Venezuela

La vida se estanca en la ciudad brasileña que vive de Venezuela

El cierre de la frontera por orden de Nicolás Maduro está dejando a Pacaraima, la pequeña ciudad limítrofe en el estado brasileño de Roraima, sin actividad comercial y con escasez de gasolina.

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FOTO ARCHIVO: EFE

La medida se efectivizó el jueves por la noche para impedir la entrada a Venezuela de ayuda humanitaria, denunciada por Maduro como una tentativa para derrocar a su gobierno impulsada por Juan Guaidó, reconocido por medio centenar de países como presidente encargado del país. Desde entonces, el ajetreo habitual en la calle Suapí en Pacaraima ha ido perdiendo fuelle.

«Aquí vivimos de Venezuela. Si la frontera está cerrada, no vendemos nada. Estos días estoy vendiendo un 10% de lo que suelo (vender). Si esto sigue así, tendré que cerrar», dice a la AFP Antonio Magdalena Castro, dueño de una panadería, mientras señala a la calle, vacía y sin vida.

«Es una tragedia. No podremos aguantar más de dos semanas. Si esto sigue así, los brasileños empezarán a pedirle responsabilidades al gobierno de Brasil por haberse metido en esto de la ayuda humanitaria», explica Salomón dos Santos Paes, dueño de una tienda de neumáticos.

Esta pequeña localidad brasileña de 13.000 habitantes, al norte de la Amazonía, se vio desbordada en los últimos años por la llegada masiva de venezolanos, muchos de ellos a pie y en condiciones precarias.

Algunos fueron instalados en albergues, otros duermen a la intemperie esperando ser trasladados a otras ciudades de Brasil.

En agosto pasado, se produjeron algunos enfrentamientos entre brasileños y venezolanos.

Pero el declive del país vecino, golpeado por una fatídica espiral de hiperinflación, escasez y violencia, fortaleció la ya estrecha dependencia económica con Venezuela.

Los venezolanos venían a abastecerse de todo de lo que carecían, desde víveres básicos como arroz o harina hasta repuestos de coches. Ahora, con el cierre, las cosas se pusieron más difíciles.

El único camino son las trochas, los senderos usados de forma irregular para pasar productos hasta Santa Elena de Uairén, la primera ciudad de Venezuela, a unos 20 kilómetros.

Bajo un intenso sol, Edile, una señora de unos 60 años, decidió emprender el camino de vuelta acompañada por un «carretillero», jóvenes que transportan maletas y otros bultos con una precaria carreta por los campos de la sabana hasta suelo venezolano.

«Tenemos un familiar, el cual está enfermo y amerita una intervención quirúrgica y hay medicamentos aquí para ayudarlo para que pueda operarse», explicó.

La travesía no está exenta de peligros.

Algunos testimonios dan parte de intercepciones por parte de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana. O de pedidos de «vacuna» (coimas).

– Doble dependencia energética –

Pacaraima tiene una doble dependencia energética de Venezuela.

Los bajos precios de la gasolina en Venezuela llevaron a las autoridades de ese país a poner una estación de servicio internacional en el límite con Brasil, donde el combustible se vende a un tercio del valor brasileño.

Pero con el cierre de la frontera, esa estación quedó fuera de alcance. Y Pacaraima, justamente porque los precios brasileños no son competitivos, no tiene gasolinera. La más cercana está en Boa Vista, la capital de Roraima, a 220 kilómetros.

Así que este lunes, en la calle Suapí y otras aledañas podían observarse muchos coches estacionados y cubiertos de polvo por la inactividad, a la espera de que las autoridades encuentren alguna alternativa para garantizar el abastecimiento.

Por otra parte, Roraima es el único de los 27 estados brasileños que no está conectado al sistema eléctrico nacional.

Dos tercios de su demanda energética proviene de la hidroeléctrica del Guri, en la vecina Venezuela, a través de una línea de transmisión inaugurada en 2001 por los entonces presidentes Hugo Chávez y Fernando Henrique Cardoso.

Con la crisis en Venezuela, que afecta de forma severa los servicios públicos, Roraima comenzó a sufrir repetidos cortes de electricidad, intensificados en los últimos meses.

Estos días, en plena escalada diplomática por el operativo de ayuda humanitaria que terminó fracasando, los temores a un corte del suministro por parte del gobierno venezolano iban en aumento.

En Pacaraima, cada vez que se iba la luz, algunos gritaban: «Maduro ya cortó».

Pero el gobierno brasileño asegura que tiene una plan para poner en marcha centrales termoeléctricas para evitar que el estado se quede a oscuras. Solo que para que estas funcionen, habrá que llevar combustible hasta la remota Roraima.

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