Consumo

¿En qué gastan el dinero los jóvenes venezolanos?

Con una economía en crisis, las personas con edades comprendidas entre 18 y 25 años no tienen la capacidad financiera para desarrollarse como las generaciones que los antecedieron.

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Según el presidente Nicolás Maduro, el sueldo mínimo venezolano es el más alto del continente (calculado a Bs 6,30 por dólar). Sin embargo, no contaba con que el país tuviese también la inflación más elevada de todo el planeta. Esto, entre tantas otras distorsiones, frena el desarrollo económico, social, cultural y educativo de cualquier joven promedio que esté estudiando o recién graduado y que tenga un trabajo de tiempo completo.

Ese sueldo mínimo de Bs 9.649 más Bs 6.750 de cestatickets representa apenas 11,77% de la canasta básica familiar, según datos del Centro de Documentación de Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), que la calculaba, en diciembre de 2015, en Bs 139.273,68. Entonces, ¿es posible un desarrollo personal cuando proveerse de alimentos es cuesta arriba, incluso entre toda una familia?

Dejando de lado la magia que hace el venezolano para surtir sus neveras y pagar los servicios básicos, hay una parte de la población que se ve afectada ya que, en condiciones normales, no debería preocuparse en ayudar a mantener un hogar estable que cuente con ambos padres trabajando. Sea cual sea la situación de las diferentes familias venezolanas, tener entre 18 y 25 años debería ser sinónimo de independencia económica como lo es en países como Austria, Alemania y Nueva Zelanda.

Sin embargo, el contexto económico que vive Venezuela no les permite alcanzar la meta principal: independizarse. Ahorrar no es una opción, así que, en lugar de invertir su dinero para el futuro, lo gastan como la mayoría de los venezolanos mayores de 18 años.

Francisco J. Allen Vázquez, gerente de la Unidad de Análisis Económico de Datanálisis, maneja cifras anuales que recoge la encuestadora sobre la distribución de ingresos y el uso personal que le dan los venezolanos mayores de 18 años a su dinero. En el sondeo de febrero de 2015 se observa que 48, 3% de los ingresos se invierte en alimentos, 8,7% en cuidado personal y 7,4% en el cuidado de la salud. Los ingresos que son destinados a los ahorros apenas llegan a 2,6%.

Tabla por Datanalisis
Tabla por Datanalisis

Al segmentar la población y seleccionar solo a los jóvenes entre 18 y 23 años, la diferencia es muy sutil a pesar de las responsabilidades que puedan asumir.

Tabla por Datanalisis
Tabla por Datanalisis

La capacidad de ahorro disminuye a 2,3%, lo que quiere decir que la visión de futuro y esa meta de independizarse se vuelve cada vez más lejana.

– Entre la comida y la poca ayuda que se da en la casa, el sueldo se vuelve nada –

La mayor parte de los ingresos en los jóvenes se va en comida, ya sea en la calle o en unas compras pequeñas para el hogar.

El recién graduado de Ingeniería Mecánica de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Tomás Rojas, tiene 25 años y da clases en esa misma casa de estudios en la cátedra de Diseños de Elementos de Máquinas. Su sueldo ronda los 24 mil bolívares mensuales más cestatickets y tiene un común denominador con Sosireé Caraballo, estudiante de décimo semestre de Derecho en la Universidad Santa María, quien gana 12 mil bolívares siendo asistente administrativo en la empresa que manejan sus padres: la comida.

La compra de alimentos a diario acaba con el capital mensual de estos dos venezolanos y los pequeños aportes que dan para sus casas también se destinan a este rubro. El segundo gasto importante de estos jóvenes es un vehículo. Tomás tiene carro propio y lleva todo el peso de los gastos mientras que Sosireé colabora con un porcentaje cuando se necesita arreglar el carro de la casa que usa regularmente.

Ambos buscan independizarse, pero la debilidad del capital que manejan solo sirve para sobrellevar el día a día.

– Sueldos grandes, inversiones más grandes – 

Con una gran brecha económica entre los sueldos base de las distintas profesiones que se practican en el país, hay jóvenes que en la recta final o al terminar sus carreras universitarias pueden manejar unos sueldos más elevados, aunque no terminan siendo suficientes para la independencia económica.

Daniel Rondón, tiene 22 años y estudia de 8vo semestre de Ciencias de la Computación en la UCV. A su edad dio el paso que muchos en la actualidad tardan 30 años en hacer: renunciar a su empleo y montar su propia empresa. En estos momentos no tiene un sueldo fijo, pero con el capital que maneja mientras termina de montar su compañía de desarrollo de software está entre los 200 y 300 mil bolívares.

Sus gastos se basan en las tres comidas diarias, ya que vive solo y no tiene tiempo para hacer las compras; proteínas y ropa deportiva para entrenar, y el mantenimiento de su carro. Sin embargo, las grandes inversiones las hace con su empresa que está en pleno crecimiento: compra computadoras, licencias de programas, mobiliario para la oficina, paga el personal que trabaja en la empresa y una educación adicional como cursos de actualización en el área.

De igual manera se encuentra Ezequiel Delgado de 22 años. Él es Ingeniero en Informática de la Universidad Católica Andrés Bello, y trabaja como desarrollador de aplicaciones web en una empresa dedicada a la tecnología informática. Su sueldo es de 60 mil bolívares y, a pesar de no tener las grandes comodidades que tiene Daniel, como carro y apartamento, su inversión de capital se basa en la compra de dólares en el mercado negro cada cierto tiempo mientras que diariamente gasta en comida y salidas casuales.

– Las generaciones anteriores se dieron cuenta en la actualidad que para ellos fue muy fácil –

Cuesta creer que hace menos de dos décadas la situación de los jóvenes venezolanos era más sencilla. El sueldo mínimo o el cobro por horas permitían un ahorro constante y cubría los gastos básicos de quienes trabajaban mientras terminaban la carrera universitaria.

Maryhet Vela Vargas de 31 años obtuvo una licenciatura en Publicidad y Mercadeo en la Universidad Alejandro Humboldt todo gracias a unas pasantías en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación, ahora Socialista, INCES desde 2002 y su trabajo como pasante en una empresa de embutidos en el este de Caracas. Su mayor inversión fue pagarse la carrera y costearse las comidas diarias ya que los habituales viajes entre el oeste y el este de la capital le impedían llevar, en la mayoría de los casos, las tres comidas del día.

Félix Gámez actualmente tiene 33 años y mientras sacaba su carrera de profesor de Educación Física en el Instituto Pedagógico de Caracas (IPC) desde el 2001 se siente independiente ya que todos sus gastos se los cubría él mismo. Comida, fiestas y ropa deportiva de marca era su habitual inversión cada vez que cobraba el sueldo por su trabajo en un restaurante de comida rápida o dando clases en un colegio sin ser graduado: “Desde el 2001 puedo decir que soy independiente”.

Con la misma profesión pero con 31 años en la actualidad, Fabianna Crespo lograba comprarse tacos, shorts, camisas y ropa deportiva original para jugar fútbol de manera profesional y dar clases mientras estudiaba en el IPC. Con un sueldo mínimo de dos meses trabajado en la UNEFA en el año 2009, logró operarse los senos, operación que en la actualidad rodea los $800 en Venezuela.

Algunos nombres fueron alterados para proteger la identidad de los entrevistados.

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