Belleza

La ruina de la noche más linda que Osmel Sousa deja atrás

La crisis del máximo concurso de la belleza nacional avanza al mismo paso que la del país. Decisiones políticas han afectado el contenido y presupuesto tanto de la fábrica de reinas como del programa más visto de la televisión criolla. Los últimos tiempos fueron de precariedad, aun con "el zar" Osmel Sousa al frente. Su retiro de la Organización Miss Venezuela abre las puertas a cambios en el certámen, si el país lo permite

Texto: Orlando Suárez
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Desde tiempos inmemoriales, la agenda de cada reina criolla estipulaba que, un par de días después de su elección, dispusiera de un sobrio vestido para visitar al Presidente de la República y posar frente a los fotógrafos en la entrada principal del Palacio de Miraflores. Las imágenes en menos de 24 horas ocupaban la primera página de los medios impresos.

Las intentonas golpistas y el antejuicio de mérito al presidente Carlos Andrés Pérez significaron un bache en la tradición. No había tiempo ni ánimo ni cabeza para recibir a Miss Venezuela 1992, Milka Chulina.

Salvo esa excepción, el rito se mantuvo firme hasta finales del Siglo XX. La llegada al poder del teniente coronel Hugo Chávez cambió la marcha del país y marcó el inicio de un nuevo ciclo en el certamen nacional —ignorado desde las altas esferas.

Los triunfos de Vivian Urdaneta, Goizéder Azúa y Elizabeth Mosquera, en el Miss Internacional, ni el back to back de Dayana Mendoza y Stefanía Fernández en el Miss Universo resultaron suficientes para que las puertas de palacio cedieran ante sus beldades. Los bombos y los platillos quedaron reservados para Miss Mundo 2011, Ivian Sarcos, identificada con la “revolución bonita”.

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Otros puntos, sin embargo, marcaron un nuevo ciclo en la historia del certamen, coincidiendo con la llegada del milenio y con la permanencia del comandante en la silla presidencial.

El nuevo siglo llegó

El primer sismo de dimensión considerable dentro de la Organización Miss Venezuela fue en el año 2000. El epicentro estuvo localizado en la insistencia de la presidenta del Miss Mundo, Julia Morley, en cuanto a que el país enviara a una ganadora al concurso londinense y no a una “segundona”, como algunos gustan decir.

El equipo debió ponerse manos a la obra para improvisar una elección con 10 candidatas recicladas, a fin de escoger a la representante para la competición, a realizarse en Chipre. En febrero, se concretó la única edición del Miss República Bolivariana de Venezuela, con el triunfo de Claudia Moreno.

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Cinco meses más tarde, 36 jóvenes de diferentes regiones del país buscaron la corona de Miss Venezuela Mundo antes de que comenzara el circuito de actividades relacionado con el certamen principal —desayuno con las postulantes, selección de la sonrisa más linda, gala de la belleza y presentación a la prensa, en recintos cinco estrellas y con patrocinantes que botaban la casa por la ventana.

A pesar del corre corre, todavía se mantenía el esplendor y el presupuesto necesario para producir tres elecciones, incluyendo un vistoso show en el Poliedro de Caracas.

La crisis toca la puerta

Un despliegue logístico, en el que intervinieron gerentes de Sony Music y Venevisión junto a los representantes del cantante Enrique Iglesias, concluyó con la presencia del artista español, el 26 de septiembre de 2001, en el espectáculo de Miss Venezuela. El atentado a las Torres Gemelas, ocurrido 10 días antes del concurso, y las extremas medidas de seguridad adoptadas por el gobierno estadounidense mantuvieron en vilo el viaje del intérprete —quien fue trasladado desde el aeropuerto hasta el escenario sin tiempo para que se cambiara la ropa.

En ese caso, la incertidumbre tuvo su origen en un suceso internacional. Sin embargo, un año después, comenzó a desarrollarse la crisis política interna que, a corto plazo, tendría consecuencias en el certamen.

La mudanza de la emblemática Quinta Rosada de El Rosal a La Colina, la realización de 10 castings regionales para seleccionar a las candidatas, la comercialización del programa por parte de Venevisión con 63 países —público estimado de 300 millones de televidentes— y la transmisión de un especial de E! Entertainment Television nutrieron el contexto de la celebración de los 50 años del concurso en 2002.

