Con apenas 11 años, la vidente moría por primera vez en los páramos andinos. A lo largo de la entrevista, Baroni asegura que «En las dos veces que me ha tocado morir uno oye y ve», mientras relata como su madre se da cuenta de que no mostraba los signos vitales y la lleva por consiguiente al ambulatorio más cercano.
Después de que los médicos declararon muerta a Baroni, el cuerpo fue preparado para el funeral: «me alegré porque llegaron mis abuelos, pero también me entristecí porque me iban a enterrar viva. Por más que daba gritos y gritos nadie me escuchaba», dice sin mucho sobresalto.
Despertó unos momentos antes de ser enterrada, sembrando en toda la región lo que hoy se conoce como ‘El milagro de Rafaela’.
A pesar de que «los milagros» ocurren una vez, esto vuelve a ocurrir 20 años después a una Rafaela de 33 años: «Me llevaron al hospital y allí pasé 19 días en coma, luego me dieron por muerta».
La enfermera continúa: «cuando sacaron la urna para llevarla a la iglesia, yo iba caminando muy cerca. Luego fuimos al cementerio y cuando ya me iban a enterrar alguien dijo que no me podían enterrar porque los papeles se habían quedado en Boconó y sin eso no podían enterrarme».
Finalmente, ante este contratiempo, Rafaela cuenta: «Me llevaron a la morgue y allí me tiraron al piso y se dieron cuenta de que mi cuerpo se movía. Allí gritaron: «No, la señora no está muerta».
Pero, en esta oportunidad, es diagnosticada con catalepsia, también conocido como catatonia y que consiste en «que la persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales, cuando en realidad se halla en un estado consciente».
De todas formas, a pesar de haber «vencido» la muerte en dos oportunidades, Baroni responde a Sputnik News que «no creo que no hay quien quiera tanto la muerte como yo. La espero todos los días».
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