Venezuela

Violencia y crisis afectan salud mental de venezolanos

Problemas como hiperinflación, inseguridad, violencia, fallas en los servicios públicos, migración forzada, entre otros, sumergen al venezolano en una profunda tristeza. Todos los segmentos de la población se ven afectados en su psique por la descomunal crisis que asola al país

Venezuela enfrenta varias crisis entre ellas política, económica, salud migración y salud mental
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La sociedad venezolana se encuentra afectada patológicamente señala Yorelis Acosta, psicóloga clínica y profesora de la Universidad Central de Venezuela UCV. Afirma que los ciudadanos están agobiados por la crisis y serios problemas como hiperinflación, inseguridad, violencia, fallas en los servicios públicos y  migración forzada. Todas estas situaciones que sumergen a la población en una profunda tristeza.

Acosta dice que los estudios científicos demuestran que vivir en ciudades violentas afecta la salud mental. Además hay procesos inflacionarios que vulneran la economía familiar, la situación se torna aún más difícil.

“Resulta que en Venezuela no solo tenemos violencia, sino uno de los índices más altos y violentos del mundo. Además no nos enfrentamos a una inflación, sino a una hiperinflación y tenemos pésimos servicios públicos que desmejoran la calidad de vida del ciudadano. Estas situaciones se han ido acumulando y afectan la tranquilidad de las personas, que enfrentan una serie de emociones negativas, especialmente la tristeza,” explica la especialista.

El problema del venezolano, considera, no es solo que tiene que enfrentar todas estas situaciones, sino que además, los han tenido que padecer por mucho tiempo.

Los más afectados

El sector más afectado es el de los adultos, especialmente los que pasan los 40 años de edad. Estas personas tienen como comparar la situación actual y la época de la bonanza -que tuvieron suerte de vivir-. Ahora les toca padecer una situación de extrema austeridad.

Explica Acosta que otro grupo de venezolanos que se encuentra afectado por la crisis son los jóvenes de entre 20 y 25 años de edad, a quienes les ha tocado vivir esta fase en la que todo son carencias y problemas. «Este sector de la población no tiene referentes. Es el segmento mayoritario de los que deciden irse del país, buscando nuevas oportunidades allende las fronteras».

“Esas situaciones causan sufrimiento a la sociedad, a las personas, a quienes le podríamos decir que, en las peores crisis, se pueden conseguir las mejores oportunidades: para montar un negocio, por ejemplo; o que puede lograr asociarse para desarrollar un proyecto. Ahora bien,  estas recomendaciones servirían en un país normal, en donde se cumplan las reglas y donde no existen tantos problemas”, señala la psicóloga.

Tratar de vivir bien

Acosta cree que el venezolano, en comparación con los ciudadanos de otros países, tiene que esforzarse más de la cuenta para tratar de vivir bien.

“Tenemos un contexto negativo, producto de la sumatoria de muchas variables que no es que nos afecten desde hace un año o dos, tenemos más de 10 años en crisis, con situaciones como, por ejemplo, el tema del abastecimiento», afirmó.

«En épocas anteriores, los productos desaparecían por épocas. Algunos rubros, como el azúcar, el café, la leche o cualquier otro alimento de la canasta básica. En tiempos recientes, desaparecieron los productos en conjunto, aparecen las colas, los llamados bachaqueros o revendedores. Ahora vemos que se encuentran todos los productos, pero con unos precios que no puede pagar el ciudadano. Estas situaciones mantenido, por largo tiempo, en estado de angustia a toda la población” manifestó.

En su criterio, estas situaciones, entre otras, han hecho aparecer un grupo de síntomas que la llevan a confirmar que la sociedad venezolana está enferma, vive una dinámica extraña, que se refleja en las calles vacías durante las noches; hace que las personas tengan miedo de salir, terror en usar el servicio del metro, entre otros comportamientos. En conclusión: el miedo invadió nuestra vida en comunidad, nuestra vida cotidiana”, afirma.

Añade Acosta que, en el plano individual, los venezolanos presentan alteraciones psíquicas como alteración del sueño, crisis de ansiedad, dolores en el cuerpo, problemas cognitivos y dificultad para memorizar y aprender.

Un país y su tristeza

Acosta explica que desde 2015 se realiza un estudio de las emociones de los venezolanos. El resultado es que las emociones negativas predominan en la cotidianidad, especialmente las situaciones de tristeza perenne.

“Estos resultados chocan con algunos estudios en los que se señalaba que la sociedad venezolana era una de las más alegres del mundo. Ciertamente, el venezolano es muy alegre, nuestro humor nos ayuda a resistir la crisis. La risa es un mecanismo de defensa, de protección. Hacer cosas positivas ayuda al bienestar», aseguró.

