esos eventuales acercamientos, la asesora considera que los voceros de la MUD deben enviar “mensajes tranquilizantes, a través de los medios o personalmente”, para disipar los temores sobre futuras persecuciones o represalias. “Bajar las barreras para que la gente del chavismo las salte, ese debe ser el juego opositor”, sintetiza.

Camino difícil

La Unidad ha definido tres espacios clave para su acción: la AN, la comunidad internacional y la calle.

“A estas tres fuerzas hay que agregar una cuarta: la presión en el ámbito militar. Es aquí en donde se consigue un primer espacio de negociación en la actualidad. A estas alturas debería haber negociaciones entre las fuerzas democráticas y sectores institucionales de la Fuerza Armada Nacional (FAN) para generar una presión que llegue a ser definitiva, con el objetivo de retornar a la democracia y poder mantenerla en el tiempo una vez restituida”, indica el profesor Marcos Carrillo, experto en Filosofía del Derecho y resolución de conflictos.

Carrillo destaca que tras denunciar la ruptura del orden constitucional, la MUD ha asumido la “resistencia no violenta” para reactivar la protesta ciudadana y recuperar el sistema democrático.

Si esa “resistencia no violenta” llega hasta sus “últimas consecuencias” y conquista los objetivos trazados por sus promotores, el catedrático de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) plantea dos posibles escenarios “que ameritarán intensos procesos de negociación”:

1) Podría haber un proceso de negociación cuyo objeto sería determinar la salida del régimen de la forma menos cruenta posible. En este contexto se podrían acordar fórmulas como, por ejemplo, el otorgamiento de asilos o salvoconductos. Este tipo de negociaciones, en contextos similares, suelen tener carácter confidencial.

2) Acordar un gobierno de transición. En este caso se negociaría la constitución de este órgano, con representación mayoritaria de las fuerzas democráticas y, probablemente, de la FAN y algún representante del chavismo. En este escenario, una vez constituida la junta de gobierno, habría procesos de negociación dirigidos a determinar la nueva constitución de los poderes públicos.

Si por el contrario, la Unidad levanta el pie del acelerador y enfría la calle, el abogado opina que se podría repetir la experiencia de 2016 o abrirse “un proceso de negociación con sectores institucionales de la FAN para forzar un proceso electoral (elecciones generales), manteniéndose el régimen en el poder y garantizando su salida en caso de ser derrotados”.

El chavismo trata de resucitar el diálogo de 2016, tan útil a sus fines de ganar tiempo, legitimidad y dividir a la oposición, mientras lanza una difusa idea de Constituyente y se disparan los rumores sobre la publicación de un cronograma electoral que solo contemplaría la celebración de las regionales pendientes desde diciembre.

Carrillo alerta sobre el peligro de caer en la trampa roja. “Esa fórmula fortalecería a un régimen carente de legitimidad y apoyos, y debilitaría la mayor fortaleza que tienen los demócratas: la fuerza de la ciudadanía activa defendiendo la democracia. Esto tiene una relación con todo proceso de negociación: hay una relación directamente proporcional de la fortaleza fuera de la negociación sobre la fortaleza dentro de ella. A mayor fortaleza fuera de la negociación, mayor fortaleza dentro de ella y viceversa”, concluye el académico.

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