Los sucesos de abril —cronológicamente: marcha multitudinaria, masacre de Llaguno, pantalla dividida, golpe de Estado— no alteraron la agenda, pero condujeron al paro —cívico o petrolero— que a finales de año fue convocado por sectores de la oposición con efectos devastadores para el concurso.

Fichas movidas

La creación de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) y la implantación del tercer control cambiario alimentaron el rumor que comenzó a circular durante los primeros meses de 2003: la Organización Miss Venezuela no disponía de dólares para enviar representante a Miss Universo. Con el tiempo, fue oficializada la especie: Mariángel Ruiz no viajaría a Panamá.

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El escándalo tomó visos inimaginables: por primera vez en medio siglo nadie defendería los colores patrios en el certamen de belleza más importante del planeta. La ausencia confirmada llevó a la intervención directa de la presidenta del país anfitrión, Mireya Moscoso, quien estableció contacto con el presidente de la Organización Cisneros, Gustavo Cisneros, para buscar una solución. Los términos del acuerdo se desconocen, pero la reina viajó y estuvo a un tris de convertirse en la quinta Miss Universo criolla.

En septiembre del mismo año, Venevisión probó una fórmula con dos objetivos: promover la participación del público y aumentar los ingresos económicos. Así nació “Ruta al Miss Venezuela 2003”, serie de cinco episodios para presentar a las 32 candidatas que permitió a los televidentes escoger a la veintena de chicas que finalmente optó a la corona. La votación fue enviada en Sms a través del 9014.

Para amoldarse al recorte presupuestario, el productor general del evento, Joaquín Riviera, tomó decisiones importantes. Entre ellas: ahorrar el monto del alquiler del Poliedro —una semana para los últimos ensayos—, después de ocho años consecutivos, e instalarse en el estudio gigante de Venevisión, con pequeño aforo. Adiós a las nutridas y ruidosas barras que aupaban en algarabía.

Además, recurrió a sus amuletos con el propósito de aminorar el impacto en los televidentes: llamó a Carmen Victoria Pérez y Gilberto Correa para que acompañaran a Maite Delgado en la conducción —también participó Mariángel Ruiz—, e hizo lo propio con Mirla Castellanos y Oscar D’León: dos de sus grandes caballitos de batalla. Solo faltó Yolanda Moreno.

Como si fuera poco, ejecutivos del canal autorizaron la realización en vivo de un comercial de Telcel —disfrazado de musical—, a cargo de Luis Chataing y Luis “Moncho” Martínez.

En la cuerda floja

Tras la pausa, el Miss Venezuela volvió al recinto de Coche, con grupos más nutridos de pretendientes: 28. La negociación no resultó fácil, en virtud de que el Poliedro fue adscrito al Ministerio de Educación. Nacieron las elecciones de mejor rostro, cabello y belleza integral en actividades alternas y separadas, financiadas por diferentes sponsors.

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En 2007 se registró la modernización escenográfica, con pantallas LED y luces de última generación, aunque el ejecútese a la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente (Lopnna) puso fin a la participación de menores de edad en el show, tradición mantenida por Riviera desde 1980.

El cierre de la primera década del Siglo XXI estuvo marcado por varios hechos. Tal vez el más valioso esté relacionado con los triunfos consecutivos de Dayana Mendoza y Stefanía Fernández, que establecieron un récord Guinness y despertaron el interés de nuevas generaciones de venezolanos. Pero hubo otros.

En 2009, los derechos de autor de la canción “On a Wonderful Day Like Today”, de los británicos Leslie Bricusse y Anthony George Newley, que desde 1968 se convirtió en himno del certamen con letra de Arnoldo Nali, se hicieron impagables. Joaquín Riviera contactó a Nacho —Miguel Ignacio Mendoza—, para que modificara la melodía de “En una noche tan linda”. Fue la última participación de Daniel Sarcos como animador.

