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Caso Enduro: ¿por qué hay un conflicto entre ciclistas y caminantes de El Ávila?

El detonante del problema fue la carrera de Enduro Series Venezuela, un campeonato que sirve de puente para participar en el mundial de Enduro y se realizaría por distintos senderos del Waraira Repano. Sin embargo, el punto común entre ciclistas y caminantes es que el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque Nacional El Ávila (PORU) debe ser revisado y controlado para que todos los actores que hacen vida en el lugar puedan cumplirlo

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Una segunda carrera de Enduro, organizada por Enduro Series Venezuela, es la causa de un conflicto entre ciclistas y caminantes del parque Nacional El Ávila. Las diferencias entre ambos grupos saltó de las redes sociales a los medios de comunicación. ¿Por qué? Veamos.

La competencia, cuyo objetivo es que ciclistas de montaña acumulen puntos para clasificar al mundial de la disciplina, Enduro World Series (EWS), tenía como fecha pautada el el 19 de marzo y tendría como escenario el parque nacional que bordea el norte de Caracas.  

Según la organización, el evento se planificó bajo la supervisión del Instituto Nacional de Parques (Inparques), pese a que el reglamento prohíbe este tipo de actividades. La actualización de este documento, que incluirá a ciclistas, apenas se anunció el lunes 22 de marzo.

Para esta segunda edición, ahora postergada para acatar los anuncios de cuarentena radical de Nicolás Maduro, había un precedente: ecologistas, grupos sindicalistas y visitantes rechazaron y denunciaron su realización en 2019.

En ese momento, participaron 100 ciclistas en lugar de los 150 que se inscribieron para la primera válida de este año.

De acuerdo con información extraoficial, compartida por otros medios, la carrera de 2019 se hizo sin permiso aunque antiguos dirigentes de Inparques exigieron ver el documento. Hoy, la situación parece repetirse. 

¿Cuáles fueron los puntos del conflicto?

Tras una amplia promoción del evento, varios grupos activos en El Ávila denunciaron que se estaba incumpliendo otra vez el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque Nacional El Ávila (PORU).

En ese decreto se establece que están prohibidas las bicicletas en el parque, la ampliación de senderos y/o trails, la generación de ingresos a través del cerro y varios elementos más. Lo que dio pie a que varios usuarios calificaran a los productores de la carrera como «ecocidas».

Rampa dispuesta para la carrera de Enduro Series Venezuela. Foto de Café Naiguatá.

El comentario más repetido en redes sociales y boca a boca es que el ecosistema de El Ávila se ve afectado por las adecuaciones que se han hecho para el desarrollo de la actividad. El sindicato de Inparques asegura que se han ampliado los caminos y talado árboles. 

Igualmente, a otros les causó suspicacia que distintos patrocinadores, reconocidos por promover el cuidado ambiental, estuvieran involucrados. Varios de ellos, al ver las denuncias, afirmaron que en ningún momento hubo un acuerdo para apoyar la carrera.

¿Qué reglamentos lo prohíben? 

El artículo 19, numeral 8, del decreto 276 de Inparques, promulgado el 9 de junio de 1989, dice: “Las actividades prohibidas dentro de los parques nacionales, con las salvedades que establezcan las leyes, son aquellas totalmente incompatibles con los fines de su creación, tales como: la práctica de deportes colectivos”.

Por otra parte, el artículo 28, numeral 9, del PORU específica que “se consideran actividades prohibidas en todo el Parque Nacional El Ávila, las siguientes: El aprovechamiento de los recursos naturales con fines comerciales (…) La circulación de bicicletas”

¿Cuál sería el impacto?

Zlatka Rebolledo, bióloga y gerente general de La Tierra Se Calienta, una organización ambiental caraqueña, considera que, antes que nada, fue un error que se permitiera hacer la carrera en 2019 porque está prohibido. Y lo segundo es que «hay que entender por qué no (…) entender lo valioso que es el Ávila tal y como está», aclara. 

Entre los factores negativos que ella y otros biólogos han evaluado, se encuentran:

  • Mayor erosión por la frecuencia al movilizarse por estos caminos.
  • Perturbación debido a que el ruido que generan las bicicletas es estruendoso. A su vez, esto ocasiona desplazamiento de las aves y animales, por lo que podrían asentarse en zonas que no son compatibles con su hábitat.
  • Socavación del suelo de los senderos por la fricción, peso y ampliación.

