Venezuela

La condición humana

No basta con la violencia asesina que estamos viviendo, no sólo está aquel dolor por las muertes, que es ya mucho, demasiado; no es suficiente con ser testigos de cómo nuestro país se nos está yendo; no, yo siento también que hoy día se encuentra en juego nuestra idea de la condición humana, de nuestra alma.

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Foto: Gustavo Vera/Archivo

Son tan terribles estos tiempos, que te hacen dudar de lo que eres, de lo que somos. ¿Qué es realmente el ser humano?
¿Qué somos por naturaleza?
¿Tenemos alguna naturaleza?
Podemos partir de la idea de que no somos buenos ni malos, y que nos vamos conformando culturalmente, socialmente, con valores, ideas, leyes, éticas religiosas y laicas. Pero, ¿es así? ¿Qué pulsión realmente palpita por debajo de toda esa construcción del hombre como buscador del bien? ¿Qué somos? ¿Podemos llegar a ser esa bestia horrenda que con frialdad mata a tiros a un joven que exige su derecho a no querer que le impongan un pensamiento único? Si yo libero al ser humano de todas las restricciones, si lo desato de la vigilancia de la ley, ¿en qué se convierte? ¿En los delincuentes que nos matan por un celular, en los delincuentes que se meten en las casas y descuartizan y apuñalan y violan, en el enchufado que nos desangra, en un policía que te asalta, en un guardia nacional que te asesina, en un mandatario que baila sobre los muertos?
¿Eso somos, realmente eso es el ser humano?
Es más, ¿realmente alguien puede seguir creyendo que todas esas terribles cosas se justifican por un mentado amor al socialismo?

Es duro, es duro que esta revolución te haga dudar hasta de la propia naturaleza del hombre. Así nos socavan, así nos destruyen, así van logrando que nos volvamos todos contra todos. Gobiernan en la locura y el mal, pero juran a gritos que aman. ¿Qué es lo que aman? ¿Qué es amar para ellos? Pareciera que esa perversión de lo que somos como seres humanos comienza en el lenguaje.
Nos han cambiado el concepto de amor, de oligarquía, de violencia, de paz, de libertad, de justicia, de democracia, de igualdad, de ley, de pueblo, de humano…

Es una hora difícil, porque no sólo estamos perdiendo el país, sino también el alma. El día que salgamos de la debacle, la República habrá de preocuparse por refundar esa condición humana tan distorsionada.
Es un trabajo duro: porque en las almas quedará mucha oscuridad, desconfianza, temor, violencia, desprecio por la bondad, por el cultivo del espíritu, por la concordia. En el futuro tendremos que entender, realmente, que somos una República y no desgraciado un coto de caza de revolucionarios y soldados montoneros llevados por oscuros generales que nunca han querido aceptar que nos son ellos los amos y señores de este pedazo de tierra. Esa ha de ser una política de Estado, la de educarnos en el respeto de las libertades y las ideas: eso es hacer alma.]]>

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