Beatificación de José Gregorio Hernández

Así llegó José Gregorio Hernández a los altares

En una emotiva ceremonia litúrgica se cumplió el rito de beatificación de José Gregorio Hernández, primer laico venezolano en llegar a los altares católicos. En la ceremonia, presidida por el nuncio Aldo Giordano, se pidió con insistencia el acceso de todos los venezolanos a vacunas

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beatificación de José Gregorio Hernández
Cortesía

Con una solemne ceremonia, llena de emotivos momentos, se celebró la beatificación de José Gregorio Hernández, cuya causa de santidad fue llevada al Vaticano en 1949.

Presidida por Aldo Giordano, nuncio apostólico en Venezuela, y por los venezolanos cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico del país, y monseñor Tulio Ramírez, vicepostulador de la causa, la ceremonia duró dos horas y se realizó en la iglesia San Juan Bautista del colegio La Salle La Colina.

En el recinto, cuyo punto focal es una enorme pared de piedra, tenían lugar privilegiado la reliquia principal de José Gregorio y los relicarios que irán a un santuario en cada diócesis del país. También destacó el colorido mosaico, develado por un familiar del nuevo beato, en que ya se le ve la aureola.

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Frente al altar, en los primeros puestos, la niña Yaxury Solórzano y su madre, viva representación del milagro que llevó al médico venezolano a los altares. Y con ella, también en el frente de la nave, los obispos de todas las diócesis venezolanas. Todos sentados con distancia y tapaboca. Atrás se ubicaron los civiles invitados, entre ellos, los familiares de José Gregorio y altos funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro.

La misa ceremonial estuvo musicalizada por la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por Elisa Vega, y por la Schola Cantorum que esta vez se conformó por coristas de Entre Voces, Orfeón Unimet, Polifonía 4×4, Schola Juvenil de Chacao, Música Reservata y Musicantes de Caracas y el Coro de Conciertos de la UCV, según informó el periodista de Espectáculos, Simón Villamizar.

El inicio de la misa

El padre Armelim De Sousa, vicario general de la Arquidiócesis de Caracas, fue el conductor de la misa ceremonial de beatificación. De Sousa dio la bienvenida al cardenal Baltazar Porras, quien ofreció las primeras palabras formales.

Porras insistió en que José Gregorio Hernández «es de todos y para todos». Y que el «hijo de Isnotú», el pueblo de Trujillo donde nació en 1854, «representa el servicio a todos, en particular al necesitado».

Recordó Porras como quienes conocieron en vida al nuevo beato dieron fe de «una existencia volcada a servir a los demás». Después del accidente mortal, el pueblo llevó a hombros, hasta el cementerio, el féretro de José Gregorio, conocido por ser un médico de enorme vocación solidaria, además de insigne científico y docente. Para Porras, quienes cargaron la urna descubrieron que «no era un difunto sino, al contrario, una persona que ahora está viva al lado del Padre».

No faltó el recordatorio a monseñor Lucas Guillermo Castillo quien abrió la causa de santidad para el médico en 1948, y finalmente la llevó al Vaticano un año después, «asumiendo el clamor popular que ya lo consideraba santo».

«Somos testigos de una escalera que, de la tierra, llega al cielo. José Gregorio Hernández nos invita a desmenuzar el pasado para afrontar el presente y el futuro, del que tenemos la obligación de er protagonistas. Necesitamos una buena dosis de humildad para cumplir con esta exigencia», dijo visiblemente conmovido.

Luego, el nuncio Aldo Giordano guió el acto penitencial, cantado por la Schola Cantorum. Y enseguida, antes del Gloria, se dio inicio al acto de beatificación.

El rito de beatificación

Cumpliendo la formalidad, monseñor Tulio Ramírez pidió la beatificación de José Gregorio Hernández, primer laico venezolano en ser llevado a los altares, y el cuarto, después de tres religiosas, Candelaria de San José, María de San José y Carmen Rendiles.

