Venezuela

Valentinna Rangel: "Jugué muchos años a ser mujer y ahora soy una"

Valentinna Rangel no lleva mucho tiempo desde que dejó de ser un simple boceto idílico sobre un papel imaginario que algún día quería hacer realidad. Suena metafórico, pero es lo que ella sintió casi toda su vida, cuando su yo externo, no obedecía al yo interno. Valentinna es una publicista venezolana nacida en Maracaibo. Está a punto de culminar una maestría, tiene dejos de modelo y también es activista. Es una mujer "trans", pero más allá de esto es humana.

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Para esta joven, la palabra visibilización se ha vuelto muy importante en los últimos meses. Su página de Instagram es una plataforma para fortalecer y educar sobre las minorías sexuales. De hecho, su trabajo ha sonado tanto que fue escogida para la campaña del mes del orgullo gay de la famosa compañía H&M en Chile, país en el que está radicada desde hace tres años.

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Desde un comienzo Valentinna define que una persona transgénero es aquella «cuya mente no está acorde con el sexo biológico», mientras que transexual es cuando se hace una reasignación de genitales para lograr la concordancia.

Por los momentos, esta mujer de 26 años se encuentra en una etapa exploratoria de su identidad. «Creo que el tema de los genitales es una decisión que va más allá. Me siento mejor cuando me veo en el espejo, pero para esa transición necesito estar preparada y hay un tema psicológico detrás, porque en Venezuela ser mujer es tener pechugas grandes, estar toda maquillada y esa es la realidad que vende el Miss Venezuela«.

A Valentinna siempre le ha parecido chistoso cuando escucha a la gente decirle que quizás se confundió. «Yo siempre fui una mujer, lo que me di cuenta es que nací como hombre. Jamás estuve confundida, pero los demás si lo estaban porque me veían de la forma equivocada».

El cuento de que por llevar genitales masculinos tenía que ser hombre, nunca la convenció. Rangel comentó a El Estímulo que a los siete años usaba el maquillaje de su mamá y con su ropa se hacía una larga peluca. Por fortuna para ella, su madre y familia jamás la condenaron. En cambio, hay realidades distintas en las que los parientes impiden que la persona explore su verdad y de ahí las tendencias suicidas, mientras que otras más preocupantes como los homicidios a personas «trans» están en las sombras.

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En Venezuela han ocurrido 109 homicidios de este tipo entre 2009 y 2017, según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas. Otro estudio a nivel latinoamericano indicó que las mujeres transexuales o transgénero no pasan de los 35 años por crímenes de violencia.

¿Quién soy?

Valentinna se considera una «estratega», como cuando le dio un «stand by» a su metamorfosis para estudiar, trabajar e independizarse. Así evitaría algunos niveles de discriminación, que en Venezuela son difíciles de superar. Mientras tanto asumió la realidad de un hombre gay, que era mucho más digerible.

Lamenta que en su país ser «trans» sea un sinónimo de prostitución, resultado de la marginalización generalizada. Esta fue la razón más poderosa por la que tuvo que migrar a Chile, en donde hay legislación para personas como ella. Ahí comenzó su maestría, cambió de nombre e inició su tratamiento.

Ese tratamiento realmente precede a la verdadera transición que para ella es aceptarse. Una vez en Chile acudió a una clínica privada, pero descubrió que el Fondo Nacional de Salud (Fonasa) cubría todo el proceso.

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En un principio, Valentinna relata que le recetaron una crema especial que se aplicaba en la zona de los pechos y las caderas, luego cuatro pastillas de espironolactona, dos en la mañana y dos en la noche, la dosis inicial fue de 1 mg y después pasaron a 4 mg.

Los cambios fueron casi instantáneos. «Lo primero que noté fue que mi piel se hizo más suave, luego el cabello se volvió más fino, me empezaron a crecer los senos y la grasa se distribuyó mejor. Incluso hasta la voz me cambió«.

La discriminación en manos del poder

A su juicio, Valenntina Rangel asegura que muchos cambios no frenan la discriminación que diariamente tiene que vivir, bien sean miradas, susurros o risas. Su mejor arma de defensa es la inteligencia, pero admite que cuando te agreden físicamente no existe protección alguna.

En esos momentos condena el falso concepto de libertad de expresión. «La usan como excusa para irrespetar». Lamenta que en muchas oportunidades los promotores de odio sean líderes de opinión, principalmente la Iglesia Católica. Resalta, que recientemente el Vaticano sacó un documento titulado «Hombre y Mujer los Creó» en el que hace una crítica a las minorías sexuales y se refiere a este colectivo como «provocador» por distorsionar los roles básicos, no sólo del género, si no de la familia.

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«Es curioso, pero a pesar de que la Iglesia Católica nos condena gran parte de los abusos sexuales que sus curas cometen son de tendencia homosexual. No quieren aceptar nuevas realidades, cada vez más vigentes. Que se dediquen a resolver sus problemas internos, antes de condenar lo externo», dijo.

La discriminación de la que habla también pasa por aquellos que venden mentiras. Por ejemplo, cuando el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV) afirmó que Caracas era una zona libre de todo tipo de discriminaciones sexuales, a Valentinna esto le causó risa. «Mienten y que mejor forma de comprobarlo cuando el TSJ aún no reconoce el nombre de la diputada Tamara Adrián como legal». Además, según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas, Distrito Capital fue la segunda ciudad con mayor cantidad de asesinatos a personas trans, superado solo por el estado Lara.

La visibilización

Por fortuna, a Valentinna le fue reconocido su nuevo nombre en la universidad en la que cursa su maestría. Es un cambio importante y muy positivo en su proceso, pero sabe que aún hacen falta más cosas. Aseguró que confía que durante este año se apruebe en Chile la Ley de Identidad de Género. Eso la anclaría mucho más a ese país y la alejaría de Venezuela a donde, de momento, no tiene planes de volver, ni si quiera tiene las fuerzas. «Me sentiría insegura al enfrentarme a un atraso que inicia en el aeropuerto, cuando te miran mal porque la cara de la cédula, no es la misma de la persona».

Valentinna no odia su pasado. Enfatiza que gracias a eso ha llegado hasta donde se encuentra en la actualidad y se siente muy feliz porque ya no es un boceto imaginario en su cabeza. Los trazos han tomado forma de caderas curvadas, senos abultados, cabello rizado y ese dibujo se ha vuelto real. Ya no tiene que seguir jugando a ser mujer porque ahora lo es. Esto le permite ayudar a otros a sentirse dignos, con los pies en la tierra y felices, como ella se siente.

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