Venezuela

San Francisco de Guayo, una misión pontificia que necesita refuerzos

Solo cuatro hermanas capuchinas atienden la Misión de San Francisco de Guayo, una población a cinco horas en lancha de la ciudad más cercana, Tucupita. A pesar de la escasez. se las arreglan para que funcione un comedor que alimenta a 100 niños waraos. También prestan atención a pobres y enfermos

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Del 14 al 19 de febrero, el director de las Obras Misionales Pontificias (OMP), presbítero Ricardo Elías Guillén, realizó una visita al Vicariato Apostólico de Tucupita, específicamente a la Misión de San Francisco de Guayo que está bajo el cuidado pastoral de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

La Misión, fundada por el padre Basilio de Barral en 1942, ha sido a lo largo del tiempo un enclave evangelizador y de promoción humana para generaciones de Waraos que pueblan este territorio del bajo Delta. Actualmente cuenta solo con cuatro religiosas, Arelys Martínez, Ilvia Vélez, Isabel López e Inés Cedeño, para atender pastoralmente la extensa comunidad de San Francisco de Guayo.

Además de acompañar la vida cristiana de esta población en Delta Amacuro, las hermanas atienden con dedicación y muy pocos recursos las necesidades de los pobres y enfermos. El hospital local lleva el nombre de la hermana Isabel López, quien llegó a la misión en 1960 proveniente de España con valiosos estudios de Enfermería.

También la atención a los niños es parte de su misión. A través de un comedor infantil se reciben al menos 100 niños y niñas de la comunidad cada semana. Dicho centro de alimentación actualmente recibe ayuda de las OMP para sustentar su funcionamiento.

Solo cuatro hermanas capuchinas

Separados de la ciudad más cercana (Tucupita) por el extenso Río Orinoco, a no menos de 5 horas en lancha, la comunidad de San Francisco de Guayo carece no solo de alimentos y medicinas. También está urgida de una mayor atención pastoral que refuerce la labor misionera de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

En esa extensa zona solo se encuentra, además de las hermanas capuchinas, un sacerdote de los Misioneros de la Consolata. Está a una hora de San Francisco de Guayo por vía fluvial, en la Misión de Nabasanuka.

La primera misión de Araguaimujo, fundada en 1928, en la actualidad no cuenta con personal misionero que la atienda.

“La dependencia de misioneros de otras latitudes compromete el futuro de las misiones en la localidad. Cada vez es menor el número de misioneros extranjeros y mayor la longevidad de los que aún se mantienen. Por eso necesitamos formar nuevas generaciones”, señaló Guillén.

Al respecto, la Dirección Nacional de las OMP ofreció a monseñor Ernesto Romero, vicario apostólico de Tucupita, colaborar con la formación misionera de agentes locales. Esto contribuirá a consolidar la presencia de ministros indígenas que evangelicen, animen y sostengan a las comunidades cristianas.

La propuesta es reanudar en alianza con otras instituciones, la Escuela de Pastoral Indígena iniciada antes de la pandemia de covid-19.

Para saber más sobre las misiones católicas se puede seguir @omp_venezuela o visitar www.domundvenezuela.com

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