Venezuela

Maduro en 5 años: La política del silencio para disimular los fracasos

A Nicolás Maduro le molesta el ruido. Prefiere que todo pase de forma imperceptible, como si no existiera. La oscuridad puede ser su mayor aliada, pues nadie es capaz de ver a través de ella lo que sucede alrededor.

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No es que el mandatario sufra de fotofobia o algún problema auditivo, simplemente evita que se señalen las tristes realidades que arropan a Venezuela y cuyo responsable ocupa la presidencia de la República. Las cifras del país son catastróficas y sobre eso está todo un aparato que busca dominarlas.
Andrés Cañizález, periodista y especialista en el campo de la investigación política y libertad de expresión, afirma que esto también es parte de la estructura gubernamental.
“Hay una política intencionada en no divulgar las cifras para que no se comprenda cabalmente la magnitud de la debacle en la que estamos”, expresó.
Es ahí donde las ONG aparecen, pero sin la licencia de ser consideradas oficiales. Por ejemplo, según la Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela, el 61,2% de los ciudadanos vive en pobreza extrema, pero desde las altas esferas no se reconocen y, para muchos, pasa desapercibido.
“La política de censura no solamente incluye censurar a los medios sino censurar información pública, porque es una manera de que nosotros como ciudadanos no sepamos la magnitud de la crisis que estamos viviendo”, dijo el experto.
Esa crisis a la que apunta es enorme y abarca cada aspecto de nuestro país: desnutrición, inseguridad, inflación; sea cual fuere el tema a detallar, desde Miraflores y, sobre todo, los medios del Estado, prefieren mirar (y que el resto mire) hacia otro lado.
En cualquier otro lugar del mundo, uno solo de estos temas sería suficiente para encender las alarmas, pero cuando la meta es echar todo bajo la alfombra, el coctel de desgracias deja de ser oficial solo por no ser admitido por las autoridades. Es tal el asunto que en mayo del año pasado fue destituida Antonieta Caporale como ministra de Salud luego de que revelara un incremento del 30% de la mortalidad infantil cuando comparó las cifras de 2015 y 2016.
Vista así, la desinformación es ganancia en una nación en la que la crisis solo existe, considera el Gobierno, en la mente de quienes la inventan, pues, al no dar números reales de lo que sucede, lo que se diga será para avivar una guerra mediática en su contra que tiene como misión desestabilizar al fracaso conocido como la Revolución del Siglo XXI.

La mano dura del cobarde

Libertad, una palabra que incomoda a Maduro y a los suyos. Saber que ahí afuera existen grupos encargados de presentar el día a día de Venezuela es un pecado. Como el periodismo es, ahora más que nunca, un ejercicio más parecido al espionaje, el Estado lo condena cuando no se le rinden homenajes.
Mostrarse débil no es opción, por lo que prefiere atacar con mano dura a quienes identifican las grietas de su sistema, castigando impunemente a aquellos que no ha podido callar.
La clasificación de 2017 elaborada por Reporteros sin Fronteras sobre la libertad de prensa muestra a Venezuela en la casilla 137 entre 180 países gracias a un riguroso control del gabinete para hacer invisible lo que es un mal que inundó a toda una nación.
De acuerdo con información del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), el año pasado se cometieron 1087 violaciones a la libertad de expresión acumuladas en 518 casos. Como juez y verdugo, el régimen de Maduro pasó de función circense a monstruo devorador, aplicando trabas al ejercicio del periodismo que, según totalizó la ONG, alcanzó la cifra de 331 casos durante el calendario.
Para el Gobierno, una de las soluciones para bajar el volumen de lo que pasa en el país es a través de la adquisición de medios mediante la figura de testaferros. Si no puedes con él, cómpralo.
Empresas privadas con clara línea editorial de derecha cambiaron de manos, mientras que otras cuyas negociaciones no lograban cristalizarse terminaron desapareciendo en físico por falta de recursos, esto último como clara venganza.
Esto le sucedió al diario Tal Cual. Nacida en 2000, esta alternativa comandada por Teodoro Petkoff se encontró en una dura situación en 2014, cuando desde el Grupo Últimas Noticias, antes Cadena Capriles, dejó de brindarle su imprenta, argumentando razones técnicas. Ese fue el primero de varios golpes en su contra que terminaron en su cierre como medio impreso en noviembre de 2017.
Es así como 35 diarios, de acuerdo con el IPYS, dejaron de circular entre agosto de 2013 y febrero de 2018, y a menos ventanas, menos ángulos. En el caso de los audiovisuales, en el mismo periodo se calculan 57 medios radioeléctricos cuya señal fue retirada.
Si no puede moldearte, su mano te va a romper.

