Pierina Medina, una de las voceras, afirmó que se quedarían allí hasta la mañana del miércoles 5 de julio y luego evaluarían más acciones. Quieren que abran las celdas de sus esposos, hermanos, hijos para quienes ya fue emitida boleta de excarcelación.
FOTO: Andrés Gerlotti/El Estímulo
Muy cerca de este grupo, tres personas con tiza en mano saltaban sobre el juego del avioncito. Otros simplemente permanecían de pie. En la avenida caraqueña, a la altura de Parque Cristal, hacia el este de la ciudad, el trancazo se cumplió. Las personas acudieron al llamado de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de continuar en las calles en rechazo a la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro.
Foto: Gustavo Vera/El Estímulo
Por esa vía, en sentido al oeste, la situación era similar. En Altamira, uno de los focos de mayor violencia durante las protestas, las barricadas eran más elaboradas. Montañas de tierra, piedras y basura quemada eran parte del paisaje. Pasadas las 3:00 pm comenzó el humo de algunas bombas de gas lacrimógenos, provenían de los cuerpos de seguridad del Estado ubicados hacia el Distribuidor.
Foto: Gustavo Vera/El Estímulo
Algunos corrían, otros gritaban y se preparaban -molotov en mano- para un enfrentamiento. Pero en horas de la tarde no hubo mayor represión. Entonces la gente esperaba. Observaba. Bajo el sol, en el calor, con la piedra o la cámara en la mano.
FOTO: Andrés Gerlotti/El Estímulo
En medio de todo, algunos continuaban con su dinámica. Unos comían perros calientes en puestos cercanos a las estaciones de metro -que permanecían abiertas-; unos jóvenes encapuchados leían el titular de apertura del diario Últimas Noticias junto a un carrito de raspados; una mujer atravesaba la calle con su bebé dormida en sus brazos. Para ellos ya todo esto es costumbre, así como para el vendedor que recorre la calle con dos termos de café y una máscara antigas en el rostro.
Foto: Gustavo Vera/El Estímulo
«No queremos Constituyente. Queremos un nuevo presidente», gritaba un muchacho con la cara tapada y el pecho descubierto. Cacerolas al fondo, un juego de fútbol tenía lugar en la siguiente esquina, mientras un grupo de hombres aprovecharon para reparar sus motos recostadas contra la defensa. Cuando aún faltan minutos para que culmine el lapso estipulado del trancazo (6:00pm), en las calles la protesta y la cotidianidad se han cruzado inexorablemente y sin remedio.
Foto: Gustavo Vera/El Estímulo
FOTO: Andrés Gerlotti/El Estímulo
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