Venezuela

El “¡ya basta!” de Gustavo Dudamel

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El diplomático Británico Sir Robert Kerr Porter vivió en Caracas desde 1825 hasta 1841. Una entrada en su diario recoge la última visita de Simón Bolívar a Caracas. Corría el año de 1827. A Bolívar se le había recibido como el héroe que liberó a un continente, pero seis meses después, ¡tan sólo seis meses! fue despedido con apatía y hasta con rabia.  Muchos no lo querían, sus supuestos aliados conspiraban contra él y contra su proyecto integracionista de la Gran Colombia. Después de su partida, Venezuela no lo recordaría por muchas décadas más. Sir Robert Kerr Porter escribió ese martes 24 de julio de 1827, coincidencialmente el día del cumpleaños de Bolívar: «Creo firmemente si bajase un ángel del cielo como presidente de esta gente, cualquiera que fuera el acto benéfico o sacrificio o servicio que hiciera, la mayor parte de la masa estaría descontenta y le condenaría e intrigaría para destruirle…»  Casi 200 años tiene esa entrada del Embajador y seguimos en las mismas. En Venezuela se pasa de héroe a villano y de villano a héroe sin que medie el raciocinio. Puras vísceras. Así, le dimos un cheque en blanco a Francisco Arias Cárdenas cuando salimos a votar por él sin pensar ni un segundo que Chávez y él eran compadres y que podía ser una trampa. Hoy muchos estamos convencidos de que lo fue. A Hermann Escarrá lo recibió la oposición con los brazos abiertos, quizás por aquello de que “a enemigo que huye, puente de plata” y hasta hoy padecemos el desastre que resultó. Y así otros tantos. La ingenuidad ilimitada. Por otra parte, somos expertos en mirar para otro lado si tenemos un pana que es corrupto. Al pana corrupto le aceptamos invitaciones, vamos a sus fiestas, nos montamos en sus yates y sus aviones, visitamos sus fincas, sus cotos y sus pent houses de súper lujo. Los corruptos son los otros y a esos sí los atacan con ferocidad. Los panas sólo aprovecharon “la oportunidad que les dio la vida”. Pero también la tomamos en contra y hacemos severas acusaciones a quienes no son responsables de los hechos que se les imputan. Y me refiero en particular al caso de Gustavo Dudamel. A Gustavo se le ha acusado de ser corrupto, “ha aceptado los dólares del régimen”, cuando los dólares que tiene se los ha ganado muy bien ganados, por su talento, por su dedicación,  por su trabajo. Lo han acusado de asesino, porque “dirigía un concierto mientras masacraban a los jóvenes”, como si se hubiera tratado de la banda sonora de la masacre en vivo. Hubo una masacre. Punto. Dudamel estaba dirigiendo un concierto. Punto. Eventos independientes, se le llama a eso en estadística. Lo he dicho cientos de veces y lo repetiré cuantas veces haga falta: mis hijas –una de ellas una niña especial- estaban en ese concierto. Si yo hubiera sabido que estaba ocurriendo una masacre JAMÁS las hubiera llevado. Yo no asistí porque tenía una reunión y fue sólo a la salida que me enteré de lo que había ocurrido. Han llegado hasta a decir que “Gustavo es un director de pacotilla, que sólo sirve para dirigir salsa sinfónica”, cuando su genio ha sido reconocido por los mejores del mundo. Los mejores. Claro, siempre hay los mediocres y los envidiosos que lo quieren crucificar. Pero lo peor, LO PEOR, es que han acusado a Gustavo de ser un asesino porque ha guardado silencio todos estos años. ¿Es que nos volvimos locos?… Aquí sabemos quiénes son los asesinos y quiénes sus cómplices. Por supuesto, nunca falta un moralista que sentencie que “el silencio también es cómplice”. Ciertamente lo es en ocasiones, pero en otras, requiere de más valor callarse que hablar. Gustavo Dudamel tiene su vida resuelta. Es director de una de las mejores orquestas del mundo. Cobra lo que le da la gana y simplemente podría mandar todo al carajo y desentenderse de Venezuela. Más aún luego de la andanada de insultos que le ha caído estos últimos tiempos. Pero no, Gustavo siguió convencido de la importancia de su labor dentro de El Sistema, donde conviven niños y jóvenes opositores y chavistas. El Sistema, como piensan muchos, no es una o varias orquestas… El Sistema es un sistema, como lo indica su nombre, de reivindicación social a través de la música. Saca a sus integrantes de la marginalidad, les da herramientas para la vida. ¿Por qué es tan difícil de verlo? Su decisión de manifestarse públicamente la recibo con júbilo. Su nombre fue trending topic mundial en Twitter, algo que no es fácil de lograr. Su comunicado fue publicado por toda la prensa del mundo libre. A quienes quieren que todos pensemos como ellos, que actuemos como ellos, que decidamos como ellos, les digo que están igualitos a Chávez. Todos nos equivocamos, todos podemos y tenemos el derecho a cambiar de opinión, todos merecemos una segunda y tercera oportunidad. Como dijo Jesucristo “el que esté libre de culpas que lance la primera piedra”. Yo ahora espero un maravilloso concierto de la juventud para la juventud en la autopista. Con todas nuestras orquestas dirigidas por Gustavo. Con música venezolana que nos remueva las entrañas, en un canto de paz que nos una a todos. Y que salgamos de ahí abrazados y que el “¡ya basta!” de Gustavo lo coreemos todos al unísono para rechazar la violencia y que su eco de libertad resuene en todo el mundo.]]>

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