Nombres prohibidos

Génesis Carrero inició sus labores en el diario Últimas Noticias en el año 2012. Al dar los pasos en la fuente política, notó cómo la línea editorial torcería las cosas; no obstante, señaló que la situación se comenzó a “recrudecer” cuando Héctor Dávila asumió como presidente-editor en 2014. Un par de años atrás, la compañía había sido puesta en venta y, hasta la fecha, se desconoce el propietario.
“Nos recomendaban tratar las cosas con guante de seda, pero cuando llegó Héctor Dávila se hizo mucho más puntual la censura”, confesó. “A mí me mandaban a hacer coberturas de la oposición, y cuando escribía me decían que no podía poner el nombre de (Jesús) Chúo Torrealba en el periódico porque estaba vetado”.
Carrero afirmó que sucedió con varios personajes, todos ligados a la oposición, motivo que la llevó a dejar de firmar sus notas. “Prefería quitar mi nombre antes que aparecieran con un cambio trascendental”.
El hecho tenía repercusiones en los editores nocturnos del rotativo, quienes se veían obligados a hacer los ajustes en sus escritos, algo que, a juicio de la periodista, tergiversaba la que en principio era su intención.
Una de las últimas experiencias de Carrero en el diario tuvo origen dentro de las entrañas del mismo. Eleazar Díaz Rangel, director del Últimas Noticias, le pidió hacer un trabajo sobre las disidencias dentro del Gran Polo Patriótico en el PSUV. Entre excusas repetidas, como la falta de papel, su publicación tardó en llegar, pero cuando por fin quedó pautada, fue mandada a retirar desde la presidencia de la empresa.
“Hice público el reclamo de censura y lo denuncié en el IPYS, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa y el Colegio de Periodistas”, expresó. Pero todo esto trajo consigo la presión que acabaría con el periplo de Carrero en el Grupo, limitando sus labores y apartándola de un aumento salarial del que gozaron la mayoría de los empleados.
“Sentía que cada nota que lograba que saliera era un logro, una pequeña batalla que ganaba”, relató, “pero al final se transformó totalmente y me hizo cambiar mi visión de lucha que tenía ahí. Decidí bajar las armas porque sola no podía luchar contra ese monstruo”.

No quieren ser RCTV

En los medios audiovisuales también ha habido mano dura. Una periodista que labora en Globovisión, y que pidió guardar anonimato, habló de su experiencia en la planta televisiva desde que comenzó ahí, hace varios años.
“Desconozco quién es el dueño o testaferro”, señaló, “pero he sentido, sobre todo por compañeros con más años ahí, que sí hubo un cambio”.
La persona lo mira desde dos ángulos, pues opina como profesional, pero también como televidente. “Aunque apuesten por un equilibrio, que no sé si es verdadero o falso, hay mucha gente que está descontenta con el canal”.
“(La gerencia del canal) pide cubrir más al oficialismo”, explicó, por lo que considera que la dinámica no cuenta con ese balance que en su momento pidieron desde adentro, pues, recordó, en el entorno no quieren pasar por una situación que los lleve a verse como RCTV, cuya concesión no fue renovada y salió del aire en 2007.
“Ha habido casos muy específicos, no de no sacar información, sino de no decir ciertas palabras”. Plebiscito. Ese fue el término prohibido y cuya instrucción abarcó a todos en el lugar. Este, que englobó el proceso realizado por la oposición en julio de 2017, debió eliminarse del vocabulario de los trabajadores, o al menos olvidarlo en las transmisiones.

No están muertos, se multiplicaron  

Hoy son muchos los medios digitales venezolanos. La difícil situación de los impresos llevó a algunos a dar el salto, a adaptarse a nuevas tendencias, abaratando costos de producción y materia prima.
De acuerdo con Sembramedia, una organización sin fines de lucro que posee un directorio de medios digitales informativos por país, Venezuela tiene en su lista un total de 94 páginas especializadas de distintas fuentes, número que, seguramente, se incrementará con el paso del tiempo.
La facilidad de desarrollar un sitio web ha permitido a periodistas encontrar una plataforma desde la cual hacerse sentir; sin embargo, a juicio de Cañizález, estos aún no tienen el peso suficiente para generar opinión pública.
“Estamos en una situación de vulnerabilidad total”, comentó. “Lo que se genera en las redes sociales y medios digitales tiene impacto, pero limitado”.
La trinchera del periodismo venezolano ahora se desarrolla en el ámbito digital y es a esa zona a la que ahora apunta el régimen de Maduro. Y lo está haciendo.
“(El Gobierno) establece controles indirectos (…) que tengamos una internet de muy mala calidad es un mecanismo para que no podamos acceder a información independiente”, dijo.
El silencio, nuevamente, quiere ser su grito de guerra.]]>

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