Un año más tarde, se registró otro hito en la historia del concurso: abandonó la Gran Caracas (en los 70 y 80 tuvo como escenario el teatro del Hotel Macuto Sheraton de Caraballeda) para viajar a Maracaibo, específicamente al Palacio de Eventos. Maite Delgado se despidió como animadora oficial tras romper su relación laboral con Venevisión.

Caída libre

El segundo decenio marca la decadencia del certamen. En 2011, la gala dio paso a la gala interactiva, para estar acorde con la expansión de las redes sociales. La elección volvió al estudio 1 de la televisora, la transmisión se comercializó apenas con nueve países —a través de Venevisión Plus. El rating tambaleó.

Aunque el Miss Venezuela mantuvo alrededor de nueve puntos, Televen golpeó con Harry Potter y el prisionero de Azkabán y “Especial Maite y Juan Gabriel”. Al final del año, ocupó la quinta posición entre los espacios más vistos, por detrás del partido de la Copa América entre Venezuela y Paraguay: 13 puntos Meridiano y 8 TVes. El Miss Universo con la participación de Irene Esser (11,59), el especial “Los secretos de la viuda” (11,18) y el capítulo final de La viuda joven (9,66).

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Los grandes patrocinantes marcaron distancia y desaparecieron los eventos previos, manteniéndose apenas la presentación a la prensa y la gala interactiva. No obstante, el show de 2012 recibió dos nominaciones a los premios Latin Social TV.

El golpe final

Uno en marzo, el otro en abril, en 2013 fallecieron Hugo Chávez y Joaquín Riviera. Ambas desapariciones tuvieron consecuencias para el país y para el Miss Venezuela, respectivamente. De nuevo, Julia Morley insistió en contar con una ganadora criolla en Miss Mundo, lo que incidió en que Hugo Carregal asumiera la tarea de montar un concurso en 35 días, sin un bolívar de presupuesto.

El presidente de Cisneros Media, Jonathan Blum, estableció tres alianzas: con Sony Television para la transmisión conjunta del reality show “Todo por la corona” —rating promedio 6,1%—, con E! Entertainment para la realización de una alfombra roja la noche final —en la que escasearon las estrellas— y con Evenpro para poner a la venta 4.700 entradas  para el Poliedro, con precios de 500 hasta 1.900 bolívares —al rescate de una modalidad en desuso. Fue creado el canal www.missvenezuela.tv.

Mientras tanto, la producción del espectáculo quedó en manos de los herederos de Riviera: Peggy Navarro, Ricardo Di Salvatore, Vicente Alvarado y Erik “Pollo” Simonato, identificados como “Los cuatro fantásticos”. Hubo récord de animadores en escena —seis en total— y la presencia del último artista internacional que ha intervenido en el show: Tito El Bambino. También fue la despedida, hasta ahora, del Poliedro de Caracas.

En 2014, diseñaron la llamada “Temporada de la belleza” compuesta por: Miss Venezuela Mundo, Míster Venezuela, “Más allá de la belleza”, “La magia de ser miss”, la presentación oficial a la prensa, la gala interactiva, Miss Venezuela y “La noche de las triunfadoras”. La elección se instaló definitivamente en el estudio 1 de Venevisión, con 25 candidatas, algunas reclutadas en los seis castings regionales que sobreviven. Para ceder a las apetencias de Samsung, decidieron reciclar preguntas de ediciones pasadas que fueron proyectadas en un televisor gigante —después de la oferta musical integrada por jóvenes representantes de géneros urbanos.

El cuadro pintó parecido para la edición 2015. Todavía desde las instalaciones del estudio 1 de Venevisión, las candidatas desfilaron bajo las mismas condiciones del año anterior, salvo con dos distinciones importantes: la triunfadora fue anunciada nuevamente por Maite Delgado, y una nueva corona diseñada por George Wittels se colocó sobre la exuberante cabellera de la nueva reina de belleza. 2016 y 2017 no fue mejor.

Pero ahora Osmel Sousa entrega su propia corona, la de Presidente de la Organización Miss Venezuela que ha detentado por más de tres décadas. Una oportunidad para que los herederos del trono hagan evolucionar el evento, si el país los deja pues las plumas, lentejuelas y canutillos están en algún lugar junto a la leche, el aceite y el café.

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