Crónica

Hasta National Geographic se preocupa por el zoológico de Caricuao

Los animales en cautiverio no escapan a la crisis. Desde hace un mes se vienen denunciando las dificultades para alimentar a la fauna que permanece en los zoológicos. La cadena norteamericana dedicada a la educación y la ciencia también se hizo eco de la hambruna con un reportaje publicado este fin de semana. La pobre dieta ha devenido incluso en la muerte de varias especies, y en el Zoológico de Caricuao hasta un caballo murió descuartizado

Fotografía: Sunep Inparques | Fotografías en el texto: Emily Avendaño
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El mango es abundante en el Zoológico de Caricuao. Está en todas partes: en la grama junto a las raíces de los árboles, dentro de las jaulas de algunos animales y agrupados en bolsas que llevan consigo trabajadores y visitantes. No hacen falta quioscos que vendan chucherías porque el mismo parque provee el tentempié. Hay mango incluso dentro de la jaula del león, aunque el felino ni siquiera voltee a mirarlo.

La dieta en el Zoológico de Caricuao es amarilla. El mango cae de los árboles y la auyama corre por cuenta de los cuidadores. Cabras, chivos, caballos, ovejas, llamas, la elefanta Ruperta y la rinoceronte Serafina, todos son alimentados con el vegetal.

El 13 de julio, habría llegado al parque un camión cargado con 5.000 kilos de la hortaliza, luego de que el Ministerio Público designara a la fiscal 89ª nacional de Defensa Integral del Ambiente y Delito Ambiental, Dalila Puglia, para investigar la muerte de varias especies de la fauna silvestre, ocurridas dentro del zoológico. “Las noticias son verdad. Los animales mueren de hambre. Solo llegan kilos y kilos de auyama porque es lo más barato. Si llega alguna fruta, lo hace en pocas cantidades. Lo que viene dura una semana y luego nos toca esperar dos semanas a ver si algo vuelve a aparecer”, asegura una trabajadora del zoológico. Proporcionarles tanta auyama, además, podría causarles diarrea.

Los animales también son víctimas de la escasez generalizada que se vive en el país. La auyama sola no basta para satisfacer sus necesidades nutricionales. Frutas, verduras, legumbres, alimentos concentrados, vitaminas y minerales son necesarios para salvaguardad la integridad de las especies que no son carnívoras.

Los felinos se salvan del ayuno gracias a un convenio que existe entre el Hipódromo de La Rinconada y el Instituto Nacional del Parques (Inparques) para devorar ejemplares muertos. El acuerdo también beneficia a la fauna del Parque del Este. “Cuando se certifica que los caballos fallecidos no presentan alguna condición que ponga en riesgo la vida de los felinos se procede a la donación. Gracias a Dios arreglaron las cavas de Caricuao”, explica José Matute, secretario general del Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos de Inparques. Las vísceras, como riñones y corazón, sí desaparecieron de la dieta de las bestias.

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Dos dantas, un puercoespín, chivos, ovejos y algunos conejos serían las especies que habrían fallecido en Caricuao. Los trabajadores del parque no niegan estas muertes, pero sí recelan las informaciones que reseñaban más de 50 animales perecidos. También reconocen el hurto de varios cerdos vietnamitas. Unas versiones señalan que serían los propios trabajadores del zoológico los responsables y otras apuntan a quienes viven en las zonas que lo circundan. El parque tiene una superficie total de 630 hectáreas, pero solo 36 están desarrolladas con servicios para el público. El área no desarrollada abre caminos para que quienes viven en los alrededores tengan acceso al zoológico a través de las trochas que se han abierto en la montaña.

Agregan que Ruperta, la elefanta, no se está muriendo de hambre, ya que al día recibe 200 kilos de alimento.

La crisis no es poca cosa. Hasta National Geographic se hizo eco de ella. La cadena publicó el 28 de julio un reportaje que demuestra que en estos tiempos no solo sufren los humanos, y reseñó la muerte de alrededor de 50 animales en el Zoológico de Caricuao, en los últimos seis meses. Esa investigación no es la única que adelanta el Ministerio Público, que ahora también determina responsabilidades en el descuartizamiento de un caballo, ocurrido el pasado 24 de julio, dentro del área del parque.

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Mortandad es nacional

Ser un animal en cautiverio en Venezuela no garantiza la seguridad de las especies. Una puma, de 5 años de edad, se perdió del zoológico del parque Pedro Loefling, que se comunica con el parque Cachamay, en Puerto Ordaz, el pasado 7 de abril; pese a que se anunció que 50 trabajadores de la Corporación Venezolana de Guayana se encontraban buscándola, todavía no hay indicios de su paradero. Entre los habitantes del estado Bolívar bromean diciendo que al puma ya se lo comieron.

La directiva del Zoológico de Paraguaná confirmó la muerte de tres animales: un mono capuchino, una mona araña y una guacamaya. Sin embargo, no dieron información sobre las causas de los decesos, que se hicieron públicos el 7 de julio. Ese parque tiene 30 años en funcionamiento y una colección que ronda los 300 animales, pero las dificultades para conseguir ingresos que les permitan seguir operando han hecho que su directora, Marisabel Santana, haya hablado en varias ocasiones de la necesidad de cerrarlo y reubicar a su fauna en un lugar que cuente con recursos para mantenerla.

