Venezuela

La destrucción de la Universidad de Oriente: el fuego de la barbarie

No se trata solo de la quema de la biblioteca: el desmantelamiento sistemático del núcleo Sucre de la Universidad de Oriente se inició en el año 2016. El movimiento estudiantil asegura que la destrucción alcanza a 90% del campus universitario. Y el gobernador se empeña en señalar de “antimaduro” a la rectora

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Universidad de Oriente
Cortesía

Entre 2019 y el primer semestre de 2020 ocurrieron tres incendios en las instalaciones de la Universidad de Oriente, en Cumaná. El último acabó con casi 120 mil ejemplares que reposaban en la Biblioteca Central, la más grande del estado Sucre. Las imágenes de libros quemados circularon en las redes sociales conectando la memoria colectiva con funestos episodios de la historia de la humanidad.

Meses antes, José Boada había tomado la previsión de resguardar algunos libros. Poco a poco fue trasladando ejemplares de las áreas de Enfermería y Biología desde la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente (UDO) en Cumaná, hacia la Petraula Nro. 7, un pequeño salón que le cedieron en la institución.

Treinta años atrás inició su labor como trabajador en la biblioteca, de la que posteriormente se convertiría en jefe de área, cargo que aún desempeña. Desde hace un par de años empezó a notar, con asombro y tristeza, cómo el vandalismo iba acabando con la estructura y el mobiliario del recinto: ya no quedaban mesas, sillas, puertas, estantes, vidrios ni lámparas.

Como no podía evitar la destrucción pensó en hacer una biblioteca exclusiva para los estudiantes de las escuelas de Enfermería, Biología y Bioanálisis. Y decidió poner a salvo algunos textos antes de que el vandalismo acabara con todo. Poco fue lo que pudo salvar.

Hay quienes piden, al azar o a la suerte, que cada inicio de mes los sorprenda. Pero, la sorpresa del 1 de junio solo causó indignación y dolor, tanto en la comunidad universitaria como en la ciudadanía.

Miles de libros, investigaciones y tesis de grado que reposaban en la biblioteca desde la década de 1970 quedaron reducidos a cenizas.

Universidad de Oriente

El incendio ocurrió mientras uniformados y vehículos de la Guardia Nacional resguardaban la Estación de Servicio El Águila, frente a la Universidad de Oriente, la única gasolinera autorizada en la ciudad para surtir de combustible durante la cuarentena social impuesta por la administración de Nicolás Maduro.

Las llamas redujeron a escombros el primer piso de la biblioteca. Los textos que lograron salvarse, los que había resguardado José Boada, estaban regados en el piso de la Petroaula Nro. 7. Y todo el mobiliario del lugar había desaparecido: se lo robaron.

¿Consecuencia?

Dos días antes del incendio estudiantes y representantes académicos y administrativos de la UDO reclamaban públicamente ante la Alcaldía del Municipio Sucre.

El ayuntamiento a cargo del dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Luis Sifontes, había tomado a la fuerza un bus propiedad de la Universidad de Oriente, utilizado para transportar estudiantes y personal de vigilancia. El alcalde le dio otro uso: trasladaban a las personas detenidas por incumplir la cuarentena. La decana del núcleo Sucre, Noris Jordán, intentaba, de manera insistente, que les hicieran la devolución del vehículo secuestrado.

A propósito de lo ocurrido, Jesús Malavé, estudiante y dirigente universitario representante del Movimiento UDO 70, recordó que por cada reclamo y protesta que realizaron para denunciar el desmantelamiento del campus, los días siguientes un incendio acababa con alguna estructura vital de la institución.

En abril de 2019, dirigentes identificados con el sector oficialista tomaron las instalaciones del rectorado, el edificio administrativo principal para los núcleos de Sucre, Anzoátegui, Monagas y Nueva Esparta. Ninguna autoridad udista, ni trabajador alguno, podía acceder a estas oficinas.

«A principios de abril de 2019 denunciamos esto ante la Fiscalía del Ministerio Público, en Cumaná. Días después ocurrió un incendio de gran magnitud en el Auditorio de la universidad», recordó.

La toma ilegal del rectorado se prolongó por cuatro meses y con ello la paralización de actividades administrativas de la universidad.

En abril de 2020, otro incendio ocurrió luego de un reclamo. Iniciaba la cuarentena y también las severas restricciones para la distribución del combustible. «Protestamos porque, de todos los vehículos institucionales a los que les surtían gasolina, los camiones que pertenecían a los Bomberos de la UDO quedaron por fuera», contó Malavé.

Unos días después de la protesta, un incendio acabó con el Instituto Oceanográfico de la UDO, el principal centro de investigaciones científicas relacionadas con temas marinos del país.

La Universidad de Oriente: años de vandalismo

Los daños actuales en la UDO son tan severos que no se pueden calcular económicamente. Pero, según un estimado del Movimiento UDO 70, 90% de la estructura universitaria está en ruinas.

