Investigación

Colapso de Guri: camino al apagón nacional

El abuso acumulado del complejo hidroeléctrico más importante del país por la insuficiencia del parque térmico empeoró la crisis eléctrica que hoy padece Venezuela. A medida que la utilización de Guri se mantiene sin variación, la central produce menos energía y se vuelve más agresivo el descenso de su embalse. Solo un diluvio puede salvar al Gobierno de la encrucijada eléctrica

Fotografía: OLIVER GONZÁLEZ
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Son casi las 10 de la mañana y un grupo de trabajadores corta los finos troncos que quedaron en varios tramos de vegetación carbonizada. No es cualquier terreno. Son al menos tres corredores –cercanos a las torres de transmisión- en el complejo hidroeléctrico Simón Bolívar, en Guri, ennegrecidos por el fuego.

Los efectos de la sequía se ven y respiran en Guri. Incluso, mucho antes de entrar. En la carretera que conduce a esta localidad en el estado Bolívar, que guarda el complejo hidroeléctrico más potente de Venezuela, el verdor desapareció por completo. Extensas áreas han sido tocadas por el fuego y el calor sofoca.

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Luego de pasar el primer punto de seguridad para entrar a la visita turística de la central hidroeléctrica o a Pueblo Guri, se advierte la huella negra. Aunque el cielo luce nublado, la temperatura sube como lo ha hecho en las últimas semanas más intensamente por los efectos del fenómeno “El Niño”, que la Organización Meteorológica Mundial señaló ha superado su intensidad máxima, convirtiéndose en uno de los más fuertes jamás registrado.

El complejo Simón Bolívar en Guri, antes conocido como Raúl Leoni previo a ser rebautizado por el expresidente Hugo Chávez, es el corazón hidroeléctrico de Venezuela. Provee más del 60% de la energía que consume el país, con 16 de sus 20 turbinas en operación, que la convierten en la cuarta hidroeléctrica más grande del mundo luego de las centrales Tres Gargantas (China), Itaipú (frontera Brasil – Paraguay) y Xiluodu (China).

Es el tanque de energía de Venezuela, asegura el experto eléctrico José Aguilar, pero ese depósito –similar al recipiente de combustible de un vehículo- se está vaciando, lo que eventualmente reduce y, en el peor de los casos, impediría la operación de ocho de sus turbinas en principio. Todo, por no haber activado a tiempo la generación termoeléctrica, ensombrecida por fuertes visos de corrupción y negligencia gerencial en la industria eléctrica.

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Al 24 de febrero de 2016, la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) precisa que la cota del embalse de Guri se ubica en 249,70 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), a 5,7 metros del inicio de la zona de colapso. El descenso diario es agigantado. El mínimo histórico de Guri quedó registrado el 11 de mayo del 2003, cuando el embalse alcanzó 244,55 m.s.n.m. En esa ocasión no hubo racionamiento. El país, apunta Aguilar, era más pequeño desde el punto de vista de la demanda eléctrica.

Este año, la situación es otra. Con un ciclo hidrológico desfavorable que acumula más de 21 meses, las curvas de aportes del río Caroní se estiman en un 70% por debajo del promedio histórico, lo que los colocaría muy cerca de los mínimos históricos acumulados desde 1950. Solo un diluvio o la activación del parque termoeléctrico, con mayor capacidad instalada que el hidroeléctrico, podrían revertir la tendencia.

La baja del embalse que atesora el agua del río Caroní que turbinan las unidades de Guri es evidente. Lo observan en la cabecera de los ríos los indígenas que habitan en lo alto del Parque Nacional Canaima, en contacto con aguas tributarias del río Caroní, como el río Carrao, el Akanán y el Churún, que recibe las aguas del Salto Ángel. “La sequía está fuerte, el río Carrao (afluente del Caroní) y el Akanán (afluente del Carrao) están bajitos. No está lloviendo nada”, asegura el capitán indígena de Kamarata, Víctor Abati.

El descenso se observa también en el embalse de Guri, en donde el verdor que hace cuatro meses rodeaba al río, se ha vuelto marrón y las ramas de los árboles empiezan a emerger desnudas. “En estos días decíamos ‘viene un apagón, viene un apagón’ por los incendios cerca de las líneas de transmisión, porque al subir la temperatura se dispara el sistema”, asegura un trabajador de Corpoelec en Guri, quien prefirió no identificarse.

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Guri sobreexplotado

“Al ritmo que va, por el abuso acumulado, podemos estar a dos meses del colapso”, sostiene José Aguilar en torno a Guri, al advertir que esta sequía ha sido intensa y totalmente predecible. “Si hubiesen operado el Sistema Interconectado de manera responsable con más energía termoeléctrica, el embalse estaría en su zona segura, por encima de 263 metros”.

