Venezuela

La santería le quita fieles a la Iglesia católica

Algunos dicen que la santería y el cristianismo no pueden convivir en armonía en el alma de una persona que adora a las deidades y a Cristo. Otros  profesan que estas dos doctrinas no son como el agua y el aceite. 

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Fotografía de Andrea Hernández y AP

Muchas personas vestidas de punta en blanco -literalmente- caminan por las calles de los pueblos y ciudades de Venezuela. No están filmando en ninguna parte un comercial de Ace.

Son Iyawó, iniciados en la santería.

Cada vez pareciera que hay más. Incluso algunos dicen que se multiplican como arroz: “Antes no veía tantos. Ser santero era muy mal visto porque el catolicismo tenía más campo, pero hoy en día es un orgullo”, comentó una neófita de la religión, Fermina García.

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A diferencia del reportaje “¿Cuánto cuesta ser santero?”, este no habla de números porque todavía no los hay. La santería admite ambigüedades que dificultan su contabilización. Muchos devotos dicen ser espiritistas o paleros o cristianos también.

Palero: integrante de la religión Palo -La reglas del Congo- originaria del centro del continente africano. Creen en la magia como árbitro entre el bien y el mal.

Los Iyawó son la materialización más evidente de lo rápido que se ha adoptado la religión africana que echó raíces en Cuba en Venezuela. Sin embargo, basta echar un vistazo disimulado a las muñecas y los cuellos de muchos para advertir que están adornados por guirnaldas de pepitas verdes y amarillas, rojas y negras -o ékeles.

Una iniciada -desde hace 12 años-, Rosa Ramos, concordó con García: “La santería ha proliferado muchísimo. Incluso los que son bien humildes consiguen el dinero para hacerse el santo”. Agregó que las “personas humildes hacen lo que sea” para encontrar los recursos porque confían en que el santo los va a ayudar con el aspecto económico de sus vidas.

Contra la santería

La santería pareciera estar conquistando el terreno de la doctrina más popular del país -y del mundo-, la cristiana. Esta religión es practicada por más de un tercio de los habitantes del planeta.

Perder terreno es indeseable para cualquier institución; sobre todo para una que ha hecho casi cualquier cosa por mantener su supremacía -dícese las cruzadas o la Inquisición. Así que es entendible que la Iglesia Católica no celebre los avances de la santería.

El cardenal Jorge Urosa Savino hace campaña de evangelización en contra de la creencia yoruba: “Queremos que no abandonen la religión cristiana. Queremos evitar que siga creciendo esa religión que en realidad no ofrece nada para saciar las aspiraciones del corazón humano”.

Yoruba: grupo etno-lingüístico que ocupaba una parte importante de África occidental. La mitología y la religión yorubas tienen gran influencia en Nigeria, de donde proviene la santería (que llegó a Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela).

Lo que delatan las declaraciones del Arzobispo de Caracas es una posición conservadora ante la posible pérdida de feligreses.

Trapitos sucios

García justifica que muchos salten la talanquera: “Del catolicismo se han descubierto muchas cosas malas. Entonces la gente le ha perdido la fe. Así que buscan refugiarse en otras religiones”. No obstante, no todos opinan que hay que dejar a un lado la doctrina de Jesús para adentrarse en la de Olofin.

Olofin: es una de las manifestaciones del Dios de la santería. Según los que practican esta religión, su equivalente en el catolicismo es Cristo.

Ramos, además de ser santera, es católica. Cree que ambas religiones pueden subsistir en el alma de una devota: “Ser santera no me impide nada en la religión católica. Bauticé a mis hijos y a mis nietos”. Insiste en que no son mutuamente excluyentes y que una prueba es que cuando ejecuta una misa espiritual debe ir a la iglesia.

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Confusión que divide el alma

El párroco de Nuestra Señora de la Misericordia en Catia, el padre Troconis, refuta la apreciación de Ramos: “El que cree que puede practicar más de una religión, está confundido”. Estima que ese error se debe a que en el país muchos son católicos porque fueron bautizados y que sus responsables no asumieron el compromiso de guiarlos en esa doctrina.

El padre Troconis cree que muchos santeros no entienden la religión que practican porque no han dejado a un lado el catolicismo. Dice que el que cree en Jesús no puede considerar a los santos deidades. Para el párroco solo el Hijo de Dios es divino. Por esa razón, opina que la santería y el catolicismo no pueden complementarse de ninguna manera.

¿Es la santería una religión o no?

Algunas personas consideran a la santería un culto, no una religión. Y eso le restaría legitimidad entre los feligreses si fuera cierto. Sin embargo, el diccionario de la Real Academia Española la define a la religión como “un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”.

Los santeros creen en la divinidad de las deidades que veneran, temen y veneran a los santos por el poder que les demuestran, siguen preceptos y llevan a cabo ceremonias que los mantienen en armonía con ellos. No hay duda de que la santería reúne todos los elementos.

Las deidades yoruba se refugiaron en imágenes de santos cristianos cuando llegaron del oeste de África. Sin embargo, en el continente de 54 países la santería no ha conquistado terreno ajeno. Es posible que a los católicos se les haga más fácil identificarse con esta religión porque comparten caras y nombres. Y siglos después, parecen haber invadido su significado.

Si bien los pasamontañas blancos y las pulseras de colores no encarnan las pesadillas más vívidas de las instituciones cristianas todavía, están en la esquina de la foto. Las intenciones de la Iglesia parecen ser firmes. Y los ven por el rabillo del ojo.

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