Cultura

Karina Sainz Borgo: “La reconstrucción de Venezuela no será fácil”

“Este es un homenaje al país moderno que parecía que quería ser algo más que un campo petrolero, un vertedero”, dijo la escritora en relación a su nueva obra literaria, La hija de la española

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TEXTO: PATRIZIA AYMERICH | FOTOGRAFÍA: CORTESÍA

A Karina Sainz Borgo no le tiembla la voz al hablar. Tiene 12 años en España y el talante de una emigrante que ha sabido amalgamarse entre los hispanos, sumergiéndose en la cultura como periodista especializada. A quien sí le trema la garganta es, desde la primera línea, al lector de La hija de la española (Lumen), ópera prima de la venezolana de 37 años que es, en sus palabras, una historia de ficción sobre “la supervivencia y sobre el drama de Venezuela, cuya reconstrucción no será fácil”.

“A mí no me robaron y no me echaron del país. Regresar era cada vez más complicado, el país me estaba expulsando. Ni el me reconocía, ni yo lo reconocía. Era un tiempo en el que las cosas no estaban manifiestamente mal. Sí había una impronta autoritaria importante, pero no era esa Venezuela de cuando murió Chávez, que se desmoronó por completo”, dijo la escritora en conversación con El Estímulo sobre La hija de la española.

Pese a esto, Sainz asegura que “no es una novela reivindicativa”, pero sí “puede ser considerada un testimonio con valor literario, un historia de demolición, supervivencia y culpa, sobre la migración y sobre esas personas expulsadas por la saciedad de la violencia y que no tienen posibilidad de elección porque no tienes agua, alimentos o luz”.

En la historia, Adelaida Falcón muere y su hija, otra Adelaida, debe hacerse cargo del cadáver en una ciudad marcada por la violencia. Poco después pierde su casa por órdenes de «La Mariscala» y debe abandonar el país como sea y conseguir un pasaporte español. El documento llega a su destino gracias a Aurora Peralta, a quien todos llaman «La hija de la española», quien también ha muerto.

El libro, gestado durante dos años, ha sido lanzado en el momento en que Venezuela ha sufrido el corte eléctrico más grande registrado en Latinoamérica, donde 23 estados del país que quedaron sin luz. Sainz lo ha descrito como una “casualidad”, porque con el libro han pasado «cosas muy extrañas”. “Tuvimos que adelantar la publicación porque los alemanes, italianos y franceses empezaron a decir que el libro les fascinaba. En la Feria de Frankfurt arrasó en octubre y ahora sale con esta tragedia del apagón”, señaló al aclarar que la historia solo llegará a Venezuela en formato e-book.

¿Qué significa ser una inmigrante venezolana en Europa en el contexto de crisis que afronta el país latinoamericano, con una diáspora de más de 4 millones de personas?

Mi proceso de migración es anterior al drama y a la diáspora venezolana. La reciente no tuvo posibilidad de elección, quienes se fueron lo hicieron empujados totalmente por la circunstancia. Desde la gente que cruza la frontera, que es la imagen más terrible de la expulsión de la patria, hasta las personas que se dieron cuenta de que el país no iba a mejorar. Tuve el privilegio de elegir, cuando hay gente que no tiene elecciones. Eso no quiere decir que el proceso no haya sido doloroso. Vas viendo al país agotarse y cómo cada vez está más lejos. Siempre me gustó construir la experiencia migratoria como una experiencia afirmativa, es decir, yo estoy fuera pero no quiero mirar atrás y no quiero quejarme ni decir que esto es malo. Cada vez se ha hecho más compleja la situación del país y he ido experimentando la sensación de no estar ahí, como un duelo. La novela viene de eso, para poder poner en orden muchas cosas.

¿Qué te hizo emigrar?

Tampoco me veía reflejada en mi país, y sentía que había cierta desconexión y cierto desarraigo. Era como ser extranjero dentro de tu propia ciudad. Sentirte expulsado por la violencia, la saciedad por la cosas que no te reconoces y no tener la oportunidad de elegir.

¿Es un desahogo, una reivindicación o una denuncia?

Sin duda habla de Venezuela. Pero dentro de lo terrible, y del enorme basurero de nuestra tragedia, por lo menos podemos aspirar a contar lo que ha pasado con cierta belleza, como lo han hecho otros países. Como en la literatura colombiana, que ha narrado y ha entendido muy bien su propia tragedia, o la argentina en la década de los 80 y la literatura centroeuropea en la época de la posguerra. Creo que tengo la obligación de contar una historia digna de ser considerada un testimonio con valor literario y no un panfleto político.