A principios del mes de junio fallecieron Dalila y Zeus, las toninas criadas en cautiverio en el Acuario de Valencia. Así como con las dantas de Caricuao, hubo menos de dos semanas de diferencia entre la desaparición de uno y otra. Un informe presentado por la bióloga Esmeralda Mujica ante la Comisión de la Mesa Extraordinaria del Concejo Municipal de Valencia concluye que los mamíferos acuáticos murieron por descuido en el mantenimiento de sus estanques, especialmente por el incorrecto lavado de los filtros. Zeus era el único cetáceo en el mundo concebido, nacido y criado en cautiverio.

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El riesgo en los zoológicos venezolanos no se queda debajo del agua. Sobre las ramas también hay amenazas. En el Parque del Este pasaron siete días continuos en los que no tenían “absolutamente nada” de alimento para las aves y los monos. La comida finalmente llegó el 15 de julio. No les quedó más remedio que dar algunos frutos del parque como mamón, uva de montaña y jobos, mientras llegaban las provisiones.

“Tenemos alrededor de 11 meses que no recibimos alimentos de forma continua, a veces nos regalan o nos llega una sola cosa como semillas de girasol, pero ese no puede ser el alimento base porque tiene un alto contenido de grasa, ni se les puede servir todos los días”, explican los encargados de la que alguna vez fue la mejor colección de aves de América Latina.
En el Generalísimo Francisco de Miranda, de las cuatro guacamayas solo queda una, las lechuzas de campanario pasaron de seis a dos y cotorras ya no quedan. Hay períodos en los que pueden pasar entre 15 y 20 días sin alpiste.

Los cuidadores alertan que los monos estaban desesperados porque de recibir fruta cuatro veces al día, pasaron a ninguna. “Querían saltar del área de exhibición. Para tener animales encerrados y no tener nada que darles es preferible soltarlos, especialmente las aves, y no negarle al animal la oportunidad de que coma”, afirman. Y van más allá: “Todo llega mal. Bajan los recursos para que compren alimentos y lo que nos llega es pura basura. Comida de mala calidad y sin variedad, cuando nuestros animales estaban acostumbrados a recibir comida de primera”.

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Existencia negada

La Memoria y Cuenta del Ministerio de Ecosocialismo y Aguas, en el capítulo referido a Inparques, no discrimina en cuanto a los recursos que recibió la institución para el mantenimiento de los zoológicos a su cargo. De acuerdo con el documento, al instituto se le transfirieron 872.374.414 bolívares, y devengó ingresos por 112.849.695 bolívares. Los recursos se repartieron en proyectos destinados a la promoción del desarrollo comunal y el programa de uso público del Sistema Nacional de Parques, así como en su protección; y en el manejo de recursos y planificación de áreas protegidas.

“Inparques es una caja negra. Además está el Frente Francisco de Miranda que funciona como una gerencia paralela desde 2011, y no piensan en los objetivos de la institución. Son militaristas. Cumplen órdenes sin discusión, como si estuvieran en un cuartel”, asegura José Matute, de Sunep Inparques. Explica que no hay una empresa responsable de que se surtan los alimentos regularmente a los zoológicos adscritos a la institución y que todo se compra directamente a través de la Coordinación del Parque de Caricuao.

Roger Pacheco, director de AnimaNaturalis, subraya que mientras la investigación no arroje resultados es alarmista afirmar que se estén muriendo por hambre. Recordó el caso del cunaguaro mutilado en el Zoológico de El Pinar, sobre el cual se tejieron muchas especulaciones y resultó que había sido una automutilación, resultado de una zoocosis –un comportamiento anormal y autodestructivo que sufren los animales confinados–. “En este tipo de ambientes los animales están sometidos a un estrés tan fuerte que empiezan a tener trastornos mentales. Están encerrados pagando por un crimen que no cometieron. Nuestra posición es que los zoológicos no deberían existir”, defiende Pacheco. Cristina Camilloni, presidente de Aproa, coincide en el rechazo: “Ni siquiera cumplen objetivos de educación ambiental o de sensibilización a los usuarios. Es inaceptable tener animales presos. Además, en Venezuela los zoológicos nunca han sido bien atendidos”.

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Utilizan como ejemplo el cierre del Zoológico de Buenos Aires, uno de los más antiguos de América, con 142 años en operaciones, para convertirlo en un ecoparque. Estaba en un predio de 18 hectáreas y contaba con 2.100 animales. “Pensar que este tipo de parques forma parte de la identidad o de la idiosincrasia de una región es absurdo. Los animales no están a nuestro servicio. Lo mejor es pensar alternativas como santuarios o refugios”, subraya Pacheco.

Los traslados o intercambios de fauna también están paralizados en Caricuao. La crisis tampoco les permite recibir animales nuevos, pero son optimistas en que si se regulariza la dotación de alimentos, los animales se podrán recuperar. Abogan por que Inparques acepte donaciones o haga convenios con supermercados o farmacias, aunque eso implique reconocer que van perdiendo la “guerra económica”.

“El Estado ha olvidado que, según la Constitución y la Ley Orgánica del Ambiente, lo ambiental prevalece sobre lo social y lo económico. Con el discurso de la inclusión, eliminaron el cobro de entradas y ahora los zoológicos no tienen ese dinero para mantenerse”, critica Benito Betancourt, de la Fundación Venezolana para la Protección del Ambiente y Diversidad Biológica.

Mientras tanto, la “dieta de Maduro” también le toca a los animales de los zoológicos venezolanos. Los especímenes en cautiverio se han acostumbrado a que si reciben cambur no habrá plátano; si hay zanahorias no comerán remolacha; y habrá acelgas por espinacas.

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