Por esas espirales de la Historia, una vez más una guerra que involucra a un país petrolero pone a algunos venezolanos a soñar con que sus problemas acabaron y el oro negro podrá otra vez reflotar una economía ahora en ruinas.
La visita de la más alta delegación de funcionarios de Estados Unidos a Venezuela en los últimos años, ocurre mientras escala el horror de la guerra en Ucrania, tras la invasión ejecutada por Vladimir Putin y su poderoso ejército contra una vecina nación democrática.
Maduro ha mostrado todo su vociferante respaldado a Putin y a Rusia en esta guerra.
Hoy el mundo y la relación de fuerzas entre países se mide básicamente entre las democracias liberales de corte occidental, como la Unión Europea y EEUU, versus los regímenes totalitarios y autoritarios.
Ese mundo democrático busca reducir su dependencia de Rusia, que aporta el 8% del petróleo que consume EEUU, pero más del 40% del gas natural imprescindible en Europa.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, dijo en una entrevista a CNN este domingo que Estados Unidos y socios de la Unión Europea discuten de manera coordinada «la idea de prohibir la importación de petróleo ruso y al mismo tiempo garantizar que haya suficiente suministro de petróleo en los mercados mundiales”.
En el frente de los autoritarismos están Rusia y Venezuela, tenidas en el renglón de las autocracias electorales, donde vive hoy el 40% de la población mundial, según el prestigioso índice Varieties of Democracy Institute (V-Dem) del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Gothenburg, Suecia.
Maduro entonces se ha alineado con un dictador que sin provocación invade a un país, escala una agresión con evidentes ataques a civiles, y ya está siendo señalado como criminal de guerra.
Petróleo de sangre
La Rusia de Putin es un importante proveedor de petróleo y gas natural para ese mundo libre que ahora tendrá que decidir si mira para otro lado y le sigue comprando esa energía, no importa lo que pase en Ucrania.
Estados Unidos y sus aliados, que en el pasado apoyaron a la oposición venezolana contra el régimen autoritario de Nicolás Maduro, también estarían tentados a mirar ahora para otro lado y levantar las sanciones contra el chavismo.
Otra vez estarían dispuestos a comprarle petróleo a Maduro.
Es decir, dado el caso, Washington tendría que decidir cual de los dos villanos puede aceptar. La decisión es hasta fácil, pues comparado con los crímenes a gran escala de Putin, las acusaciones contra el régimen chavista se han quedado empequeñecidas en la perspectiva internacional.
Un hombre delante de los restos de su hogar en Ucrania, destruido por la artillería rusa. En la medida en que se muestran las atrocidades de la invasión, gobiernos de EEUU y Europa reciben más presiones para cortar las importaciones de gas y petróleo de Putin. Esas exportaciones financian más del 40% del presupuesto ruso y por ende buena parte de su actividad bélica. Foto: marzo 2022. Emmanuel DUPARCQ / AFP.
El pana Maduro
Pescando en ese río revuelto, Maduro dijo el 3 de marzo ante el “II Congreso de la Clase Obrera”, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que Venezuela tiene disposición de venderle petróleo y gas a Estados Unidos, a Asia y Europa. Los temas económicos, dijo, “no deben politizarse”.
“Ahí está el petróleo de Venezuela que es seguro para el que quiera producir y comprarlo, sea un inversionista que venga del Asia, Europa o de Estados Unidos”, dijo el mandatario.
“Las puertas de Venezuela están abiertas para producir petróleo, gas y para darle estabilidad petrolera y gasífera al mundo entero incluyendo a los Estados Unidos de Norteamérica”, dijo en un guiño.
Para el que quiera producir…con esta corta frase Maduro denotó que lo que más busca son inversionistas internacionales para una industria quebrada que antes era el motor de la malograda economía venezolana.
Pero a la vez asomó unas cifras que ponen en duda la capacidad del país para cumplir esa oferta: dijo, citado por los canales de propaganda del régimen, que “se están produciendo un millón de barriles de petróleo y el país está listo para aumentar la producción a dos y tres millones de barriles”.
El problema de credibilidad es que el propio gobierno admite ante sus socios de la Opep, que la producción ha vuelto a caer tras un leve repunte en el último cuatrimestre de 2021.
Fue de solo 755.000 barriles por día (bpd) en enero pasado, contra 817.000 entre septiembre y diciembre.
El amigo equivocado
Pero gracias a la posición de Maduro, y a la quiebra de Pdvsa, Venezuela no parece estar hoy en el lugar indicado en el momento indicado. Menos con las compañías adecuadas, en un mundo en vilo por las ansias expansionistas de Putin.
