Cultura

El negocio elitesco de los libros que alguna vez existió en Caracas

Desde el siglo V a.C. ya una de las civilizaciones más influyentes del mediterráneo - la Greco-romana- vinculaba los orígenes de la librería con una noción prematura de lo editorial. Pero no es hasta que la escritura gana fuerza frente a la oralidad que las obras de los principales filósofos, historiadores y poetas  comenzaron a ser comerciadas y reproducidas más allá de las voces de sus pregoneros. Homero, Ovidio y Hesíodo fueron algunos de los primeros notables cuyos escritos eran coleccionados por  atenienses y romanos.

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FOTO: muestra fotográfica del libro PHotoBolsillo de Tito Caula

En esta época surgen las primeras bibliotecas, territorios atribuidos a tiranos que ansiaban colecciones privadas de libros para cubrir sus paredes; sus distribuidores eran bibliófilos cuya mercancía a su vez era mantenida por las librerías. Es este imperio el que cimienta las bases para una civilización letrada cuyos aportes se percibirían en épocas posteriores.
Miles de páginas y años después, en 1440, un orfebre alemán del que solo quedaron retratos que lo muestran con una mirada circunspecta y una barba grisácea de unos 70 cm, inventa la imprenta. Su nombre era Johannes Gutenberg, y utilizó este proceso para crear  lo que se convirtió en el libro más famoso del mundo: la traducción al latín de La Biblia (Vulgata), conocida como “la biblia de Gutenberg”.
Como consecuencia de este invento el saber escrito dejó de ser patrimonio de una élite para convertirse en una extensión cultural de toda sociedad. El libro logra una independencia del conocimiento que influye indirectamente en las elecciones de quienes acceden a él.
Pulperia del libro , Chacaíto - Libros, librería, literatura | Fabiola Ferrero - Ee
Foto de Fabiola Ferrero
El inicio de un negocio elitesco
En Caracas el libro se materializa en espacios donde las personas se permitieron formar parte de una tertulia literaria en la ciudad, con personajes y escenarios que llevaron a una urbanidad que para el arquitecto y cronista Arturo Almandoz “exige y necesita el encuentro y la interacción entre elementos representativos de todo lo que va ligado a la existencia humana”.
Según los escasos estudios y artículos que se han tomado el tiempo de recoger una breve historia del libro y las librerías en Venezuela, entre ellos la Revista de la Cámara de Comercio de Caracas, El calendario manual y guía universal de forasteros en Venezuela fue considerado como el primer libro impreso en la ciudadSu autoría se le atribuye al maestro Andrés Bello en 1810.
El tomo contenía un calendario con los doce meses del año que relacionaba una serie de efemérides y fechas relevantes en el momento.Su impresión y publicación fue incluso anunciada por la Gaceta de Caracas.
En Venezuela, así como en la Edad Media y en las antiguas civilizaciones occidentales, el acceso a la lectura era privilegio de unos pocos. Aquellos consumidores de palabras se reunían en casas de sociedad donde la tertulia fomentaba la crítica de los últimos libros llegados de Europa. Este tipo de reuniones tenían lugar antes de que las librerías hicieran presencia en la cultura urbana de la ciudad.
En Caracas la librería hace presencia como local físico y comercial a finales del siglo XIX; los regímenes caudillistas y militaristas todavía tenían un largo camino por recorrer, y Antonio Guzmán Blanco -también conocido como el Ilustre Americano- fungía como presidente.  Más que lugares en los que guarecía la gran diversidad literaria que se puede encontrar en la actualidad, en sus inicios estos espacios tenían una característica elitesca, donde los libros no se advertían como un negocio lucrativo sino como artículos selectivos. Ejemplo de esto es una de las primeras librerías en la ciudad, la librería Francesa de Coll & C.A. ubicada en la Av Sur 9 N°9, donde se vendían folletines y libros de costumbres francesas muy comunes en la época del presidente Guzmán.
Con la llegada del siglo XX comienzan a aparecer librerías de más prestigio que conciben el negocio del libro como objetos lucrativos, es el caso de la librería Novedades fundada en febrero de 1925. El acto de leer se extiende y prolifera, entonces aparecen grandes espacios como la Librería Iberoamericana.
Cuando Caracas se expande hacia el este, aparecen lugares como Suma en el Bulevar de Sabana Grande, en donde desfilaron los mejores escritores de la época. Lugares como  la Librería del Este , en el edificio Easo de la Av Francisco de Miranda, el popular Palacio del Libro en El Silencio, la librería Lectura fundada en 1951 y la librería Lea, abierta en los años sesenta en el Centro Comercial Mata de Coco.
Entrando en la década de los 70 y 80 los lugares de conversación y para encuentros eran muchas de las famosas librerías,  incluso algunos intelectuales de la época conversaban dentro de ellas y se dedicaban a leer a escondidas alguna revista de carros o mecánica popular.
En la actualidad, librerías como El Buscón en el Trasnocho Cultural, Kalathos o Lugar Común en Altamira vuelven a dar vida a los libros a pesar de que desde el 2011 las importaciones con dólares preferenciales en materia editorial son prácticamente nulas. Los dueños de tales lugares regresan de viajes a otro países con maletas llenas de las últimas novedades literarias que no verían luz en el país si no fuera por estos.
Y es que si hay algo que comparten todas las religiones y civilizaciones a lo largo de la historia, aparte de la convicción de que el mundo se acabará, es la necesidad del libro.
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