El actual ciclo hidrológico desfavorable, explica el experto, acumula un desempeño peor al ciclo del 2001-2003, por lo que sin dudas está a punto de ser “el peor de todos los tiempos”. Sin embargo, la intensidad del fenómeno climático no llegó por sorpresa. Su vigor y el periodo de duración son perfectamente conocidos por el Ejecutivo, que cuenta con dos herramientas predictivas a 32 meses para saber qué depara el futuro hidrológico. Una de esas herramientas, asegura Miguel Lara Guarenas, ex gerente general de la Oficina de Operación de Sistemas Interconectados (Opsis) -actual Centro Nacional de Gestión (CNG)-, es la planificación hidrotérmica y, la segunda, un sistema simulador de potencia.

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Si puede imaginar el tanque de combustible de su vehículo, podrá entender que el remanente de agua en el embalse de Guri equivale a poco más de un cuarto del volumen útil actualmente, lo que quiere decir que más de la mitad está vacío.

La central cuenta con 20 unidades, repartidas a partes iguales en la Casa de Máquinas I y II. Según Aguilar, en la actualidad hay 16 unidades disponibles para el despacho de energía, siendo la excepción las unidades: 2, 8, 9 en la casa de máquinas I (CM I) y la unidad 18 (CM II). Son más de 1.600 Mw fuera de servicio en toda la central. “Casi todas las unidades fuera de servicio son de larga data, en algunas es cosa de años”, dice.

Cuando el embalse está entre la cota 271 y la cota 261, la casa de máquinas II de Guri está en la zona óptima de generación, pero a medida que desciende de la cota 261 se reduce la eficiencia requiriendo más volumen de agua que, a su vez, genera menos energía. Si bien esta merma no afecta la generación en las centrales hidroeléctricas Macagua y Caruachi en el Bajo Caroní, el descenso en generación energética en Guri solo puede ser suplido por energía térmica.

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A medida que baja la cota del embalse de Guri aumentan las vibraciones, arriesgando la integridad de las unidades de la casa de máquinas II, una “insensatez” a juicio de Aguilar, si se considera que el país cuenta con más potencia termoeléctrica instalada (17 mil 500 MW) que hidroeléctrica (16 mil 900 MW).

El porqué de esas cavitaciones es parte de la explicación que ofrece el guía turístico, durante el paseo a la central hidroeléctrica. La zona de colapso de la casa de máquinas II de Guri comienza en la cota 244 m.s.n.m, cuando la pérdida de energía alcanzaría a 21GWh/día. El volumen útil llegaría a 9%, prácticamente en la reserva o en la zona roja del tanque de gasolina del carro. “Bajo este escenario, no sólo el embalse produce menos energía, sino que también se vuelve más agresivo su descenso, sobre todo si las lluvias se retrasan”, sostiene Aguilar.

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Cuando el Guri llega a la cota 240 m.s.n.m., un nivel que de acuerdo al experto es factible pero debe evitarse “como sea”, el complejo pasa de ser una planta de 6.400 MW a una de 2.600 MW, porque tendría que detener ocho turbinas que no podrían operar con ese nivel de agua. “Se le llama colapso también, porque se dejarían de enviar hasta 4 mil 800 m3/seg hacia Caruachi y Macagua (…) tendríamos una merma total de 6 mil 600 MW en el Bajo Caroní o una reducción de 40% de la energía del país. De allí que debe evitarse”, plantea Aguilar.

El descenso vertiginoso se ha acelerado en los meses de menor demanda eléctrica por lo que, considerando que en marzo llueve menos que en febrero, las temperaturas tienden a subir y la demanda eléctrica a aumentar, “entonces esto se va a acelerar”, añadió el experto.

Los especialistas no dudan que estas proyecciones hayan sido la base de las más recientes declaraciones del ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, cuando advirtió -sin pena- que en abril podría llegarse al “colapso eléctrico”. “Lo dice quien debe tomar las medidas; lo que indica con la proyección de colapso es que no sabe qué hacer, no puede tomar medidas para recuperar la termoelectricidad y eso no sirve, dice ‘prepárense porque en 45 días nos vamos a quedar sin luz’”, advierte Lara.

En el actual escenario, reclama Aguilar, es imprescindible ejecutar correctivos “que ya se han debido tomar hace meses, que no son otros que la urgente restauración de más de 4 mil MW termoeléctricos en combinación con un Programa Nacional de Racionamiento”. Con la urgencia del caso, el racionamiento en centros comerciales poco logra.

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“El Niño” termoeléctrico

Mientras el Ejecutivo repite que el fenómeno climático “El Niño” es la principal causa de la crisis eléctrica, los expertos revelan que son la falta de planificación y la indisponibilidad del parque térmico las raíces de la inestabilidad eléctrica.

A juicio de José Aguilar, quien admite el efecto del evento climático, el no haber contado con suficiente generación termoeléctrica ha llevado a una sobreexplotación de Guri, en tiempos en los que la energía térmica debería compensar la caída de los niveles del embalse por la sequía.