Estados Unidos hasta ahora no se decide a revisar su relación petrolera con Rusia. Pero los mercados ya se han anticipado, según un despacho de la agencia Reuters. Mientras sube la presión interna para que el país deje de comprar ese petróleo ensangrentado que sirve para financiar las armas rusas.
Reuters informa que muchos operadores han dejado en espera nuevas órdenes de compra. Mientras cada día salen a relucir más atrocidades de la guerra y los ataques contra civiles ucranianos y bombardeos contra ciudades, más difícil será para EEUU seguir comprando a los rusos.
Según las estadísticas oficiales del Departamento de Energía, Estados Unidos, importó desde Rusia 696.000 bpd en promedio entre enero y noviembre de 2021. Un cierto aumento, comparado con los 552.000 bpd en el mismo período de 2020 y los 504.000 de 2019, antes de la pandemia de coronavirus.
Rusia vende más que la Opep a EEUU
Ese promedio del año pasado equivale a más de dos tercios de todo el petróleo importado por EEUU desde todos los países de la OPEP que son sus proveedores (947.000 bpd entre enero y noviembre).
En la práctica, puede acudir a otros proveedores del grupo que son más cercanos políticamente, inclusive Arabia Saudita, el unico gran productor con una enorme capacidad instalada adicional y que hasta ahora no ha apoyado abiertamente a Rusia en esta guerra.
Los principales vendedores al mercado de EEUU son Canadá, con 4,299 millones de bpd, y México, con 717.000 bpd y Colombia, con 201.00 bpd en el promedio de esos 11 meses.
Rusia, en efecto, era el tercer mayor proveedor individual de EEUU.
Recientemente el senador demócrata Edward J Markey, del comité de Relaciones Exteriores, presentó un proyecto de Ley para prohibir la importación de petróleo ruso.
Una factura millonaria
Según los datos de la Agencia de Información de Energía, del Departamento de Energía, citados por Markey en su declaración, Estados Unidos importó en total 245 millones de barriles de crudo desde la Federación Rusa en 2021, por los que pagó un estimado de $17.400 millones.
«Las empresas estadounidenses de combustibles fósiles ayudaron a alimentar la despreciable guerra de Putin contra Ucrania con miles de millones, apuntalando a los oligarcas del petróleo y a los compinches que lo mantienen en el poder», dijo el senador.
Dicho sea de paso, la industria petrolera de EEUU tiene una producción similar a la de Rusia y Arabia Saudita.
Hasta tal punto que en 2021 fue un exportador neto, aunque modesto, de 635.000 bpd…casi lo mismo que le compra a Rusia.
Las importaciones totales de crudo del país fueron 7,863 millones de bpd, con exportaciones por 8,498 millones de bpd.
Los precios del petróleo ya venían en aumento por la reactivación de la demanda después de lo peor de la pandemia de covid. Ahora, las fallas en el suministro debido a la invasión de Rusia sobre Ucrania seguro incentivarán a los productores locales de EEUU para elevar su producción en campos convencionales y en los de lutitas, donde el crudo es literalmente sacado de las piedras.
La incógnita Maduro
Las últimas importaciones importantes de petróleo desde Venezuela por parte de EEUU sumaron 639.000 bpd en enero de 2019, poco antes de cerrarse por completo debido a las sanciones contra el régimen chavista de Maduro por sus atentados a la democracia y a los derechos humanos.
En 2018 el promedio fue de 586.000 bpd, a tono con la estrategia chavista de diversificar sus lista de clientes y venderle más a China y otros grandes consumidores clientes asiáticos.
Ahora, la gran duda a despejar es si Maduro moderará su apoyo expreso a Rusia y más aun si enviará algunos gestos de democratización y tolerancia la disidencia interna, como para ganarse la confianza de Estados Unidos.
De esa forma podría lograr que Washington flexibilice su postura y dar oxígeno a un economía que tenía en Rusia a un gran aliado para driblar esa sanciones y comercializar el petróleo venezolano.
Hay otra incógnita importante a resolver: ¿puede la colapsada y arruinada industria petrolera venezolana aumentar en el corto plazo de manera significativa su producción para atender a Estados Unidos y además provechar los altos precios?
Muchos expertos, como Francisco Monaldi, de la Universidad de Rice, creen que un poco, pero no mucho.
«De manera que incluso si levantaran la sanciones a Venezuela, no tendría casi ningún efecto en el mercado mundial. Sin embargo, si EUA deja de importar petróleo de Rusia, de donde importó unos 550 mil bpd el año pasado, el crudo venezolano sí podría suplir parte del mercado que dejen los rusos», dijo en su cuenta de Twitter este domingo.
«Después de todo los rusos tomaron buena parte del mercado que había dejado Venezuela en las refinerías del Golfo de México donde Venezuela exportaba un monto muy similar al que en 2021 vendieron los rusos», explica.