Cuatro años de robos, vandalismo, incendios y desmantelamiento sistemático no solo acabaron con una planta física, también incidieron en la merma de la matrícula estudiantil: de unas 14 mil personas que cursaban estudios superiores en el año 2014, la cantidad se redujo a no más de dos mil alumnos en el 2020.

«Ha habido un ataque de exterminio contra la UDO», enfatizó la rectora, Milena Bravo de Romero. Puntualizó que, aunque el Consejo Universitario no ha establecido un patrón de ataques e incendios relacionados con protestas, sí hay un ataque sistematizado organizado por bandas delictivas que actúan con impunidad ante la inacción de organismos de seguridad.

«No queda en pie una reja, ni una puerta», se lamentó. “Quizás lo que se conoce con mayor énfasis y tiene mayor impacto son los incendios de la Biblioteca Central, el Oceanográfico y el Auditorio. Pero hay robos continuos y todos han sido denunciados ante la Fiscalía del Ministerio Público”.

La rectora aseguró que no ha habido respuestas, ni desde la Fiscalía ni del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).

La universidad no tiene un estimado de daños económicos ocasionados por los robos y actos vandálicos. «No entendemos el ensañamiento contra la UDO, si desde acá lo único que hacemos es formar profesionales para contribuir al desarrollo de la región».

Computadoras, pupitres, aires acondicionados, pizarras, estantes, archivos, puertas, ventanas, lámparas, bombillos, escritorios, sillas, documentos, equipos de investigación científica, desvalijamiento de laboratorios de biología, matemáticas, informática, reactivos y sustancias químicas, instrumentos musicales, refrigeradores y cualquier cosa que encontraban a su paso se convirtió en botín de los saqueadores.

No hubo sitio en el que la delincuencia no arrasara. Sin importar el valor científico ni académico, a los asaltantes les daba igual desvalijar el Sismológico -principal centro de investigación sísmica en el oriente del país-, el comedor en el que alumnos de todos los municipios tenían acceso a alimentación, o el área de Cursos Básicos, destinada a que los nuevos egresados recibieran formación.

En los últimos cuatro años suman al menos diez peticiones para exigir a los organismos de seguridad el resguardo de la universidad. La primera fue la Resolución 019/2016, en la que el Consejo Universitario autorizó el ingreso de funcionarios de seguridad para labores de patrullaje y resguardo del campus.

Protestas y manifestaciones estudiantiles lograron llamar la atención del comandante de la Zona Oriental de Defensa Integral (Zodi) en Sucre, el general Julio Barrios Torres, quien prometió la instalación de un punto de control y un patrullaje nocturno que, según afirma el dirigente estudiantil Jesús Malavé, duró una hora y se realizó solo una noche.

«Volvimos a protestar y nos prometieron una reunión con autoridades gubernamentales. Nunca nos confirmaron fecha ni hora, nos tomaron de vacilón y nos dejaron esperando. Nosotros tuvimos la disposición de establecer acuerdos en materia de seguridad con el gobernador Edwin Rojas», explicó.

Estudiantes, autoridades académicas y administrativas, profesores y trabajadores han denunciado una y otra vez la situación ante la Fiscalía. Pero no ha habido respuesta alguna ni pronunciamiento por parte de las autoridades regionales.

A pesar de que los robos ocurren cada semana, públicamente solo se conoce sobre la detención de siete personas. Todas, habitantes de una barriada aledaña al campus universitario. Según reporte del Instituto Autónomo Policía del Municipio Sucre estas personas fueron capturadas el 20 de abril de 2020 mientras hurtaban bienes en la universidad.

La desolación

El repudio colectivo se desató luego de que el incendio de la Biblioteca Central se hiciera público. Autoridades, trabajadores y estudiantes, tanto de la Universidad de Oriente como de otras casas de estudio del país, dirigentes políticos opositores a la administración de Nicolás Maduro, autoridades eclesiásticas y ciudadanos; a través de las redes sociales manifestaron rechazo e indignación por las cenizas a las que quedaron reducidos los espacios del recinto.

Pero, a través de una transmisión en vivo, realizada a través de la red social Instagram un día después del incendio, el gobernador de Sucre, Edwin Rojas, tuvo otro tipo de reacción: «Sobre la Universidad de Oriente, ellos tienen una rectora antimaduro, que destruyó la universidad, la psicópata esa».

Esa fue su respuesta.

Este 3 de junio, el Ministro de Cultura de la administración de Nicolás Maduro, Ernesto Villegas, anunció una campaña de recolección de libros que serán destinados a la UDO. Sin embargo, Milena Bravo indicó que la pérdida tras el incendio es incuantificable.

«No solo se trata de los libros, a pesar de que había ejemplares únicos. Se trata también de incontables tesis de grado e investigaciones que se perdieron y ya no se podrán recuperar».

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