Venezuela

Teodoro Petkoff, el hombre que no hablaba duro sino con pasión

El último adiós al político, intelectual y periodista sirvió para el reencuentro de distintas personalidades del ámbito político nacional. También para recordar anécdotas de quien fuese descrito como un "político a carta cabal".

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Foto: Archivo

Teodoro, el hombre fuerte y directo que muchos coinciden al describir, fue despedido este sábado por conocidos, compañeros de lucha, amigos y familia.
Desde las 7:00am se congregaron en la capilla I del Cementerio del Este para decir adiós y recordar a quien en vida fue guerrilleros, politico, intelectual y periodista.
Su capacidad de rectificar y de hablar “claro y raspao” fue alabada y recordada como una de las principales virtudes de Teodoro Petkoff.
Uno de los políticos que lo pudo ver poco antes de fallecer fue el ex candidato presidencial y ex gobernador, Henrique Capriles. Exactamente hace tres semanas. Azucena, la asistente de Teodoro lo contactó. Petkoff quería hablar de la unidad, algo que le preocupaba desde hacía mucho tiempo.
Capriles estuvo alrededor de dos horas en casa de Teodoro. Relata que lo vio delgado, con el labio “un poco caído” lo que dificultaba su habla. Estaba sentado y así permaneció.
Petkoff le llevaba 40 años a un Capriles que asegura que se ganó el respeto y la amistad del ex guerrillero y periodista.
“Era un hombre que hablaba directo. A muchos le parecía que era duro pero no. Era un hombre franco que hablaba de frente, sin tanta diplomacia. Creo que eso hace mucha falta en este momento”.
Recuerda que también sostuvo un encuentro con él en 2017 y previo a eso, lo invitó a comer en su casa. Una reunión a la que acudió también el padre Ugalde. En ese momento, Teodoro le indicó que se sentía mal “pero mal de aquí-señalando la cabeza- y con la misma, se levantó y se fue”, cuenta el ex gobernador de Miranda.
Algo quizás poco conocido es que Petkoff fue quien le insistió para su segunda candidatura presidencial.
A Capriles le preocupa que la sociedad se este quedando sin referentes de la talla de Petkoff así como la «satanización» de la izquierda.
“Teodoro era un demócrata a carta cabal”, sentencia.
40 años fue el tiempo que Azucena, una uruguaya-venezolana, trabajó con Teodoro.
“Todos los días entraba a la oficina y me decía ‘qué hubo’ y yo le respondía ‘nada’. Yo no entendía porqué me saludaba así hasta que un día le pregunté a mi hija y ella me explicó que eso significaba hola”, relata.
Lo describe como un hombre activo que atendía mil llamadas al día, si era el caso. “Todas las llamadas sin importar quién así como todas las entrevistas”.
Azucena explica una característica de Teodoro que siempre fue tema de conversación. La gente lo percibía como un “gruñón” pero para su asistente no había algo más alejado de eso.
“Un día, una periodista le preguntó por qué la gente lo creía una persona malhumorada y Teodoro le respondió: ‘Yo no hablo duro, hablo con pasión’. Teodoro nunca le gritó a nadie. Orientaba a quien se lo pedía. Era un hombre de principios, fuerte”, relata la que fuera casi una especie de “esposa laboral”.
Azucena y Teodoro se conocieron durante un simposio denominado “Del socialismo real al socialismo económico”. Azucena trabajó en la logística del evento. Una vez culminado, le comentó a Franklin Guzmán que se había quedado sin empleo y allí, Guzmán le comunicó que ahora sería la secretaria de Teodoro. Ella recuerda que se quedó “perpleja”.
Así se convirtió en su secretaria en la fracción parlamentaria del MAS.
El primer día, Teodoro se ausentó y ella comenzó a atender las llamadas y a anotar los números de quienes llamaban. Cuando Teodoro regresó, Azucena le mostró la lista y él le preguntó que qué harían a lo que ella le replicó, ‘responder’”. Cuando comenzaron a hacerlo, la gente se sorprendía puesto que Teodoro no acostumbraba a devolver las llamadas. “Así empezó nuestra relación laboral”, que se extendió hasta la creación de TalCual.
Aunque no era madrugador era muy inquieto y ávido de información. “Siempre estaba enterado de todo lo que pasaba aquí y allá. Era un hombre sumamente informado”.
Azucena confiesa que Teodoro siempre resintió que la gente no le diera la oportunidad de demostrar que podía “tapar un hueco” en la calle. “Eso le dolió mucho. Nunca pudo demostrar su capacidad de hacer las cosas. Lo conocieron como un gran intelectual, un gran político pero no como un hombre en acción”.
A juicio de quien fuera su asistente durante casi medio siglo, Teodoro dejó un gran legado sobre lo que es “el verdadero socialismo, la política sincera, altiva y directa y como era él. Un legado de democracia y libertad, algo que no vive el país en este momento. Por eso intentaron anularlo políticamente muchas veces”.
Lo describe como un hombre “enorme e incomparable. Como político y como ser humano”.
Azucena continúa contando que Teodoro estaba decaído por todo lo que había pasado. “Fue acosado, intentaron cerrar el periódico. TalCual luchaba por subsistir y eso le preocupaba y dolía mucho”.
“El día que el periódico iba a cerrar, lo encontré con las manos en la cabeza. Se volteó, me miró y me dijo, ‘me siento cansado’. Nunca lo había dicho. Le dije que aprovechara y se fuera a conocer la Patagonia que siempre soñó con conocer”. No pudo hacerlo.
Azucena aclara que Teodoro no tenia nada físico ni mental. “Siempre conservó una lucidez meridiana”.
En el velorio también hizo acto de presencia uno de sus compañeros con el cual discutió durante muchísimos años, pública y privadamente, Felipe Mujica.
Este dirigente asegura que el legado de Teodoro es que “siempre respetó las posiciones contrarias. El pluralismo, la tolerancia y el entender que todos somos necesarios”.
La despedida de Teodoro sirvió para que muchos políticos e intelectuales se reencontraran.
Un grupo de diputados, encabezados por el presidente y segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, le hizo una guardia de honor.
El cuerpo de Teodoro Petkoff sería cremado en un acto reservado a la familia.

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