Sin embargo, indica: «Esa alegría del venezolano se ha visto afectada y ahora hay una tristeza colectiva. Muchas personas viven amargadas, desesperanzadas. Nuestra alegría se ve empañada por los problemas y hasta llegamos a sentirnos culpables de sentirnos bien. Nos autoculpamos por ir a una fiesta, por comprar algo, por hacer un paréntesis y tratar de ser felices”.

Señala que también en el venezolano es normal, además de la tristeza, ser presa de emociones como la rabia o de frustración, porque la situación actual no le permite desarrollar los planes que se había trazado. “Podemos tomar como ejemplo las personas mayores de 50 años de edad, quienes para esta etapa de la vida tenían planes de descansar, viajar, sueños que no han podido cumplir. Y que se ven obligados a seguir en el mercado laboral por razones económicas”.

Juventud en fuga

Afirma Acosta que a los jóvenes venezolanos la crisis los afecta particularmente. Ellos han crecido con todos estos problemas, tienen otra psicología, otra manera de relacionarse y en van ganado terreno otras emocione difíciles de identificar y manejar.

La especialista dice que algunas veces es muy complejo salir de esos estados emocionales, de crisis, de colapso y con una ansiedad generalizada, lo que ocasiona que los jóvenes se mantengan en un estado de aturdimiento, que tratan de entender, de identificar, pero para los cuales la respuesta no es nada sencilla.

Explica que muchos venezolanos de los que decidieron irse del país son precisamente los jóvenes, situación que suma otro sentimiento negativo a nuestra sociedad, como es el duelo.

“La separación de nuestros jóvenes causa un duelo, un sufrimiento constante y un dolor. Vemos la separación desde el sufrimiento y no desde el escenario de la oportunidad que tienen los chicos y chicas de tener nuevas experiencias, de aprender sobre otras culturas y sociedades”, explica Acosta.

Destaca que en épocas anteriores, cuando los jóvenes informaban a sus padres de que se marcharían a otros países a estudiar o a radicarse, eso no era considerado una tragedia. «En aquellos tiempos no había celulares ni las demás herramientas tecnológicas para estar comunicados todos los días, como los hay ahora».

Desde el dolor

“Tenemos que entender que estamos viviendo los procesos de migraciones desde el sufrimiento y desde el dolor. Esa clase de partida es muy compleja. Encontramos personas que se van sin un plan. Es lo que más lamento: que la gente se vaya desesperada, por la situación del país , que no le ofrece la oportunidad de un buen trabajo, de un sueldo digno, la posibilidad de tener una vivienda, con poco chance de construir tu vida aquí», afirma.

Continúa: «También hay otros se van con un plan, que investigan a dónde van a llegar, que se van con información. A esos les va mucho mejor, especialmente si, además de los títulos académicos, tienen capacidades para desempeñarse en un oficio”.

Señala la especialista que los padres deben sentirse orgullosos de ver que un importante grupo de estos muchachos con títulos y con otras competencias que les dio su vida académica, están fuera iniciando una nueva vida, y que quizás en un algún momento devolverán a Venezuela todos esos conocimientos, ampliados.

”En la universidades no solo queremos capacitar en conocimientos: queremos también enseña a pensar a los jóvenes, que sean en creativos, que puedan resolver problemas, que desarrollen el pensamiento estratégico.

Recomendaciones

Vemos muchos casos de jóvenes que se han ido e inician su nueva vida limpiando, pero que luego comienzan a escalar posiciones y se convierten en gerentes , se van conectando, haciendo otras redes y ganado espacios, se mueven con los nuevos tiempos, aprenden otra cultura y dejan el nombre de Venezuela bien representado”, afirma Acosta.

Recomienda a padres y familiares de los jóvenes que deciden emigrar, calmar el dolor y ver la situación como una oportunidad de desarrollo, aprendizaje y madurez para sus hijos. Entender que sus hijos viven nuevos tiempos, tienen otra visión del mundo, se comunican por internet con sus amigos regados por todo el planeta, son de raíces más cortas y que, en definitiva, no se los puede obligar a vivir bajo nuestros mismos principios.

“Debemos recordar la historia que tuvieron los emigrantes portugueses, españoles y chinos, quienes salieron de su terruño y alrededor del mundo montaron negocios y se convirtieron en ciudadanos prósperos. Ahora le toca el turno de emigrar a los venezolanos, y tenemos que estar confiados en que harán un buen papel en otras tierras”, dice.

«Los que se quedan, tienen que producir», destaca Acosta.

Para quienes han decidido quedarse, señala que también tienen que reprogramarse, moverse al ritmo de la nueva realidad. Tener en cuenta que estos tiempos exigen nuevas competencias y  que se necesita seguir aprendiendo otras maneras de protegerse emocionalmente.

