Venezuela

Huracán Irma y otros tormentos

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Huracan Irma

“Entre los hijos de la luz yo soy Visnú, y de los luminares soy el radiante sol. Yo soy el señor de los vientos y las tormentas, y de entre las luces de la noche yo soy la luna”. Bhagavad Gita  “El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder, y ciertamente el SEÑOR no dejará impune al culpable. En el torbellino y la tempestad está su camino, y las nubes son el polvo de sus pies.” Nahúm 1:3 I Se producen en promedio 8 huracanes al año. Los huracanes y sus cinco categorías, son la última etapa de desarrollo de un ciclón tropical. Las etapas previas engloban a las tormentas. Su categorización depende de la velocidad de los vientos. Sus características, dependen de la dinámica de formación y de su propia anatomía que incluye: un ojo, su pared, bandas lluviosas, aire frio que cae, aire caliente que se eleva, un movimiento de rotación, etc. Es increíble que cuando son más destructivos es cuando se dan toda una serie de condiciones que caracterizan una “tormenta perfecta” En los últimos años, se discute mucho si el aumento de su frecuencia e intensidad es producto de la irresponsabilidad del hombre con el medio ambiente. La alerta lanzada por el candidato a la presidencia de los EEUU, Al Gore, a través de su libro y documental premiado, “Una Verdad Incómoda” (2006), y de su secuela más de una década después, “Una verdad muy incómoda: ahora o nunca”, han incrementado el nivel de alerta global sobre el calentamiento global, no solo de la comunidad científica, sino de grupos ambientalistas y de los ciudadanos en general. Aparentemente, la elevación de la temperatura promedio en la época de los ciclones tropicales es una posible causa de su mayor fuerza y duración. Todavía no hay pruebas concluyentes para una pequeña parte de la comunidad científica, y sobre todo para algunos grupos de presión, sobre sí la actividad humana es la principal causante del calentamiento global (incremento de la temperatura del sistema climático de la tierra en más de un siglo de mediciones y sus efectos). Hay acuerdo sobre el incremento de la temperatura en la superficie terrestre, de casi un grado centígrado desde 1880, pero no hay consenso, sobre la relación de causalidad entre la incidencia de la actividad humana y dicho incremento de temperatura, porque entre otras razones, el margen de medición de casi siglo y medio, es extraordinariamente corto, en términos de la edad del planeta, como para sacar conclusiones definitivas. Sin ni de lejos ser experto en el tema, creo que en las últimas décadas los seres humanos hemos hecho más daño al planeta, que en toda la historia de la humanidad, y creo que Gaia, el modelo interpretativo de la biosfera, publicado por  el químico James Lovelock en 1969, no es indiferente a tanta maldad y explotación indiscriminada. Hasta la fecha se han realizado 21 conferencias sobre cambio climático bajo el paraguas de las Naciones Unidas (ONU). Su objetivo principal es lograr un acuerdo entre los países para reducir la emisión de los gases invernaderos, y por consiguiente mantener muy por debajo de dos grados centígrados el calentamiento global, para el año 2100. En la última de estas conferencias, celebrada en Paris, en diciembre de 2015, se alcanzó el objetivo de lograr un acuerdo universal sobre los métodos adecuados para reducir el cambio climático, y que solo será vinculante, si 55 países que representan el 55% de las emisiones globales (los más responsables, pero también los más reticentes), lo ratifican. La dificultad estriba en que cuando el acuerdo se lleva para su ratificación a nivel del congreso de cada uno de los países, la dinámica de intereses de diversa índole entra en juego, sobre todo bajo la premisa de las ganancias de corto plazo, porque el mediano y largo plazo, están lejos, especialmente para los que toman las decisiones. II Es curioso que cuando queremos expresar en español un dolor físico o mental muy grande usamos la palabra tormento, en vez de huracán, que es mucho más intenso. En vez de estar atormentados, deberíamos algunas veces estar huracanados. Uno de los elementos característicos de la tormenta, es que escapa a la iniciativa y el control humano (aunque pareciera que la hipótesis del cambio climático indica que indirectamente somos causantes de ella). Como en la vida, a veces nosotros somos causantes de nuestras propias tormentas, o huracanes. “Siembra vientos y recogerás tempestades”, dice el refrán. O como esa vieja canción que olvidé su nombre y su autor, pero resuena todavía una parte en mi cabeza: “mi tormento es haber pensado en ti, inconscientemente por amor”. De nuevo pienso en el hombre pre-científico, “atormentado” por el castigo divino, no solo cuando ocurría un eclipse solar y se oscurecía el día, sino cuando habían sequias, terremotos, maremotos, tormentas, tornados, huracanes, etc. De verdad pensarían, que los dioses vivían todo el tiempo molestos, iracundos, arrechos, por cualquier cosa ¿injustificadamente?, ó quizás con toda justificación, porque tenemos miles de años portándonos mal, demasiado mal. En la literatura, el tormento, la tormenta, tiene mucho que ver con el mundo interno. Con el amor no correspondido, con las preocupaciones, con los remordimientos, con la soledad, con todo aquello que hace al ser humano preguntarse por qué el mundo no puede ser un poquito mejor. En política, la tormenta tiene otra connotación. Es aquella que resulta en la devastación y destrucción de todo un país. Eso me hace pensar en que no hay país perfecto. Unos son barridos por tormentas, otros por malos políticos y políticas. A veces los políticos no son como las tormentas, sino como los huracanes, comportándose como vientos más fuertes y destructivos.]]>

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