Los nuevos mártires católicos de Siria

Más de 2.000 cristianos han sido desplazados, secuestrados y hasta ejecutados en Siria desde que se inició la guerra con el Estado Islámico. Los datos fueron precisados por el informe de “Libertad Religiosa en el Mundo 2014” presentado por la Fundación de la Santa Sede en Madrid

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 La intolerancia religiosa engañó al mundo haciéndole creer que era asunto del pasado. Ninguna religión se queda atrás, todas le echaron leña al fuego: los cristianos en la Edad Media y en la colonización, la Unión Soviética durante su reinado, o el mismísimo Hittler contra toda raza que no fuera aria. El mundo contemporáneo y su discurso democrático no le han dado suficiente rienda suelta al respeto de los ideales de otros. Actualmente, un informe arrojado por la Santa Sede revela que en 42% de los países a nivel mundial se genera algún tipo de persecución religiosa. A estos datos se les agrega que tres de cada cuatro cristianos son perseguidos, en su mayoría, en los países islámicos. Las cifras son realmente alarmantes pese a todas las organizaciones y leyes —incluidos los derechos humanos— que se han creado para hacer de este planeta un lugar más justo y seguro.

El documento también revela una lista de países con una alta tasa de “ejecución” de hombres y mujeres que profesen la fe de Cristo. Entre ellos se encuentran: Afganistán, Arabia Saudí, Egipto, Irán, Irak, Libia, Maldivas, Nigeria, Pakistán, República Centroafricana, Somalia, Siria, Sudán y Yemen. Gregorio III Lahan, cristiano partícipe de la resolución del informe, integrante de la Iglesia greco-católica de Melquita de Siria, comentó para la agencia de noticias EFE, que actualmente ser devoto de Jesús en Siria tenía un riesgo mayor que serlo en cualquier otra parte del globo.

En palabras del internacionalista y presentador del programa Brújula Internacional, en Globovisión, Julio César Pineda: “los países donde la religión se mezcla con la política la intolerancia es más visible. El proyecto religioso se vuelve algo obligatorio”. Este tipo de posturas no solo despotrican las decisiones personales de practicar una religión, sino que también forzan la empatía con una autoridad determinada. Pineda agrega: “dejar de seguir las creencias significa estar en contra del gobierno, de lo contrario tendrían que eliminarse los individuos”.

Cargar la cruz en tiempos de guerra

«Nuestra prioridad es ayudar y estar cerca de la gente», comenta Gregorio III Lahan. El activista menciona que la guerra ha provocado un desplazamiento de hasta 10 millones de personas, de las cuales 450.000 son cristianos.

La Iglesia católica comenzó auxiliando a 300 familias sirias. En la actualidad ayudan a 8.000 hogares distintos. Los espacios se han convertido en un refugio y escuela de millones de niños. Sin embargo, Gregorio asegura que, desde el inicio del conflicto, “han muerto 2.000 cristianos, algunos de ellos sacerdotes, y hemos sufrido el secuestro de tres obispos”.

Una joven de Siria, de apellido AlFarah relata cómo el cristianismo ha ido cambiando dentro de su país. “Hace años se podían mostrar públicamente, sin generar ningún tipo de conflicto, símbolos religiosos y demostraciones de fe como ir a la iglesia”. Según la joven ir ahora al templo puede significar la muerte.

Aunque las puertas parecieran cerrarse cada vez más en países musulmanes, lo cierto es que la comunidad católica sigue creciendo. Un reporte mundial hecho por la “Global Catholic Statistics” desvela que desde hace cinco años el número de creyentes en África y en Asia han crecido notablemente.

Aunque el mundo cambie constantemente hay cosas que parecieran seguir intactas. A pesar de que existan países como Turquía —cuyo régimen islámico decidió separar los poderes del estado con los religiosos— todavía hay corrientes filosóficas, como la de Carl Smichtt —el filósofo que inspiró a Hitler— que siguen ardiendo como el fuego.

Contraposiciones religiosas, morales y de otro tipo se intensifican hasta alcanzar la categoría de contraposiciones políticas, y con ello pueden producir el decisivo agrupamiento combativo de amigos y enemigos. Carl Smichtt

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