El nuncio Aldo Giordano confirmó la beatificación y su fecha de celebración: el 26 de octubre, fecha del natalicio de José Gregorio. Posteriormente, en la homilía, contó una bonita anécdota.

«La primera vez que celebré una misa por José Gregorio, en La Candelaria, me di cuenta que su natalicio coincidía con la fecha en que me nombraron nuncio en Venezuela. Así que prometí que seguiría como nuncio hasta que se diera su beatificación».

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Un familiar del médico elevado a los altares develó el mosaico, que será colocado en Isnotú. Y Yaxury, acompañada de su madre, llevó al altar la reliquia, y luego se fundió en un largo abrazo con su conmovida madre.

El cardenal Porras agradeció a la Santa Sede, en nombre de todos los obispos, por el título de beato a José Gregorio Hernández. Y recordó que la primera lección que nos deja es que «es mejor tener poco haciendo el bien, que tener mucho haciendo el mal».

Lecturas y homilía

Después del segmento dedicado especialmente a la beatificación, la misa continuó con la primera lectura, del libro de Tobías, y el salmo número 1: Dichoso quien confía en el Señor.

El evangelio, que fue cantado, fue San Mateo 25, 31-46.

En la homilía, Aldo Giordano resaltó lo simbólico de testificar a un médico en medio de una pandemia. Y fue entonces cuando sonó, por primera vez, lo que sería una petición recurrente en la ceremonia: «que se logren vacunas para todos juntos, sin divisiones ni resistencias».

«Venezuela es y será siempre tierra de gracia aunque las circunstancias sugieran lo contrario. El nuevo beato es capaz de dar amor a todos los venezolanos por encima de sus diferencias. Me atrevo a decir que ahora no existe una figura más querida en Venezuela que José Gregorio Hernández. Es uno de los mejores venezolanos de todos los tiempos. Que el nuevo beato nos ayude a vencer el mal usando la fuerza del bien. Que el nuevo beato conceda a este amado país el milagro de la reconciliación. Ahora ya podemos venerar públicamente a José Gregorio Hernández que ya no pertenece solo a los venezolanos, sino que se dona a la iglesia universal».

Por las vacunas

En las peticiones se pidió por una salud pública de buena calidad para todos, «especialmente para los más pobres» y, de nuevo, por la necesidad de «buscar vacunas para toda la población» y enfatizaron en lo urgente de inmunizar a todo el personal médico venezolano.

En las vacunas se insistió bastante. Más adelante, durante la ceremonia, se reiteró que «la vacunación masiva no puede ser coto cerrado de un solo sector».

Es bastante probable que ese mensaje buscara ser oído por personas que se sentaban apenas unos metros más allá. Entre los civiles estaban varios funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de que siempre se insistió en un aforo tan reducido que ni siquiera pudieron asistir periodistas de otros medios aparte de ValeTV.

A ellos se les vio comulgando. Jorge Rodríguez, Carmen Meléndez y Jorge Arreaza fueron algunos. Como no sabían cómo recibir la hostia en la mano, uno de los sacerdotes trataba de enseñarles, colocando la izquierda arriba para luego tomarla con la derecha. No hubo manera: casi todos la agarraron con los dedos en forma de pinza.

El final de la misa

La ceremonia litúrgica continuó con la consagración y la comunión, y finalmente, con la entrega de los relicarios a los obispos, quienes las llevarán a sus santuarios.

Los relicarios contienen pequeñísimos fragmentos del cuerpo de José Gregorio o incluso objetos que le pertenecían.

Finalmente, al repique de campanas de varias iglesias del país, y al son de la Elegía a José Gregorio Hernández que compuso Pedro Elías Gutiérrez (el mismo autor del Alma Llanera) se dio por concluida la ceremonia.

Para leer todo el guión eclesiástico de la ceremonia puede hacer click aquí.

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