Venezuela

La UCV activa para no ser vencida por la sombra del hampa

La Universidad Central de Venezuela (UCV), "la casa que vence la sombra", registra un incremento en los niveles de delincuencia desde hace más de un año. Estudiantes y autoridades admitieron que esto no es una realidad nueva, pero sí afirmaron que el problema se volvió recurrente y más descarado.

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FOTOGRAFÍAS: DANIEL HERNÁNDEZ | EL ESTÍMULO

Nombrada en el año 2000 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio de la Humanidad, la Ciudad Universitaria se ha convertido en uno de los lugares predilectos para ladrones y rateros, escudados en sus amplias zonas verdes y la falta de un cuerpo de seguridad apropiado para las dimensiones del lugar.

El ataque más reciente ocurrió a mediados del mes de enero en la dirección de comunicaciones. El sub director de ese departamento, Garrinson Maita relató que el robo ocurrió el domingo 14 de enero y al día siguiente encontraron el vidrio de la puerta quebrado. Al entrar, el recinto estaba vuelto trizas y varios artículos faltaban como equipos de video y fotografía. Algunos de estos costaban Bs 165 millones, otros 760.

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El problema de estos robos va más allá de la perdida material. «Este fue un golpe que desmoralizó a los trabajadores quienes sienten que la situación es insostenible» expresó Maita, quien además señaló que las políticas de protección no funcionan porque el Gobierno Nacional «no ha hecho nada» por la UCV. A su juicio hay una insensibilidad que relaciona con la tendencia política de la directiva universitaria, tradicionalmente opuesta a la postura del chavismo.

Todo aquel que quiera ingresar a este salón -recientemente desvalijado- se soprende al ver dos chapas de madera clavadas en donde iba el vidrio. Para los docentes, es una forma de evitar que vuelvan a abrir la puerta. Estas medidas aumentaron hace cuatro años cuando la delincuencia se asentó en la Ciudad Universitaria. Al final, los más afectados son los 60 mil estudiantes que pierden cada vez más equipos para realizar sus estudios.

La salud en la mira

La facultad de Ciencias de la Salud es quizás uno de los objetivos preferidos por los delincuentes, principalmente  el Instituto de Medicina Tropical. En la dirección, Belkisyolé Alarcón de Noya trabaja con las uñas para mantener los estándares de calidad que volvieron a este instituto único en Venezuela y un referente internacional por tratar casos de leishmaniasis, mal de chagas y enfermedades infecciosas.

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Alarcón de Noya afirmó que desde antes que asumiera el cargo en 2015, iniciaron los robos. «Antes era uno anual, luego todo empeoró, después fueron seis más en 2016 y en 2017 fue indetenible».

Hubo un robo en el que dos secciones del departamento dañaron la infraestructura: «violentaron las puertas de seguridad y abrieron boquetes. Este es el segundo que hacen».

Otro inconveniente, agregó la especialista, es que la seguridad ha disminuido y los vigilantes no cuentan con armamento para defenderse ante armas blancas o de fuego.

La última vez se llevaron cerca de 30 computadoras, impresoras y sobre todo información, la cual es imposible de recuperar, contó Alarcón de Noya. Eran años de investigación, tesis recopiladas e historiales médicos cuyos respaldos eran pocos y no de todo los contenidos.

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En el laboratorio de micología se robaron un microscopio óptico muy moderno. En esa misma instalación hay otra habitación dedicada a la síntesis de péptidos, que también fue atacada por los maleantes. En otros casos la violencia afectó a dos profesores.

«A una de nuestras colegas la robaron. El malandro (delincuente) la empujó y cayó al suelo, pero a otro compañero le partieron la cabeza con la culata de la pistola. Nuestros guardias les hicieron frente pero los delincuentes dispararon. Fue horrible», alertó Alarcón de Noya.

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Las temporadas más peligrosas son las vacaciones y las fechas decembrinas, porque la universidad queda vacía. Pero tras los paulatinos robos, recibieron la donación de exalumnos, miembros de la Asociación de Egresados Amigos de la UCV y en conjunto con el instituto pusieron una vigilancia privada adicional a la de la casa de estudios, pero la misma no ha sido suficiente porque el penúltimo robo fue el primero de enero en la madrugada.

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La ausencia de estos materiales vuelve inviable que la UCV los reponga por la falta de presupuesto. Sin luz las neveras se dañan y con ella los reactivos, cuyos precios se estipulan en 10 millones. «Regresamos a la época de exámenes arcaicos. Necesitamos manos de apoyo porque la gente se va con cada vez más urgencia», denunció.

«Los venezolanos estamos como esas personas que desechan algo cuando ya no les es útil. Dejan el país porque ya no les da nada. Hay que estudiar y regresar a este lugar que tanto nos necesita».

Ingeniería habla

Andrés Merchán, estudiante de ingeniería mecánica, denunció que el último robo masivo ocurrió en noviembre cuando se metieron en los galpones y talleres de la escuela. El joven calculó que hubo una pérdida cercana a los 20 mil dólares. «Se llevaron desde esmeriles hasta destornilladores».

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Como estudiante, siempre le pareció insegura la universidad, pero sabía qué zonas eran más seguras, pero eso  se acabó hace dos semanas en la entrada de la facultad, en donde hay varias mesas para estudiar y utilizar el servicio gratuito de wi-fi, un hombre en una Merú robó a una estudiante con una pistola y huyó. Desde ese momento su percepción de la zona cambió .

Desde noviembre hasta el primero de febrero se han suscitado en la escuela siete robos. Esto afecta al estudiantado: «Los hechos afectan al 90% de nuestras practicas. Lo que antes se hacía ahora lo vemos por videos, pero tenemos un conocimiento teórico de primera y eso hace la diferencia», explicó el estudiante.

La opinión que tiene el joven que culminará sus estudios en diciembre es que la universidad no ha tenido buenos planes de acción para evitar que la delincuencia siga desencadenada y eso hace que los estudiantes quieran con más ansias terminar sus materias o retirarse para migrar.

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En los baños, el vandalismo han dejado cuatro de los cinco inodoros inoperativos porque se roban las palancas, al igual que con cinco de los seis urinarios que ahora están cubiertos por bolsas negras.

Merchán, una vez acabe su carrera, irá a Madrid en donde su hermano, también ingeniero lo espera. Es parte de un ciclo que se volvió repetitivo en la Venezuela de crisis.

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