¿Tú eres ‘Adelaida Falcón’?

No, no. Es una síntesis de muchos personajes tipos, casi todas mujeres. Todas las madres y familias de clase media, gente que no necesariamente se pliega e intenta resistir por la lectura, con el conocimiento o la belleza. En Venezuela cualquier acto de belleza es un acto de resistencia. Y estas mujeres encarnan ese espíritu, solo que Adelaida lo pierde todo. Su madre, su casa, el país y hasta la razón. Es por eso que es capaz de hacer cualquier cosa para salir.

¿La fuerza femenina es un impulso muy importante?

Es deliberado. La nuestra es una sociedad matricéntrica, que gira alrededor de las mujeres, tanto como grandes focos de poder; pero también como las grandes derrotadas porque son las que salen a pelear en esta clase media ilustrada, donde siguen siendo las madres los motores de progreso y modernidad. Todas ellas están representadas en las mujeres de Adelaida Falcón, hasta las mujeres de clases populares que resisten ellas solas en un entorno violento. La madre de Adelaida es la patria. La Mariscala, el poder.

Adelaida Falcón suena a Doña Barbara, a Úrsula Iguarán…

Ojalá. Falcón porque una península muy bella y sobresaliente. Le quería poner Adelaida Cumaná pero no rimaba, no era lógico, no tenía coherencia.

¿Estos personajes son referencia para ti?

Para nosotros es inevitable la referencia de la narrativa latinoamericana porque García Márquez, por ejemplo, es como un perfume. Hay homenajes en el libro, pero no todos significan que me influencien, por ejemplo el Vargas Llosa de La casa verde o JM Coetzee. Pero también Yolanda Pantin, Elisa Lerner y Arturo Michelena. Hay homenajes a todo, pero un homenaje al país moderno que parecía que quería ser algo más que un campo petrolero, un vertedero. Uno escribe, como dice Pérez Reverte, con su memoria. Un amigo dice que mi novela es realismo trágico.

De tu yo periodístico ¿Qué rescatas en el texto?

Todo, pero no en el dato. No hago mucha diferencia entre uno y otro, para mí lo literario y lo periodístico son un mismo hueso, y nunca he querido romperlo.

¿Es un tema que toca la relación entre Venezuela y España?

Sí, toca a los españoles porque les toca el mar. El mar es un tema importante porque supuso un adiós, en una época muchos no volvieron y dos generaciones más tarde los nietos han tenido que volver. Habla de los migrantes, de los que pierden.

¿Venezuela es un vertedero de basura, como dices?

Me gustaría que fuera un país tan moderno como el que surgió en la democracia. Hay una sociedad moderna ilustrada que se ve, con los ensayistas, con las esculturas de Alejandro Otero. Existe y lo sé. Y la única manera de aspirar a ese país es pasando por esto. Lograr la nación de progreso que trabajamos en los años 60.

¿Se va a lograr?

Eso va a tomar mucho trabajo, pero si no lo aspiramos vamos muy mal. Tenemos primero que aspirarlo y pasar por el hecho de que quizás convendría dejar de estudiar a los héroes militares y empezar a estudiar a los héroes civiles. Quizás convendría saber quién es José María Vargas, el primer presidente civil. Creo que nadie se acuerda. Saber que Miranda llevó primero la imprenta a Venezuela, antes que seguir enarbolando al guerrero de Bolívar.

¿Cuánto tiempo falta?

No lo sé. Pero yo no he visto que ninguna reconstrucción sea fácil. 20 años de un régimen son una generación. Es decir, hay una generación entera que no sabe que el Congreso controla al Ejecutivo, que no sabe que las cosas malas se castigan, que considera normal que haya grupos paramilitares. Eso también es ignorancia política y ciudadana. Hemos retrocedido como país más tiempo del que tenemos como nación. Tenemos más de 200 años desde la Guerra de Independencia, pues yo tengo la sensación de que estamos por detrás del 19. Mucho peor que la Guerra Federal y los Monagas. Necesitamos paciencia.

¿Qué rumbo está tomando la política española frente a Venezuela?

El gobierno de Pedro Sánchez ha actuado con una incomparecencia dolorosa para Venezuela.

¿En qué influye la debacle de Venezuela en la política española?

Nosotros estamos en un punto muy grave, muy complicado. Tener al régimen como vecino es bastante peligroso. Ya han destruido un país entero, la cosa es que no se derrame más.

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