“Por la gran cantidad de personas que se han marchado, surgen oportunidades en diversos campos y los que se quedan deben saber aprovecharlas. Eso amerita desechar viejos pensamientos y renovar conocimientos, pues es necesario comenzar a producir, no importa la edad”, indica.

Aumentan los suicidios

Señala la psicóloga que la crisis económica social que atraviesa Venezuela afecta por igual a ricos y pobres. Que todos están afectados emocionalmente y se tienen que cuidar.

Dice que si en Venezuela se tiene mucho dinero, se vive angustiado por a la inseguridad, por el miedo de ser secuestrado, de estar en la calle, se pagan escoltas y se tiene que andar con extrema cautela.

Pero el dinero no hace la diferencia. “Si eres pobre, te angustia la falta de dinero, de alimentos, de medicinas, de tener que bañarte con tobitos de agua, que seguramente tuviste que cargar de alguna parte. Es decir, en ambos extremos se viven en una perenne angustia”.

Reitera Acosta que en la Venezuela actual tenemos muchos problemas, que todos estamos afectados, de distintas maneras, y que eso nos obligan a cambiar la rutina diaria. “Hay personas que al atravesar situaciones de dolor se tornan más fuertes sabiendo moverse estratégicamente y logran cambiar su estado emocional de tristeza, por uno de esperanza y alegría”.

Lidiar con la separación

No obstante, advierte que hay personas más débiles, que no saben cómo lidiar con estas situaciones de crisis, especialmente si han atravesado el asesinato o la muerte de un hijo, la separación de un ser querido por la migración, el empobrecimiento y la mala calidad de vida.

“Estas personas ven como una salida el suicidio. En Venezuela se mantiene como una regla no hablar de ese tema, especialmente a través de los medios de comunicación. Se teme que con esa información se puedan multiplicar estos casos, cuando en realidad en nuestra sociedad debemos hablar, debatir esta situación grave que padecemos”, indica Acosta.

Destaca que, según el último informe del Observatorio Venezolano de la Violencia, los casos de suicidio se han multiplicado en Venezuela, situación que también se observa en otros países.Especifica que el sector más vulnerable son los hombres mayores de 50 años de edad.

“Pero en los últimos tiempos observamos que las tendencias han cambiado y que van en aumento los suicidios de adolescentes. Tal es el caso de Chile. Aquí en Venezuela estoy llevando a cabo un estudio en la zona de la Colonia Tovar, en donde sus pobladores se muestran preocupados por los casos de suicidio en hombres mayores de 50 años de edad. Pero no conocemos las causas de esta situación ni tampoco sabemos que pasa en todo el país”, explica Acosta.

Prevención

Señala que en cada familia que se presenta un caso de suicidio quedan secuelas psicológicas y que estas van dejando serias lesiones psíquicas, que requerirán ayuda especializada para sanar.

“Creo que más allá de sentir temor de hablar sobre el suicidio, debemos iniciar campañas para su prevención. Hay que informar a la familia dónde acudir en caso de que uno de sus miembros enfrente una profunda depresión o tristeza. Debemos estar alertas en nuestros lugares de trabajo a aquellos compañeros que pueden estar atravesando una grave situación, que solo se dedican a trabajar, que no hablan, que no aceptan invitaciones a ninguna reunión, que tienden a ser solitarios”, señala especialista.

Igualmente, considera que hay que estar muy pendientes de aquellas personas que se pasan todo el día quejándose de la crisis, que no encuentran ninguna situación agradable y solamente que hablan sobre cosas negativas.

Alertas

“Hay muchos síntomas de alarma de los cuales hay que estar pendientes. En muchas ocasiones, el paciente no pide ayuda, se encierra y requiere el apoyo familiar. Las conversaciones, los abrazos, reforzar la confianza, el cariño, la colaboración, son necesarios. Se recomienda que la familia cree un plan, diseñado con base en el pensamiento estratégico, para de buscar soluciones a esos problemas”.

Estas mismas recomendaciones pueden replicarse en el ámbito comunitario y laboral.

Recomienda la especialista que las personas realicen actividades al aire libre, ejercicios. “Una simple caminata con un amigo o con la familia es reconfortante. Salga a divertirse, practique un deporte, busque las opciones gratuitas que las autoridades municipales ofrecen en sus espacios públicos. Recuerde que hay que cuidar el cuerpo y la mente”.

Yorelis Acosta afirma que si la familia o el paciente requieren ayuda especializad, no hay razones para temer ir a consulta con un psicólogo, quien está en condiciones de brindarles las orientaciones necesarias para superar la crisis emocional que los afecta.

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