«Tienes el peso de la persona, el de la bicicleta y un montón de personas que van detrás. Es algo muy fuerte; y en este momento no hay recursos para crear o hacer un camino adecuado para bicicletas», explica.

Desde su perspectiva, el problema con relación a las mejorías que busca la comunidad ciclista es que solo se acomoda al deporte: «¿Qué es mejorarlo? Hacer caminos muchos más grandes. Tumbar más árboles (…)», lo que encuentra delicado porque asegura que antes no hubo supervisión del Ministerio de Ecosocialismo y demás autoridades. 

Foto de Enduro Series Venezuela de la segunda válida de 2019 hecha en el Parque Nacional El Ávila

La bióloga no descarta una estrategia donde se repiense la distribución del parque, pero señala que «si va a mejorarse, no puede ser con el argumento de montar bicicleta (…) tiene que ser para la conservación y aprovechamiento del espacio. No necesariamente para ser más permisivos o más restrictivos. Hay que ver cada zona».

Sin embargo, expresa que sería «más lo que se pierde que lo que se gana».

¿Qué dicen los senderistas?

Mónica Caraballo, una senderista y corredora de montañas, cree que el impacto en El Ávila no es únicamente por el enduro: «Lo estamos causando todos».

Sin embargo, al igual que Rebolledo, su preocupación sobre la carrera es que «se generan cambios muy bruscos al nivel del suelo» por todas las maniobras que los participantes deben realizar. También aclara: «Eso no solo lo hace una carrera de ciclismo, sino también una (…) de corredores». La diferencia está en que una competencia de enduro «conlleva abrir senderos y el impacto es mayor».

Foto de Enduro Series Venezuela de la segunda válida de 2019 hecha en el Parque Nacional El Ávila

Como participante de carreras de montaña, explica: «Yo hice una carrera en Mérida, en el Páramo, y hubo una capacidad máxima. No dejaban inscribir a más de 200 personas porque pensaban en el impacto de ese número de corredores en el suelo. Me imagino que al haber regulaciones, se piensa en todo eso. No es igual la pisada de una persona a un par de cauchos dándole duro». 

La senderista, que piensa que se debe regular el aforo de personas y mejorar ciertas reglas, dice: «No me parece egoísta andar en bici, pero me parece egoísta que el ciclista no pueda rodar y se haga una carrera de 150 corredores en el parque (…) Me parece egoísta que 1000 personas puedan subir a Sabasnieves en un fin de semana».

Caraballo, que también trabaja como guía de montaña, afirma que en estos casos «el dinero mueve todo». Como ejemplo, habla sobre algunos grupos turísticos que exceden la capacidad de los picos de El Ávila ocasionando más erosión y contaminación: «Tú vas a Naiguatá y parece un baño público. Eso es lo que no se quiere». 

¿Qué piensan los ciclistas?

Marcos Guarapo, conocido entre la comunidad ciclista como «El Shot» y defensor de los ciclistas en El Ávila, tiene años rodando en el parque con permiso de la guardia e Inparques.

De acuerdo con el ciclista, la razón por las que los ciclistas están en el lugar es porque los guardaparques «hacen cumplir la normativa de acuerdo a sus criterios». Desde el inicio, él y sus conocidos no han sido sancionados. «Se nos reconoce como colaboradores porque reportamos sobre el comportamiento de la gente, estado de los terrenos y el ambiente», cuenta.  

«Aunque se ha satanizado el tema del enduro, en realidad nosotros hacemos ciclismo normal. No llevamos el freno pegado ni el caucho arrastrando por toda la pica (…) transitamos por caminos que ya están establecidos. No hemos abierto otros (…) Nosotros no caminamos, vamos rodando sobre una superficie de contacto mucho menor y la concentración de personas es poca en comparación a los caminantes», sostiene. 

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El Shot, que ha participado en competencias de Enduro en 7 países, dice que un factor importante es que si bien la comunidad de ciclistas es grande en Venezuela, dentro de El Ávila no es así, porque la montaña es exigente físicamente e Inparques controla la cantidad de bicicletas que entran.

«Menos impacto»

Con respecto al impacto del deporte, cita varios estudios, entre ellos uno del Servicio Forestal de Estados Unidos, donde se afirma que el efecto erosivo por pisadas de zapatos es superior: «Nosotros no representamos ni siquiera el 20% o 30% de lo que una persona impacta. Una pisada genera un giro y ese giro una erosión (…) y ese efecto nos pone en riesgo porque cuando derrapas pierdes el control y puedes caerte».

