Venezuela

“Águilas”, “moscas” y la Constitución Nacional

¿Recuerdan todas las veces que Hugo Chávez -muy a propósito para humillar a la oposición- dijo que "águila no caza moscas"?...

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FOTOGRAFÍA: FEDERICO PARRA | AFP

Ese pensamiento me ha acompañado estos últimos días que he seguido el diálogo. Tengo que confesar que tengo sentimientos encontrados respecto al diálogo, porque están negociando derechos y los derechos no deberían negociarse. Lo apoyo de corazón si va a evitar una masacre entre venezolanos, porque para mí ésa es la razón medular de sentarse a conversar con interlocutores de quienes se desconfía, de quienes no se espera nada bueno y encima, que están dispuestos a arriesgar todo porque si pierden, lo pierden todo.

Me queda claro que cuando las supuestas “águilas” se sentaron a conversar con las supuestas “moscas” era porque tenían mucho que perder. Las razones verdaderas y de peso quizás nunca las sabremos, pero de que es un síntoma de debilidad del régimen, lo es. Porque de violencia, ellos tienen el monopolio. Tienen cuatro fuerzas igualmente armadas, con las mismas municiones, que provienen todas del mismo origen: la Fuerza Armada, las milicias, los colectivos y el poder criminal, que quizás es el que tiene más fuerza en el país, sobre todo por la ausencia del poder judicial.

Me queda claro también el carácter forajido del régimen, que acepta unas condiciones que son inconstitucionales de toda inconstitucionalidad y lo más probable es que las viole también. El sólo hecho de que haya que tener “mediadores” para hacer cumplir la Constitución Nacional lo dice. Como bien expresa el comunicado de Provea, “el diálogo no puede avalar violación y desconocimiento de derechos constitucionales”. Pero de facto, lo está haciendo.

Tengo preguntas, preguntas que me quitan el sueño. Por ejemplo, cuando la MUD se compromete a “trabajar de manera conjunta para prevenir toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía venezolana” ¿es que está aceptando que el desastre económico que sucede aquí -que tiene nombres y apellidos, los de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Jorge Giordani, Nelson Merentes y todos los sinvergüenzas que acabaron con la economía de este país- no es obra de ellos, sino de una guerra económica? ¿Es eso, o es simple retórica para “complacer” al gobierno y seguir adelante?

¿Cuándo se dice que “se acordó avanzar en la superación de la situación de desacato de la Asamblea Nacional dictada por el Tribunal Supremo de Justicia… se acordó instar a los poderes públicos competentes a actuar en la resolución de la situación del caso Amazonas en términos perentorios” qué están diciendo? Porque a mi modo de ver, el desacato viene del TSJ, no de la AN. La AN es el poder más legítimo que hay en este país y ha sido desconocido, vapuleado y cayapeado por los demás poderes.

El TSJ es una manada que sólo hace lo que le ordena el Ejecutivo. Ilegítimo e ilegal porque fue nombrado por una asamblea a destiempo, que no respetó los lapsos legales y la mayoría de los designados no cumplía con el baremo establecido. Los diputados de Amazonas fueron electos y confirmados y proclamados por el CNE chavista, porque a nadie le queda duda de que también responde a las órdenes del Ejecutivo. ¿Y ahora resulta que van a repetir las elecciones?

¿Qué significa elegir “nuevos rectores para el Consejo Nacional Electoral (CNE), con representación tanto de la oposición como del oficialismo”? ¿Dos pa´ti y tres pa´mí? ¡¡¡Los rectores del CNE deben ser independientes, no militar en ningún partido!!!

Aquí se sepultó el revocatorio, un derecho que teníamos los venezolanos de dirimir nuestras diferencias en paz. Por desgracia, se sepultó también la protesta de calle, porque hay tanta rabia, tanta frustración, que la gente se devolvió para sus casas. Ojalá que salgan a votar si es que hay elecciones de alcaldes y gobernadores el año que viene, pero que han debido ser este año, según el cronograma. Las elecciones tienen que darse cuando tienen que darse, no cuando se “acuerden”.

Corremos el riesgo de que suceda lo que sucedió en 2005 con las elecciones del acabose, aquéllas que por la abstención masiva tiñeron de rojo el mapa de Venezuela y abrieron el camino para que el Ejecutivo se hiciera de todos los demás poderes. Más recientemente, la misma abstención selló las últimas elecciones de alcaldes y gobernadores.

De manera que aún cuando usted no esté de acuerdo con que la MUD se haya sentado en la mesa de diálogo, aún cuando no comparta los acuerdos, aún cuando se queje –con razón- de su pésima capacidad comunicacional, cuando vuelva a haber elecciones, vaya y vote. Recuerde que su enemigo no es la MUD, es el régimen.

Aquí sepultamos la Constitución Nacional. No sólo porque los acuerdos alcanzados son todos inconstitucionales, sino porque el diálogo que intenta salvar vidas ha demostrado que la destrucción de la institucionalidad constitucional es abrumadora, patente e irreversible. Que la Constitución de la que se ufanaron los constituyentes de que era la mejor del mundo, permitió tener delincuentes en el poder.

Que como aquí lo que prevalece es el “matarse a tiros” (y ya sabemos quiénes tienen las armas), la conclusión es que ni la Constitución ni los poderes públicos sirven para nada. El Ejecutivo, el TSJ, el CNE ya los he comentado. La Fiscalía y la Defensoría del Pueblo han demostrado ser los poderes más inútiles después de la Contraloría.

Porque si aquí se está incumpliendo la Constitución, la obligación de la Fiscalía es restablecerla. Y si se están violando los derechos humanos, la Defensoría del Pueblo está obligada a detener esas violaciones. Pero aquí la Fiscal se comporta como la abogada del régimen y el Defensor cree que su función es lamentar los sucesos. La verdad es que estos cargos son para almas fuertes.

En fin, aquí seguimos. Esperando que pase lo que pase en el futuro, se revise la Constitución, porque desgraciadamente fue incapaz de evitar lo que sucedió. Lo que demuestra que si los hombres no cambian, las instituciones son sólo cascarones vacíos.

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