FOTOS | Salir de Venezuela hace un año
Un viaje migratorio que salió de Caracas a Santiago, pasando por Buenos Aires y Mendoza, y que fue el inicio de Emigrante Errático.
Un viaje migratorio que salió de Caracas a Santiago, pasando por Buenos Aires y Mendoza, y que fue el inicio de Emigrante Errático.
H
a pasado mucho entre la tarde del 7 de abril de 2017 pisando el maltratado Cruz Diez de Maiquetía y hoy, pero no es eso lo que les quiero contar, más bien, quiero mostrarles cómo fue nuestro viaje, el primero.
Desde hace un año somos Emigrante Errático, una pareja de migrantes viajeros voluntarios: una mujer morena, enrulada y tatuada de 29 años, -yo- y mi novio alto, rubio y tatuado de 30 años -Miguel-, ambos fotoperiodistas, que salimos de Venezuela para viajar por Sudamérica, y el mundo, trabajando como voluntarios, mientras nos arraigamos a otro lugar que, por ahora, es Chile, y contamos todo ese proceso a través de nuestro proyecto personal.
Cuando decidimos migrar de esta manera, asumimos registrar cada paso desde la fotografía, nuestro lenguaje más cotidiano, y aplicar todos los conocimientos que usaríamos si estuviéramos cumpliendo con alguna asignación.
Nada fácil cuando se trata de tus momentos más íntimos, pero lo hicimos regios, nos llevamos la cámara a cada reunión y despedida, nos turnamos para fotografiarnos mientras hacíamos maletas, en pasos fronterizos y en la que fue nuestra primera casa.
Seguimos en este ejercicio de mirarnos a través del visor, pero lo que verán a continuación es lo que vivimos en los primeros tramos de nuestra travesía: salir de nuestro país en un vuelo a Buenos Aires y, un par de buses después, llegar a Santiago.
Todos los días nos reiteramos que iniciar este viaje fue un gran decisión. Somos felices, irreductiblemente, pero no los voy a engañar, esa reiteración viene después de darnos cuenta que cada vez estamos más lejos de volver a ese lugar al que todo viajero quiere regresar, nuestro hogar.
Al fondo, Miguel se despide de una de sus primas, mientras su primo menor sonríe a la cámara. Caracas, 31 de marzo de 2017.
Miguel abraza a una de sus tías en la reunión de despedida de su familia paterna, con el Ávila viéndonos, como siempre. Caracas, 1 de abril de 2017.
Un día antes de irnos, fuimos a la playa a darle gracias al Caribe por tanto sosiego. Vargas, 6 de abril de 2017.
Una de mis primas me abraza luego de una reunión familiar. Vargas, 2 de abril de 2017.
Títulos, certificados, notas, referencias, constancias, también entraron en la maleta para llevarnos la profesión bajo el brazo como una carta de presentación. Vargas, 6 de abril de 2017.
Abrazo a Sofía y Victoria, mis perras, mientras al fondo mi mamá y la mamá de Miguel se abrazan también. Vargas, 7 de abril de 2017.
Tres maletas y un par de morrales fue nuestro equipaje. Nos fue fácil porque teníamos meses viviendo entre cajas, maletas y bolsos, haciendo tres mudanzas al mismo tiempo. Vargas, 7 de abril de 2017.
Llegamos muchas horas antes al aeropuerto previendo cualquier inconveniente y hasta una eventual cancelación del vuelo, como nos habían advertido porque viajamos con Conviasa, pero tuvimos tiempo de sobra. Vargas, 7 de abril de 2017.
Desafiando cualquier pronóstico, nuestro vuelo salió en punto rumbo a Buenos Aires. Un par de meses después, Conviasa canceló esta ruta. Vargas, 7 de abril de 2017.
Llegamos a una Buenos Aires que nos acogió con lluvia por tres días. Buenos Aires, 8 de abril de 2017
Viajamos a Mendoza por 17 horas en el autobús con el servicio más económico que incluyó una cena y desayuno calientes, café, té, agua y snack. Buenos Aires, 11 de abril de 2017.
De Mendoza a Santiago tomamos otro autobús y viajamos en un día despejado que nos dejó ver por primera vez este lado de la Cordillera de los Andes. Mendoza, 11 de abril de 2017.
Para pasar por Migración y entrar a Chile, esperamos 6 horas. Habían 12 autobuses cargados de pasajeros en el Paso de los Libertadores, porque nuestro viaje coincidió con un feriado argentino. 11 de abril de 2017.
Esta fue la primera bandera chilena que vimos en el camino, justo en el paso fronterizo. 11 de abril de 2017.
Debíamos llegar al atardecer a Santiago, pero por la espera nos agarraron la noche y la lluvia en la vía.
“¡Bienvenida! Espera que veas la cordillera nevada, y que trabajes mucho por tus sueños” fue el mensaje que escribió la amiga que me recibió en su casa. Santiago, 18 de abril de 2017.
La bip, esa tarjeta al lado de mi pasaporte venezolano, es indispensable para moverse entre el metro y los buses en la ciudad de Santiago. Santiago, 18 de abril de 2017.
La Casona Huérfanos, nuestra primera casa en la que vivimos como voluntarios ayudando en la reestructuración, orden y limpieza. Santiago, 15 de abril de 2017.
A pesar de sentirnos en casa, nunca deshicimos las maletas, sabíamos que el viaje continuaba. Santiago, 21 de abril de 2017.
El único espejo que había en la casa nos sirvió para este autoretrato que cierra este relato, pero no el viaje. Santiago, 30 de abril de 2017.
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