El ciclista recuerda que uno de los objetivos del PORU es ofrecer oportunidades para el esparcimiento de todas las comunidades, y que si los ciclistas no fueron incluidos antes, era porque no había tanta presencia de bicicletas como ahora. Además, reitera que «dentro de sus especificaciones se hallan las medidas sobre cómo evaluar las nuevas actividades y así incluirlas en el ordenamiento».

Estrategia coordinada, la propuesta de los ciclistas

De acuerdo con Marcos Guarapo, las soluciones, más allá de la actualización del PORU, son parte de lo que se conoce como una estrategia coordinada. Es decir, varias actividades donde las comunidades puedan coexistir y dar su aporte en favor del lugar. Ese plan debería incluir:

  • Clases de ciclismo de montaña a Inparques y grupos de auxilio como Rescate CCS para emular a la guardia montada y acelerar la atención de emergencias.
  • Campañas de concientización que incluya a todos los actores que visitan el parque.
  • Promoción de las vedas forestales y control del aforo.
  • Aumento del número de señalizaciones.
  • Educación para ciclistas y caminantes.
  • Regulación de actividades comerciales.
  • El cobro de entrada a ciclistas, montañistas, senderistas o cualquier visitante.

Capricho y ecocidio: ¿sí o no?

Mónica Caraballo, que reconoce que miles de usuarios tildaron a los ciclistas de caprichosos, expresa: «Yo no lo consideraría un capricho porque a todos nos apasiona lo que nos gusta (…) Me parece que es caprichoso cuando infringes la ley y el sentido común lo pierdes un poco y se impone tu ideal. Hay cosas que te apasionan y deben ser reguladas, y en el caso de El Ávila, es así (…) Decir que la ley es obsoleta porque yo tengo que manejar bicicleta, sí me parece caprichoso. Querer manejar bicicleta, no». 

«Ellos no pueden acusarnos de ecocidas porque no es verdad. Nos llaman ecocidas para tratar de meter al fiscal, pero la verdad es que esto es un tema administrativo. Algunas personas creen que diciéndolo mil veces será verdad, pero no va a ser verdad. No somos delincuentes», manifiesta Guarapo, quien ha visto un aumento de obstáculos en los senderos para evitar el paso de ciclistas desde que iniciaron las denuncias sobre la carrera.

Obstáculos que otras personas han puesto en los senderos por donde se movilizan los ciclistas. Foto cortesía de Marcos Guarapo.

Para Zlatka Rebolledo, la carrera y la presencia de bicicletas es una problemática grave, pero no es un ecocidio porque el significado de esa palabra es elevado: «Es un crimen en contra de la naturaleza. Es un daño masivo. Una destrucción ambiental. Y en este caso, yo no lo considero así. Un ecocidio es el Arco Minero«.

Obstáculos que otras personas han puesto en los senderos por donde se movilizan los ciclistas. Foto cortesía de Marcos Guarapo.

No obstante, tanto Rebolledo como Caraballo opinan que el encuentro de ciclistas y transeúntes es posible en otras montañas de Venezuela, pero en El Ávila, definitivamente, no lo ven viable.

¿Cómo está el caso en este momento?

A la fecha, el Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos del Instituto Nacional de Parques (Sunep-Inparques) consignó una carta en el Ministerio de Ecosocialismo para ratificar la destitución de las actuales autoridades de Inparques por permitir la realización de la carrera de Enduro Series Venezuela en 2019 y 2021, en la misma anexaron pruebas respaldan su posición.

Del mismo modo, resaltan que esta y las denuncias anteriores han sido omitidas por Tarek William Saab, el fiscal general de la República designado por la Asamblea Nacional Constituyente.

En un comunicado, Inparques informó que abrió nuevamente el proceso de actualización del PORU que inició en 2019, pero se detuvo producto de la pandemia. En palabras de la institución, las mesas de trabajos se reactivaron ante «la preocupación mostrada por distintos grupos de corredores, montañistas, ciclistas y grupos ambientalistas en cuanto a la necesidad de tener una normativa fuerte y actualizada que regule las actividades (…) del Parque Nacional Waraira Repano».

Extractos del comunicado de Inparques

Si bien en ningún momento se han referido a la carrera organizada por Enduro Series Venezuela, lo que sí se sabe es que la actualización está siendo supervisadas por el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo y forma parte de los objetivos del calendario de Inparques para 2021.

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