Ello, en teoría, justificó la inversión de 38 mil millones de dólares en generación termoeléctrica para estabilizar al sistema eléctrico, de acuerdo con el ex ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón. “Estamos privilegiando la producción de energía termo sobre la hidro para mantener un mayor nivel de estabilidad del embalse”, dijo Chacón en 2013.

En la actualidad, precisa el experto, en el parque termoeléctrico existen 17.500 MW instalados, de los cuales 8.500 MW están fuera de servicio. Del total, 9.000 MW pueden funcionar pero 3 mil MW de estos “se quedan cortos” por falta de insumos y mantenimientos. “Operamos nuestro sistema termoeléctrico sobregirado por falta de mantenimiento pese a una inversión millonaria en los últimos años”. Aguilar no es optimista. De hecho, cree que “estamos en puertas de un agravamiento tal, que no es que a Caracas hay que mantenerle la luz como sea, es que puede ser que en esta ocasión no nos alcance la luz para surtir la capital”.

Dice el ingeniero que la única ruta para evitar llegar a este punto era mantener el parque térmico de generación con una disponibilidad del 60% y, de no haber sido posible, se imponía un racionamiento más prolongado, “pero menos intenso. No es lo mismo repartirlo un a lo largo de 21 meses, que esperar hacerlo cuando se está entre la espada y la pared”.

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¿Es posible recuperar ese parque termoeléctrico y activarlo de inmediato para contrarrestar el descenso de Guri? Sí es factible, sostiene Lara, con inversión y gerencia calificada. No obstante, luce improbable poder hacerlo de inmediato.  “Aunque es lo más recomendable porque en marzo habrá menos agua, más demanda y la tercera parte del parque térmico tiene mantenimientos diferidos que pueden empezar a fallar”.

Mal vecino

Mientras el Ejecutivo rehúye de tomar medidas que evitarían un apagón nacional, es precisamente en Guri donde sus habitantes lamentan la perenne oscuridad en las noches, agravada por la falta de alumbrado público y la lobreguez en materia cultural, educativa, social y de seguridad, un reflejo del resto del país pero en un rincón al sur de Venezuela.

“No hay lugar perfecto, lo sabemos, pero por lo menos acá tan cerca de la central hidroeléctrica en las noches no hay luz, o quiebran los bombillos o se dañan, pero hay mucha oscuridad”, comenta Noemi Mata, quien llegó a Guri durante el traslado de damnificados de Vargas, tras el deslave de 1999.

El oscurantismo es en muchos otros sentidos. En la falta de oportunidades laborales, opciones de entretenimiento y abastecimiento. En la ausencia de transporte público. En el único hotel, antes operado por Edelca o en las salas de cine o la fuente de soda, hoy cerradas. “Estamos en el olvido, antes venían a prometer, ya ni eso”, lamenta con molestia Sugei Goitte, del sector La Lagunita. “A nosotros también nos tocará rezar para que llueva”, expresa otro habitante; allí, en el centro de la cuna hidroeléctrica de Venezuela.

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El apagón 2009-2010

Si bien el país ha estado sumido en una inestabilidad eléctrica en los últimos años, el último antecedente de crisis eléctrica fue entre 2009-2010, cuando el Ejecutivo decretó la emergencia y ordenó detener hornos en la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), apagar 360 celdas de reducción de aluminio en Venalum y desmantelar dos líneas de producción en Alcasa. La desincorporación de celdas nunca fue revertida y Guayana sigue con un techo eléctrico forzoso.

Esas medidas se tomaron con un nivel del embalse de Guri de 261,56 m.s.n.m. el 31 de diciembre de 2009. Para mayo de 2010, alcanzó a 248 m.s.n.m. y aun cuando las expectativas de llegar a la cota de colapso eran mínimas se decretó una emergencia eléctrica “inducida”, a juicio de Aguilar, que dio a pie a contrataciones con mil millonarios sobreprecios de más de $25 mil millones en las que se beneficiaron indebidamente unas nueve empresas, entre las que destacan ProEnergy, vinculada con los “bolichicos” de Derwick Associates y Pacific Rim. Ninguna obra se tradujo en la estabilización del sistema eléctrico.

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Este año, cuando la situación es peor y el embalse de Guri desciende más raudamente, esa carta de recorte eléctrico en las empresas básicas no está disponible, aunque los niveles operativos son cada vez menores y al menos entre mediados de enero y mediados de febrero de 2016 las acerías de Sidor han estado apagadas por falta de insumos.

“Nunca habíamos estado a un nivel tan bajo en 40 años y todo lo que ha hecho el Gobierno para parar esa caída ha sido insuficiente. No estamos peor porque Guayana no funciona a los niveles del 2009. De hacerlo, ya Guri y el país habría colapsado a mediados de agosto del 2015”.

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Guayana opera actualmente con la energía que consumía en la década de los 80, una traza del paso de “Terminator” por la región como alertó durante la instalación de la nueva Asamblea Nacional, su presidente, Henry Ramos Allup, y un estorbo más al desempeño económico nacional y la utópica puesta en marcha de los “motores productivos” del Gobierno de Nicolás Maduro.

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