Según dijo el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, a través de las redes sociales y de los medios de propaganda del gobierno, «se extiende por 24 horas más el decreto presidencial de suspensión de actividades laborales y clases en todos los niveles de educación en Venezuela por el ataque criminal al SEN» (Sistema Eléctrico Nacional).
El régimen de Maduro no reconoce la existencia de la crisis eléctrica que vive Venezuela desde hace lustros y que ha terminado haciendo eclosión desde el jueves pasado, 7 de marzo, con una serie de apagones de escala nacional, los más fuertes en la historia del país.
Importantes ciudades como Barquisimeto y varias zonas de Caracas llevan varios días sin energía eléctrica.
Los sistemas de transporte masivo, como el Metro de Caracas siguen detenidos.
Maduro, sus ministros y los jefes militares en el poder afirman que las fallas se deben a lo que califican como un ataque cibernético ejecutado por el gobierno de Estados Unidos contra los cerebros electrónicos del SEN.
Pero expertos en energía han venido advirtiendo desde hace tiempo que el sistema eléctrico nacional está colapsado, tras años de desinversión, falta de mantenimiento y corrupción.
Fuera de Caracas ya la electricidad es racionada desde hace mucho tiempo y los apagones son diarios en ciudades y pueblos.
El déficit de energía es permanente, pese a que la demanda ha caído estrepitosamente porque la economía ha perdido la mitad de su tamaño en los últimos cinco años del gobierno de Maduro, prácticamente no funciona el alumbrado público y la industria petrolera y las empresas básicas del acero, hierro y aluminio -grandes consumidoras de electricidad- viven hace tiempo su propio colapso que se expresa en fuertes mermas de la producción.