Ni las más de siete tarimas colocadas a lo largo de la avenida Bolívar de Caracas, ni toda la maquinaria utilizada por los ministerios e instituciones del Gobierno sirvieron para lograr el objetivo del candidato del Frente Amplio de la Patria, Nicolás Maduro en su cierre de campaña: llenar la emblemática avenida.
Desde la 1:00 de la tarde los distintos sectores del chavismo comenzaron a concentrarse para celebrar por anticipado un eventual triunfo del candidato-presidente en el proceso de este domingo . En la concentración de la avenida Bolívar se respiraba un ambiente de feria. Venta de cervezas en cada esquina y pantallas LED para visualizar el discurso que el candidato dio hacia las 3:00 de la tarde.
Las tarimas desplegadas a lo largo de la vía estaban gestionadas por ministerios e instituciones gubernamentales, como el Ministerio de Salud y Pdvsa. El emblema de la estatal petrolera era visible en gorras y franelas por doquier, junto con la «M» que identificó a la campaña de Maduro.
Minutos antes que iniciara el mitin, su público se escabullía entra las calles aledañas para regresar a sus hogares. Vestían las franelas del movimiento Somos Venezuela, otros con los ojos de Chávez, pero en efecto no tenían planes de escuchar al hombre por el cual acompañaron en su cierre de campaña electoral. Cuando se les preguntó por qué abandonaban la concentración, afirmaron tener prohibido hablar por ser empleados públicos.
A medida que la movilización se acercaba hacia la gran tarima al final de la avenida, los afectos al oficialismo se aglomeraban para dar el efecto de llenura, pero en la lejanía se veían grandes huecos y tramos vacíos. Algunas señoras mayores se sentaban en las islas a descansar tras una larga espera. El candidato-presidente tardó dos horas para ofrecer su discurso, según informaron algunos miembros vinculados a la logística. No muy lejos de ahí, una comparsa de tambores daba la oportunidad a una pareja para mover su cuerpo, un tanto subido de tono. ¨Este no me maraquea como es», decía la mujer luego de acabar la danza.
Aunque es tradición que las marchas chavistas tengan un ánimo y energía especial en esta había algo distinto, dispersión. Eran muchas las distracciones: Un espacio para andar a caballo el cual estaba plagado de malos olores. Un ring de boxeo fue colocado cerca de la vía para que los jóvenes se entretuvieran. En cada esquina se observaban vasos plásticos repletos de cerveza chocando, mientras Maduro hablaba.
No hubo un discurso nuevo ni especial para el cierre. Maduro cerró la campaña como la abrió. «Guerra económica», «imperialismo», «Henri «Falsón», «consolidación de la revolución» y «empoderamiento de la clase obrera» fueron términos que abundaron durante su intervención.
Sin embargo, Maduro se tomó un momento para recordar las victorias y derrotas. «De las 24 elecciones celebradas desde el inicio hemos perdido dos. El comandante una y a mi me tocó vivir la mía y lo asumimos. Somos democráticos», dijo.
A sólo tres días de los comicios Maduro ya se asume victorioso, en lo que sería el triunfo número 23 del gobierno chavista-madurista.
Katiuska Valdéz baila al ritmo de la canción de la campaña oficialista «Sube las manos panita». Katiuska lo hace y se mueve de un lado al otro, vive la experiencia y tiene a su candidato a metros de ella.»¡Vamos Nico! Estoy eufórica este es el hombre, nuestro hombre, el vino a sacar lo que queda de la burguesía. Nadie nos va a intervenir. Ahora más que nunca hay que honrar la memoria del comandante. Que en paz descanse», dijo llena de alegría.
La mujer, proveniente del populoso sector de Carapita en el oeste caraqueño, se define como chavista «de pura cepa». Enfatizó que votará por Maduro porque así lo quiso el difunto Chávez. «Mi comandante nos dijo Maduro, y es Maduro por quien vamos a votar, no es ni Diosdado, ni Héctor Rodríguez, ni nadie más. No hay por que mirar para otro lado cuando las directrices están bien claras», afirmó.
Como ella, hubo diversidad de chavistas y discursos. No todos visibilizaron a Maduro como el elegido, pero hay otros quienes quieren al candidato porque dijo que representa lo que ellos necesitan. Carlos Cortéz, albañil de 45 años, lo afirmó: «Toda mi vida he sido obrero y Nicolás lo fue, sabe lo que es vivir en el barrio y escalar. A él nunca se le olvidó de donde vino y por eso está donde está y lo pondremos donde queremos, en Miraflores, al lado del pueblo».
Como arañas, algunos simpatizantes se guindaban de los andamios donde colgaban cornetas para tener una mejor vista de Maduro, quien daba sus última palabras antes de iniciar con el repertorio de música chavista.
En las cercanías de la tarima había un hombre disfrazado de diablo negro, una mujer con un liqui liqui tricolor y una embarazada con una calcomanía en la frente y en su vientre. «Este niño nacerá chavista», aseveró. La mujer debe tener unos 20 años y a pesar de la agitación ella brinca y se menea mientras grita «Vamos Nico».
Cuando el discurso estaba por terminar, la vía lucía espacios vacíos a pesar de que el oficialismo previó llenarla con milicianos vestidos de civil y trabajadores públicos.
La seguridad empezó a dar paso a más ciudadanos para evitar que las cámaras del canal del Estado captaran los vacíos. Ni la danza del ex jugador y leyenda del fútbol argentino, Diego Armando Maradona, quien arrastró por toda la tarima la bandera de Venezuela mientras movía sus hombros influyó en la cantidad de apoyo, ni la icónica canción «Chávez Corazón del Pueblo».
Al iniciar el repertorio musical la fanaticada se animó. Maduro hizo lo mismo: lanzó besos, señaló a mujeres y movió su puño en señal de victoria, mientras que la Primera Dama, Cilia Flores saludó con cierta timidez.
Pero el objetivo parece no haber sido logrado.
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